No existen “los otros” para los cristianos. He hablado ya
mucho sobre mí, pero es que estaba hablando de tí. Y cuando hablo de tí, no te
conozco sino a través de mí, pero te conozco. Te
conozco en tus anhelos, en tus esperanzas, en tus debilidades y en tus
verguenzas más profundas; pero, sin embargo, te conozco en la grandeza que Dios
puso en tí como Su imagen y semejanza.
Cuando ves a tu semejante, no contando
cuán lejos está gegráficamente o espiritualmente, convéncete que es tu “otro
yo”. Y él, sea amigo o enemigo, necesita del mismo testimonio del que yo
necesito. Ora, pues, buen hombre, por el que te daña, por el que peca y
agradece el bien que puedes hacer por tu semejante. Alejemos todo recelo,
porque aquello que queremos del que nos hace sentir eso, es precisamente lo que
Dios quiere darnos. Luego, mi “otro yo” puede que haya alcanzado lo que “mi
propio yo” todavía no ha alcanzado, pero por medio de aquel los dos ya lo hemos
logrado. De alguna manera es mi propio logro. De igual manera, la muerte de mi
semejante es también la mía. La vida de mi semejante es también la mía! Dice
San Siluan, “Felíz aquel que ama a su prójimo, porque nuestro prójimo es nuestra propia vida”.
Traducción libre del texto aparecido en doxologia,
ro, tomado a su vez de Celălalt Noica – Mărturii ale monahului Rafail
Noica însoțite de câteva cuvinte de folos ale Părintelui Symeon, ediția a 4-a, Editura Anastasia, 2004.
Muy Bello. Me gusta mucho la humildad cristiana. Sigue traduciendo textos tan bonitos. Muchas Gracias.
ResponderEliminarTal vez se comprende mejor el sentido al decir así: "No existen 'los otros' entre los cristianos".
ResponderEliminarLa diferencias culturales, y en lo más profundo creencias, principios y valores, son muchas veces una brecha infranqueable. No da lo mismo. Sin mbargo no debemos menospreciar e ignorar a los otros. El Señor también los bendice con el brillo del sol y el agua de la lluvia, a su modo según su divino propósito.
Nosotros como cristianos debemos cultivar y crecer con celo y amor nuestra fe descubriendo y entendiendo el sentido que tienen las pruebas y retos por los que Dios Trinitario nos guía y conduce mediante el misterio de la Divina Providencia.
Excelente consejo: "Ora por el que te daña, por el que peca, y agradece el bien que puedes hacer por tu semejante".
Así también, recuerde una breve oración:
"Señor, protégeme de los provocadores, de los demonios, de las pasiones corporales y de todo aquello que no conduce a Ti".
De este modo no perderemos ese pan que proviene 'de la mesa de Dios' para sostener nuestros corazones (Sal 103,15), y nos fortificaremos en la lucha contra los espíritus del mal, de manera que digamos: “preparaste mesa delante de mí en presencia de mis enemigos” (Sal 22,5).