Si pusiéramos
en práctica todo lo que pretendemos enseñar a los demás, ¡seríamos santos! Yo
solía hablar sobre la importancia de ser pacientes en momentos de sufrimiento.
Ahora, cuando yo soy el que sufre, entonces me doy cuenta que tampoco yo tengo
paciencia. Entonces, no es que haga falta paciencia, sino muchísima paciencia.
Un hermano me preguntó una vez: “¿Es
posible calmar el sufrimiento con la oración?” “Este
es un don de Dios”, le respondí yo. El amor espiritual vence el dolor, así
como dice Cristo sobre la mujer que está por dar a luz, que luego de alumbrar
habrá olvidado el dolor „porque ha traído un hombre al mundo”. Así, gran cosa
es acercarnos al que sufre y tomar parte de su dolor. Pidamos el auxilio de
Dios, para poder atravesar con bien por las olas de esta vida. Si no puedes
hacer una buena obra, pues no es pecado, pero si puedes hacerla y no lo haces,
entonces sí es una falta.
(…)
Debemos ir
del “pensar” en Dios al “sentir” a Dios. Una cosa es hablar de Dios y otra es
sentirlo. Una cosa es la palabra y otra
el hecho. Ese “sentir espiritual” se alcanza solo haciendo la voluntad de Dios.
Porque dice Jesús: “No todo el que me
diga Señor, Señor, entrará en el Reino de Dios”. Haz, entonces, mucho más
con tus hechos, que hablando. Porque el mundo está lleno de palabras, pero
pocos son los que realmente practican los mandatos del Evangelio. Desde luego
que son útiles las palabras espirituales, los consejos, las prédicas, los
buenos libros. Pero debemos saber ir de las palabras a los hechos, porque “según tus actos serás juzgado”, dice el
Señor (...) Debemos aprender a hablar poco y sólo lo que sea en verdad útil
para la honra de Dios. Decía un filósofo en un libro: “El que dice todo lo que sabe, sabe poco y mal”. ¡Si pusiéramos en
práctica tan siquiera el diez por ciento de lo que predicamos a los demás, Dios
no dudaría en darnos la salvación a todos!.
Actualmente
hay muchas personas perturbadas a las que es difícil llegar a tranquilizar.
Aquí entra la sabiduría del confesor, del pastor de almas (...) La mayoría están
enfermos espiritualmente por culpa del orgullo.
Y sanarlos lleva mucho esfuerzo, algunas veces inútilmente. Yo, que nada sé, ¿qué puedo venir a
enseñarles a estas personas? Mejor callo, para no hacer un daño más grande.
Otras veces,
si callo, puede que me equivoque, porque
no le estoy ofreciendo ninguna ayuda a mi prójimo que atraviesa por una
necesidad. Por eso insisto, aprendan a escuchar más que hablar, porque “de toda
palabra vana daremos cuenta frente a Dios”.
Traducción libre del texto aparecido en razbointrucuvant.ro
(A su vez tomado de: Arhimandrit Ioanichie Balan, Parintele Paisie
duhovnicul,Editura Doxologia, Iasi, 1993)
Muy bellas y Sabias dichas palabras. El mundo y las personas que lo forman, estan "enfermas" sin darse cuenta. Su "enfermedad" es el "Orgullo", (que es sinonimo del "pecado" y de todo lo que obramos contra la ley de Dios). Solo Dios puede "sanar", por eso es tanta la verdad que dice el Padre Paisie, porque no hay palabras que se puedan utilizar para ayudar a un alma "quebrantada", (salvo y unicamente), aquellas que son "Palabra de Dios", y que conforman al alma humana, para llevarla a su "unico destino en la vida": Nuestro destino es Dios, (y es lo unico que en el fondo de todo corazón, puede llevar al consuelo y a la Paz). Por otra parte, decir también las palabras de nuestros Santos Padres: "Dime con tus palabras toda la Fe que tienes, y tu amor a Dios, y yo te dire y te mostraré con mis obras, la Fe y el amor que tengo a Dios", (y es que hay que obrar y demostrar también con nuestras obras, la Fe que poseemos, pues solo decir que se tiene Fe, pero no ser congruente con ella en las obras, equivale a no tener Fe).
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