Sobre el ayuno y la libertad. P. Savatie Bastovoi
¿Qué puede ser más absurdo que ayunar, en una
religión que se atribuye el haber restaurado la libertad del hombre?
¿Cómo puedes llamarte “libre”, cuando tienes que abstenerse de
aquello que te gusta más, cuando tienes hacer lo que no quieres?
Porque el ayuno es abstinencia no sólo de comer, sino de todos los
placeres del cuerpo... Luego, ¿Cómo no ver en esto un atentado en
contra del más noble instinto que tiene el hombre, su libertad?
Si el ayuno es una obligación, entonces el
Evangelio es la obra maestra de la literatura absurda.
Conscientizando esto, los protestantes decidieron renunciar al ayuno.
Sin embargo, aún ignorando las tantas veces que el Apóstol Pablo o
el mismo Señor Jesucristo alentaban a ayunar, ese mismo llamado
permanece como una astilla en el ojo de aquel que conoce míniamente
las Escrituras. Todos los justos de la historia, hasta llegar a
Cristo, ayunaban. El ayuno era necesario, antes de buscar a Dios o al
esperar alguna revelación. Moisés subió al monte después de
cuarenta días ayunando y sólo así logró hablar con Dios. El Nuevo
Testamento no dice nada distinto, sino que, aún más, empieza con
alguien que practicaba permanentemente el ayuno: San Juan Bautista.
El mismo Redentor ayunaba antes de salir a predicar. No podemos,
entonces, dejar por un lado el ayuno, basándonos en algunos
versículos de la Biblia, sobre todo porque quienes escribieron esos
textos fueron precisamente grandes practicantes del ayuno. Me parece
más decente cuestionar nuestra capacidad de entender esos
versículos.
A Cristo le preguntaron una vez por qué sus
discípulos no ayunaban (Mt. 9, 14). Con esto, muchos entendieron que
los apóstoles y el mismo Jesús eran personas que comían mucho (Mt.
11, 19). No obstante, este relato nos muestra, de hecho, que los
apóstoles y Jesús solían carecer de alimentos, que solían pasar
hambre. Esto se puede observar bien del conflicto que tuvieron con
los judíos, entonces cuando los discípulos comieron espigas de
trigo un sábado. Los apóstoles se mantenían tan ocupados
predicando, que olvidaban comer; así, el hecho que hayan cortado
algunas espigas demuestra que usualmente comían lo que podían.
Jesús no comió esa vez con ellos, por eso el reproche fue dirigido
sólo a los discípulos. Él era un ejemplo de ayuno. Que sus
discípulos comían poco, puede extraerse de lo sucedido cuando la
multiplicación de los panes, en donde se nos dice que en esos
momentos tenían sólo cinco panes y dos peces. Aunque estaban lejos
de la próxima localidad y les era imposible conseguir algo de comer,
rápidamente ofrecieron lo poco que tenían para alimentar a las
multitudes (sin saber que esos alimentos luego se multiplicarían!),
lo que nuevamente nos demuestra que estaban acostumbrados al hambre,
mucho más que cualquier otra persona. De esta manera, sabemos que
Nuestro Señor y sus apóstoles ayunaban, pero sin contar los días,
como hacían los fariseos. Cuando éstos le cuestionaron al respecto,
Jesús les dice que “Ustedes no pueden obligar a los compañeros
del novio a que ayunen mientras el novio está con ellos. Llegará el
momento en que les será quitado el novio, y entonces ayunarán.”
(Lc. 5, 34-35). “Esos días” en los que el Novio ha sido
“llevado”, son los miércoles, día en que fue vendido y los
viernes, recordando el día de su crucifixión. Así, en el año 50,
los apóstoles convocaron a un sínodo en Jerusalém, en el que se
estableció el ayuno en tales días, para todos los creyentes.
Así las cosas, los protestantes entendieron bien
que el ayuno no es una obligación. El ayuno forzoso no tiene
sentido, como cualquier cosa gratuita y sin sentido. Sin embargo,
esto no es motivo suficiente para reprobar el ayuno. Éste debe
entenderse en toda su nobleza, porque es la manifestación suprema de
la libertad humana. Así lo entendían los primeros cristianos - algo
que desafortunadamente se ha perdido con el tiempo. “Comer –
escribe San Efrén el Sirio en el siglo IV – es parte de las leyes
naturales, pero ayunar es parte de la libertad”. ´¿Quién puede
ufanarse de comer “sólo porque así le place”? No, tú comes
porque no puedes vivir sin comer. En este caso, tu voluntad proviene
de un instinto natural, no de una libre elección. Desde luego que no
hay nada malo en esto, tampoco constituye ningún pecado... pero no
es tampoco una virtud. Porque la virtud es fruto sólo de la
libertad. “Cualquier esfuerzo que no se hace en plena libertad –
decía el padre Sofronie Saharov – no tiene ningún valor eterno”.
Ayunar es una elección libre, que el hombre asume buscando una vida
más noble, que encierre en sí algo de las realidades de la vida
eterna...
Traducción libre tomada de credo.ro
1 comentarios:
El alimento es necesario para el cuerpo, pero muchas veces "esa misma necesidad", se toma en exceso, como escusa para idolatrar la comida. En el orden ascetico, los grandes santos, muchas veces han dicho, que si no fuera por la necesidad que tiene el cuerpo de comer, ellos no comerian. ¡Cuantos santos han deseado librarse de esas necesidades que tiene el cuerpo (comer, beber), y de los deseos (poseer, asegurar)! Mientras el hombre vaga por este mundo, tiene necesidad de muchas cosas, pero ¡solo una es necesaria! (dice el Señor en el Evangelio). Comer (por la necesidad de alimentarse), no constituye ningun desorden, pero usar la comida como "objeto" de veneración y culto", es un desorden del deseo. Cada cosa es buena en su justa medida, y atendiendo al orden en que ha sido hecha, pero la transformación de los medios naturales que poseemos, para satisfacer otros deseos distintos, nos lleva al pecado. Como dice el Señor: Lo externo, no daña al hombre, sino que del interior de su corazón, proceden los pecados del hombre y los desordenes. También el ayuno se utiliza frecuentemente para pre-disponer al espiritu, pues privandonos de lo (incluso necesario), alejamos del espiritu, la mundanalidad que poseemos, siendonos más facil, conseguir el accesis y llegar en la profundidad a Dios. Quien es del mundo, busca lo que es del mundo, quien es de Dios, busca lo que es de Dios, y en ese contexto se persigue la privación de las cosas que necesitamos, (en haras de alcanzar a Dios). Y aunque esto ultimo, es propio de los "Ascetas", todo el mundo puede privarse siempre de algo, poniendo su deseo en alejar esa mundanalidad de la que he hablado antes, para ver y saborear mas de cerca, la intimidad y el amor que se obtienen, al estar más proximo a Dios.
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