"El
amor es el fundamento de nuestro ser"
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¿Siente Usted, a través de sus conversaciones con los jóvenes, que ha
cambiado la forma en que el amor es visto, en la actualidad?
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Diría que nosotros, los miembros de las congregaciones monacales, conocemos el
mundo mucho mejor que los que están afuera de los monasterios, porque nosotros
podemos verlo con mucha más claridad. En este sentido, soy de la opinión que
los jóvenes de hoy tienen un gran potencial espiritual, pero les falta conocer
esos puntos cardinales. A menudo ellos no saben qué es realmente el amor. Lo
confunden con el enamoramiento y no saben vivirlo. Miran películas y viven por
medio de los clichés que ahí se les muestran. Sueñan con un "gran
amor", como en los filmes. Quieren un amor perfecto, una pareja perfecta
con la que se entiendan perfectamente. Y no se pueden explicar por qué es algo
que nunca sucede con ellos. Pero este tipo de amor, de novela o de película, es
meramente utópico, no sucede en realidad. Precisamente, lo que se siente en la
mayoría de jóvenes que vienen a confesarse es una búsqueda incansable, una gran
necesidad de vivir el amor profundamente y perfectamente. Esta hambre de amor
está en todos.
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¿Por qué tenemos tanta necesidad de sentir plenitud con un amor así de grande?
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Buscando al amor, buscas, de hecho, a Dios, aunque no te des cuenta. Incluso si
no eres un buen cristiano, sientes, de alguna manera, algo extraño cada vez que
consigues amar y eres amado, porque ahí, en el amor, está la verdad. Buscas el
amor toda la vida, lo necesitas incluso entonces cuando pretendes que no lo
tienes más, cuando pretendes que difícilmente es para ti, cuando no sabes cómo
vivirlo. Te mueves siempre a su alrededor, te esfuerzas siempre en entenderlo,
porque sientes que ahí está la plenitud y la felicidad. Nosotros, como humanos,
no podemos dejar de amar, no podemos dejar de querer ser amados. Porque esto es
el fundamento de nuestro ser. Dios es amor y todo lo que hay en este mundo
tiende a buscarlo. Dios hizo todo según su imagen y semejanza, según su mismo
modelo, el de la relación trinitaria. Dios es una relación, Dios no es cosa de
uno. Nosotros hemos sido creados como hombres para participar en la felicidad
de nuestra relación con Dios. Para vivir el amor. Para estar juntos. Por eso se
dice que el paraíso es la comunión con los demás y el infierno la incapacidad
de amar.
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Aunque tengamos a Dios, sentimos de todas maneras que sin el otro no estamos
completos. ¿Es necesario de un "otro", para ser felices?
- Dios hizo al hombre incompleto, precisamente para que tuviera necesidad de "otro". Si nos hubiera hecho perfectos, seríamos suficientes para nosotros mismos, estando solos. Por supuesto, hay personas que dan mucho, otros que dan muy poco, pero no debemos reducirnos a relacionarnos sólo con una persona, debemos aprender a amar a todos los demás, a cosechar frutos con cada uno, no sólo con nuestro compañero (a) de vida. Cada persona es un regalo potencial para nosotros, con el cual enriquecer nuestro espíritu.
- Dios hizo al hombre incompleto, precisamente para que tuviera necesidad de "otro". Si nos hubiera hecho perfectos, seríamos suficientes para nosotros mismos, estando solos. Por supuesto, hay personas que dan mucho, otros que dan muy poco, pero no debemos reducirnos a relacionarnos sólo con una persona, debemos aprender a amar a todos los demás, a cosechar frutos con cada uno, no sólo con nuestro compañero (a) de vida. Cada persona es un regalo potencial para nosotros, con el cual enriquecer nuestro espíritu.
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Soñamos, casi todos, con un amor grande, que nos dure toda la vida. Y, sin
embargo, la realidad nos demuestra que los amores mueren también, más a menudo
de lo que podríamos creer. ¿Por qué se extingue el amor?
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Muere porque usualmente no está Dios en esa ecuación. Y entonces no tenemos de
dónde alimentarnos, para regenerar el amor. Sin Dios, no existe principio
generador de amor. El individuo en sí es un ser limitado. La gracia es la que
le hace infinitamente profundo. Y la gracia viene de Dios. San Juan Crisóstomo
decía que cualquier realidad no transfigurada se degenera. Se consume. Sin
gracia, la persona vive en un estado de caída. Lo mismo sucede con el amor. Se
extingue si no existe respuesta. Si lo llevas hacia Dios y hacia los
demás, el amor recibe respuesta de la infinidad de Dios. Si lo conduces sólo
hacia ti, como cuerpo, como materia, el amor se gasta, se diluye, porque estas
cosas son limitadas. Por esto es importante el casamiento como sacramento. Este
sacramento es la unión de dos con un tercero, con Dios, que es infinito.
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Tristemente, el sólo hecho de casarse por la Iglesia no garantiza
necesariamente la felicidad...
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Es que debemos aprender a ver a Dios en el otro. No se trata de referirnos al
individuo como algo finito. Cada persona es una manantial infinito, pero que
aún no se ha desbordado. A través del amor y con la ayuda de Dios, podemos
romper esos diques que le impiden fluir, para que el otro pueda tomar su camino
esencial, para extraer de él todo su potencial moral, espiritual y su capacidad
de amar. Porque cada persona es, por mucho, mucho más de lo que los otros
pueden ver. Y, entonces, viene el amor y activa en el otro lo que ni
siquiera sabía que vivía en él. Luego, tienes necesidad de un "otro"
que te dé esa medida. En la relación de dos, el hombre evoluciona
continuamente. Y no tiene cómo saturarse del otro, cómo aburrirse, cómo
convertirse todo en rutina. Porque cada uno ayuda al otro a desarrollarse. Cada
uno se deshace como el botón de una flor, luego como una bella rosa y este
florecimiento es entonces permanente. Muchas personas parecen incapaces de
tener sentimientos profundos. Esto es porque no han sido amados, y no han
podido empezar a florecer. Pero nada de esto es posible sin Dios. Y sin
el esfuerzo de cada uno para activar en el otro Su misterio, la gracia de Dios.
Debes amar con el Dios que vive en ti, al Dios que vive en el otro.
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¿Cómo deberíamos amar, padre? ¿En dónde nos equivocamos, que siempre nos
quedamos en el mismo punto?
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No sabemos darnos. No conocemos el ejercicio de la entrega personal. La
sociedad actual educa a las personas hacia la satisfacción de sus propios
deseos, les enseña a amarse sólo a ellos mismos, a buscar sólo el bien
personal. a buscar la plenitud propia. Y el amor se convierte, así, en una
clase de accesorio, que sirve sólo para buscar la propia felicidad. "Tengo una carrera, una casa, ah, ¡tengo
también una novia!" Pero no amamos verdaderamente sino hasta que
ponemos en práctica este ejercicio de salir de nosotros mismos y cuando
empezamos a practicar el "dar", cuando entrenamos el poder de amar.
Amar significa gravitar alrededor de la plenitud del otro. Pensar cómo le
puedes ayudar, cómo salir a encontrarle, cómo ayudarle a que descanse, cómo
librarlo de determinado esfuerzo, cómo hacerle feliz, cómo prepararle alguna
comida que le guste, cuando viene cansado o cansada. Debes aprender a vivir por
medio del otro y para el otro. Amar se traduce en muchos gestos. Las
intenciones, los pensamientos en sí no tienen ningún valor en su ausencia. El mundo
está lleno de ellos. Haciendo esos gestos verificas también si puedes amar en
verdad. Recientemente leí en un libro, cómo un detenido político, campesino, estando
prisión ya en su vejez, recibía de su anciana esposa muchas cartas, en las que
ella ponía también alguna flor seca. Esto es una muestra de amor. Y todavía
más. Saber dar cuando estás sin fuerzas. No existe ninguna excusa para no darte.
Si das por dar, cuando te viene la gana, no tiene ningún valor. Entonces cuando
no puedes más y aun así quieres hacer algo por el otro, aparecen de la
nada fuerzas, energía que ni siquiera sabías que tenías. Recibes esa fuerza por
parte de Dios y llegas a hacer mucho más de lo que te creías capaz de
hacer. Darte cuando ya no tienes fuerzas te vincula en verdad con el otro y
hace que éste se abra, que se dé también en su momento. En el amor,
debemos dar lo que no tenemos, cuando no tenemos. Entonces, como en el
Evangelio, la nada se transforma y el pan y los peces alcanzan para todos.
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Hasta qué punto puede darse uno, sin anularse totalmente? Algunas veces puede
ser mejor detenerse, cuando el otro no responde de la misma manera...
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El darse es un gesto voluntario, no depende del otro, no es esclavitud. Nadie
te pide hacerlo. Dándome no me anulo a mí mismo, sino que me reencuentro a mi
mismo y me enriquezco con la forma de ser del otro. Aunque cuando hablamos de
la posesión, allí sí existe anulación de uno mismo.
"Cuando Dios te manda el amor, no significa que te está dando de una vez un gran amor”
- No todo el mundo puede jactarse de haber vivido un amor extraordinario. ¿Es nuestra culpa? Depende de nosotros que vivamos un amor grande o es un don de Dios?
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Dios tiene un camino para cada uno. No existen las coincidencias. El hecho de
encontrarte con determinada persona, es algo que concierne sólo a la voluntad
del Señor. Pero, la forma en que reaccionamos en ese encuentro, pertenece sólo
a nosotros. Cada persona que encontramos
en nuestro camino es un don de Dios y nosotros debemos preguntarnos, cada vez,
por qué Dios quiso que nos encontráramos con dicha persona. ¿Qué puedo hacer
con esta relación? ¿Qué debo entender? ¿Qué propósito tiene? Luego, no hay que
confundir enamoramiento con amor. Si Dios te manda amor, no significa que te
dio ya “un gran amor”. El amor es sólo una dote que te da Dios. Si lo
malgastas, no encontrarás nunca el amor verdadero. Puede que al principio no
parezca tan grande, pero el amor, si se trabaja, crece muchísimo. El amor no es
una emoción, es una fuerza. Dios no es material y aún así se define a sí mismo
como amor. ¡Entonces, el amor no es material, no es un cuerpo! Desde luego,
también el elemento físico hace parte del amor, pero el amor no se reduce a
aquel. El amor es una fuerza enorme de la persona, que se recibe “de arriba”,
una fuerza que debe ser liberada y trabajada por cada uno en una pareja. Digo
“liberada”, porque usualmente nos amamos a nosotros mismos y entonces el amor se
encierra sólo en nosotros, se mueve en círculo. Eso es un amor egoísta, vuelto
a sí mismo, en lugar de ser libre y sin pedir nada a cambio.
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¿El amor verdadero es siempre libre?
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Sí, el amor verdadero afirma la libertad del otro. No trata de dominarlo. Este
es un punto de error muy frecuente en las parejas, cuando uno trata de
transformar al otro, ajustarlo a su propio gusto. Cuando amas, debe brotar de ti
el sentimiento de vivir al otro, de entenderlo, de ver el mundo a través de sus
ojos. Si pasas sobre su libertad, entonces aparecerá el instinto de defensa. Y
esa persona se cerrará en sí misma. Se protegerá de ti, se sentirá agredido o
agredida. En una relación debe existir un balance entre cercanía y distancia. Debe
guardarse el “misterio” del otro, no su eliminación. Así, evita intentar
controlar todos los rincones de su alma, como si entraras con un tractor en su
jardín. El atreverse a tanto destruye el “misterio del otro”. El ejercicio éste
de salir de nosotros mismos es a veces doloroso, porque conlleva abandonar una
posición segura, salir de todo tu confort de ser, adoptando la forma de ser del
otro. Pero sólo así puedes crecer, enriquecerte y transformar el amor en una
vía de conocimiento. Si te quedas en ti mismo, te quedas pobre. Aún más, un día
notas que todos se alejan de ti. Te quedas solo.
- Algunas veces, aunque hagas todo por la otra persona, pareciera que ésta permanece indiferente y no te da ni siquiera una miga de amor. ¿Cómo saber cuál es la persona por la que vale la pena darlo todo?
- Obviamente, es importante que no comiences una relación hasta no estar seguro de ella. El potencial de afecto, de amor, debe guardarse hasta encontrar esa persona adecuada para ti en verdad, con quien debes tener, ante todo, un entendimiento espiritual, no físico. Luego, si una persona de calidad encuentra otra persona de calidad y se entrega hasta el final, logra conquistar a la otra persona con el amor, si es que la otra persona ama menos. El amor perseverante de uno, puede salvar al amor del otro. He conocido muchas parejas que, estando al borde del final, lograron recuperarse milagrosamente, llegando a ser incluso más fuertes de lo que esperaban. Debemos aprender a apreciar las crisis… La pregunta esconde, aún así, una trampa. Si te detienes en la persona, te arriesgas a perderlo todo. Pero si en tu mente tienes también a Dios, encuentras a tu alrededor suficientes personas que merecen que les des todo, sin temor a perder. Ninguna persona merece, en sí, que le des todo. Porque la persona en sí no es la última realidad, sino Dios que vive en él. En definitiva, por medio de la persona nos entregamos, de hecho, a Dios.
"Si no se llega hasta el casamiento, quiere decir que Dios ha sido sacado de la ecuación”
- ¿Existen las almas gemelas? ¿Existen esas personas tan parecidas, con las que todo es más fácil?
- Existen, aunque no necesariamente es sólo una para cada caso, sino pueden ser muchas más. Es decir, no existe una sola
persona con la que está escrito que debas estar. Existen, realmente, muchas más
personas en este mundo, con las que puedes entenderte perfectamente. El hecho
que te encuentres con una de esas personas y que, sin saberlo, el amor no haya
existido, no quiere decir que ya te quedaste sólo o sola para toda tu vida. Así
como el hecho de encontrarte con un alma parecida no garantiza que el amor va a
durar para siempre, si es que no trabajas en sus virtudes. Sin ese
“encajamiento”, no es posible el amor. Pero el entenderse es sólo un requisito:
no garantiza la eternidad del sentimiento. ¡No mereces algo por lo que no hayas
hecho ningún esfuerzo! Al contrario, sucede a menudo que precisamente esta
clase de amor se termina más rápido,
porque todo es perfecto y nadie hace ningún esfuerzo en él. Se llega a una
clase de suficiencia, porque el otro corresponde perfectamente mis necesidades
y yo las suyas y entonces cada uno se ama a sí mismo, por medio del otro.
- ¿Nacen así los celos y la posesión?
- ¿Nacen así los celos y la posesión?
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Los celos no son más que el amor a uno mismo, a través del otro. Si eres
celoso, es porque no amas al otro verdaderamente, sino que crees que el otro es
algo tuyo, un derecho propio y que alguien atenta contra esto. Temes que venga
alguien y te lo robe. Pero nadie tiene derecho a poseer a otro. Un amor así
es anómalo, con celos y sufrimientos que te mantienen vigilando y te oscurecen
la mente: son amores malvados. Son fascinantes en su forma, son muy sensuales y
tienen un erotismo exacerbado, pero producto de mucho sufrimiento y te
destruyen como persona. Tú crees que te has sacrificado sufriendo, pero de
hecho sólo fuiste una posesión. El amor verdadero, que viene de Dios,
construye, no destruye. Es como un cielo despejado. No tiene nubes ni bruma.
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Actualmente, muchas personas eligen una forma “libre” de amor. Ya no se casan;
es más, en algunos casos, ni viven juntos, pero aún así, se aman y viven en
armonía. ¿Es esto algo equivocado?
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El amor que no implica responsabilidad y sacrificio, no es un amor verdadero. Es
un amor coyuntural, que no alcanza la madurez. De hecho, en esos casos ni
siquiera se llega al amor real, se queda en la etapa de enamoramiento. Si no se
llega al casamiento, es que Dios ha sido sacado de esa ecuación. Y, sin la
gracia divina, el hombre es finito y su amor dura sólo un tiempo. Quienes
eligen esta forma, quieren un amor en el que no tengan nada qué perder, sino
sólo ganar. Quieren tomar algo que se obtiene fácilmente y permanecer siempre
libres, en caso que aparezca alguna “oferta” mejor.
- Cuando estás en medio de una relación que te hace infeliz, sueles pensar que talvez existe alguien que te quiera mucho más, que te entienda mejor...
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Esta forma de ver las cosas es una consecuencia del pensamiento tecnicista. Un
producto se desecha en el momento en el que aparece una versión mejorada de él.
Es decir, es sacado de circulación. Pero, las personas no pueden ser “sacadas
de uso”... Debemos profundizar, “excavar” en nuestra
relación, para llegar a nuevas y nuevas oquedades, incluso si aparecen
oportunidades para relacionarnos con otras personas más adecuadas. No es válido
cambiar de persona. No es correcto empezar miles y miles de caminos, porque
nunca llegaremos al final. No puedes remodelarte toda la vida de acuerdo a
cualquier tipo de novia o de novio, porque te haces pedazos, te quedas sin
nada. Puede que creas que así has ido ganando experiencia, que te has
enriquecido en tu forma de ser, pero de hecho te has ido perdiendo a ti mismo,
porque no sabes quién eres en verdad. En el amor, como en la profesión, es muy
importante ser perseverante. No puedes ser médico tres años, luego tres años
actor y otros tres, futbolista. Debes avanzar. Porque el impasse al que llegas
en una relación es sólo tuyo, no del otro. Dios te ha ordenado que avances, que
evoluciones. Cambiando y cambiando de pareja, huyes de ti mismo, huyes de lo
que puedes ser. Pero el obstáculo aparecerá una y otra vez, bajo otra forma,
quien quiera que esté junto a ti.
"Nada
se logra sin sacrificio, sin el Principio de la Cruz "
- ¿Por qué es tan importante la fidelidad? Conozco personas que dicen que aman a su pareja, aunque también les engañan de vez en cuando, porque eso “es algo sin importancia, en tanto no se involucren los sentimientos”.
- Se mienten solos. La infidelidad es una forma de consumo. Es horrible “consumir” a los otros, para satisfacer tus necesidades amatorias. Pero, de hecho, sólo tú te consumes. Te estancas. Sin fidelidad, no podrás llegar a niveles más profundos. Sólo así puedes evolucionar. Si te permites esas otras “alternativas”, es que no estás dispuesto a enfrentar el reto de amar, sino que lo quieres esquivar. Si rechazas esas “alternativas”, entonces no dudas más, sobrepasas cualquier crisis y ves qué potencial hay dentro de ti y dentro del otro. Y así has ganado mucho más y te llenas más que antes. Llegas a un nivel elevado del amor, a un amor más refinado y profundo, que no radica sólo en el enamoramiento físico. Poco esfuerzo significa poco resultado, quiere decir que huyes de tu propia plenitud. Entonces, hay que estar consciente que sin sacrificio nada es posible, sin el “Principio de la Cruz”. Éste es tu ventana hacia la Resurrección. San Máximo el Confesor decía que en la creación todo es posible según la cruz. Así se manifiesta el amor de Dios frente a nosotros. Porque en nuestra condición de caídos, de pecadores, esto es lo que tenemos. No se nos da nada, si no sacrificamos algo. Sacrifica tu propio yo, para que se acerque el yo del otro. Es una renuncia a ti mismo. El sacrificio da certeza a cualquier relación. Es el que determina el amor. Enamorarse es muy fácil, pero amar es difícil. Huyes de la cruz, huyes de resucitar, huyes de la felicidad, huyes del amor verdadero. No se puede “sin”. Sin cruz, el camino es fácil, es muy cómodo. Ignorando sufrir con alegría, llenando nuestro dolor de un propósito, huimos, de hecho, de la vida. Y todo lo que recibimos, entonces, es de segunda mano. Todas las alegrías y amores se diluyen. Todo lo que nos queda es un aburrimiento absoluto.
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¿Por qué el sufrimiento por amor es uno de los más dolorosos?
- Porque la persona, amando, se abre y se hace vasta. Entonces, cualquier golpe lo recibirá en lo más profundo de su ser. Si el amor se vivió dando su lugar a Dios y aún así la otra persona te deja, Dios no quedará como deudor. Él viene y te llena ese vacío, porque tú no sólo amaste a quien te dejó, sino también a Dios en esa persona. Puede que quedes destrozado después de un rompimiento, si es que no tienes a Dios en ti.
- Porque la persona, amando, se abre y se hace vasta. Entonces, cualquier golpe lo recibirá en lo más profundo de su ser. Si el amor se vivió dando su lugar a Dios y aún así la otra persona te deja, Dios no quedará como deudor. Él viene y te llena ese vacío, porque tú no sólo amaste a quien te dejó, sino también a Dios en esa persona. Puede que quedes destrozado después de un rompimiento, si es que no tienes a Dios en ti.
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Algunas veces, después de un amor grande, no nos queda valor para empezar de
nuevo, para abrir nuestra alma otra vez. ¿Cómo podemos sanar esas heridas, ese
dolor que queda después de una ruptura?
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… el
sufrimiento es un misterio muy grande. Es inútil intentar explicarlo
teóricamente, porque de todas formas el corazón te seguirá doliendo. Y
cualquier consejo es inútil. Sólo Dios puede sanar este tipo de heridas, si es
que vale la pena. Pero algunas de ellas ni siquiera deben ser sanadas. Sucede
algunas veces que tu corazón parece tener muchísimas heridas abiertas… aunque la
capacidad de sufrimiento de la persona es muy grande. Pero tampoco debemos
obsesionarnos con que se nos cierren esas heridas, tanto que lo demás se nos
olvide. Un amor fallido no tiene por qué destruirnos afectivamente. Puedes
comenzar otra relación aún teniendo una herida en tu corazón. O muchas. Dios te
da, de cualquier manera, la fuerza para amar de nuevo. Debes seguir tu camino,
debes tener el valor de abrirte nuevamente. ¡No tienes permiso para detenerte!
"La
felicidad se trabaja en cada día”
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A algunos les parece que sólo sufrimiento les ha tocado en esta vida...
- Esto hay que entenderlo como si se tratara de un juego entre tú y Dios. En el sufrimiento se esconde, de hecho, el amor de Dios para ti. Y entonces empiezas a encontrarle un sentido a cada sufrimiento. Sin Dios, todo termina en un gran absurdo. Y el sufrimiento más pequeño te desmorona. No entiendes nada más y llegas al extremo de poner fin a tu vida. Con Dios, hasta el sufrimiento más grande tiene sentido y es seguido por una felicidad. No debes olvidar que Dios te ama y te pone a prueba. Te prueba, porque quiere darte algo, ¡pero con un precio! Debes merecer ese regalo, debes elevarte espiritualmente al nivel en que puedas recibirlo. Es el nivel siguiente del juego. De todas formas, el regalo, el don es siempre más grande que el sufrimiento atravesado para llegar a recibirlo. Dios no nos puede dar ese don libremente, porque entonces nos asfixiaría con su amor, nos destruiría el ser, no nos dejaría que volviéramos a florecer libremente. Dios, al amarnos, nos pone a prueba, como la plata al fundirse. Porque quiere extraer de nosotros la esencia más pura.
- Esto hay que entenderlo como si se tratara de un juego entre tú y Dios. En el sufrimiento se esconde, de hecho, el amor de Dios para ti. Y entonces empiezas a encontrarle un sentido a cada sufrimiento. Sin Dios, todo termina en un gran absurdo. Y el sufrimiento más pequeño te desmorona. No entiendes nada más y llegas al extremo de poner fin a tu vida. Con Dios, hasta el sufrimiento más grande tiene sentido y es seguido por una felicidad. No debes olvidar que Dios te ama y te pone a prueba. Te prueba, porque quiere darte algo, ¡pero con un precio! Debes merecer ese regalo, debes elevarte espiritualmente al nivel en que puedas recibirlo. Es el nivel siguiente del juego. De todas formas, el regalo, el don es siempre más grande que el sufrimiento atravesado para llegar a recibirlo. Dios no nos puede dar ese don libremente, porque entonces nos asfixiaría con su amor, nos destruiría el ser, no nos dejaría que volviéramos a florecer libremente. Dios, al amarnos, nos pone a prueba, como la plata al fundirse. Porque quiere extraer de nosotros la esencia más pura.
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¿Qué debemos hacer para ser felices?
- Debemos empezar la búsqueda de la verdad del amor, con todas nuestras fuerzas. No nos agarremos estérilmente de la superficie, sino démonos totalmente a todas las personas y, por medio de ellas, a Dios. Y haganose sto toda nuestra vida. La felicidad verdadera existe. Y existe aquí, en la tierra. Ella no es más que un camino en el que vamos avanzando. Sólo en la medida en que sepamos darnos, así la iremos recibiendo.Porque talvez Dios nos pone a prueba algunas veces, pero también así nos recompensa en la misma medida. Pareciera que jugara con nosotros, pero así nos hace que queramos mucho más, que deseemos más, que nos hagamos más. La felicidad no es un dado, un golpe de suerte, una sorpresa que te cae a tí. Una felicidad estática nos llenaría de un completo aburrimiento. La felicidad se trabaja, se gana diariamente. Es una escalada continua, una dinámica que se adapta permanentemente a nuestras necesidades. La felicidad es un convertirse, un devenir.
El Padre Panteleimón es originario de Timisoara,
Rumania. Terminó la Facultad de Artes Plásticas en la Universidad del Este. Actualmente
vive como monje en el Monasterio Oasa, en donde se dedica a la iconografía.
Traducción libre del texto publicado en formula-as.ro
. COMO DESARROLLAR INTELIGENCIA ESPIRITUAL
ResponderEliminarEN LA CONDUCCION DIARIA
Cada señalización luminosa es un acto de conciencia
Ejemplo:
Ceder el paso a un peatón.
Ceder el paso a un vehículo en su incorporación.
Poner un intermitente
Cada vez que cedes el paso a un peatón
o persona en la conducción estas haciendo un acto de conciencia.
Imagina los que te pierdes en cada trayecto del día.
Trabaja tu inteligencia para desarrollar conciencia.
Atentamente:
Joaquin Gorreta 55 años
¡He quedado anodadado! (es decir: Sin palabras que poder decir), ¡tal es el grado de impresion que me ha causado este articulo! Todo lo que dice son "Letras de Oro" para enmarcar. No sabía que alguien pudiera tener las cosas tan claras respecto del Amor de Dios. Lo unico que puedo añadir a este explendido comentario es lo siguiente: En el momento en que empiezas a amar de verdad (con un amor de Dios), también empieza en tí, un camino "de sufrimiento". ¿Porqué? Pues porque el Amor Verdadero no queda "impasible" o "indiferente". Todo Amor verdadero tiene una "camino de sufrimiento", lo cual es lógico, porque el Amor Verdadero, es un Amor que "siente, sufre, se preocupa por el otro". ¿Y quien es ese "otro"? Cualquier persona, ya sea tu mujer, tu marido, tu hijo, un vecino, una persona desconocida.... El Amor verdadero se preocupa por todos, y en la medida en que tú Amor se haga más puro y verdadero, tú sufrimiento también ira en aumento, pero a la vez que tu sufrimiento aumenta, tú felicidad aumenta también en la misma manera. Es el misterio del Amor Verdadero, que lleva aparejado un sufrimiento que es feliz y gozoso. El "gozo", no se encuentra en "sufrir", (ya que eso sería una actitud "masoquista", sino que ese sufrimiento es la "confirmación de que verdaderamente tu amor es verdadero". Hay Amores verdaderos que no necesariamente te hacen sufrir, pero cuando se sufre por Amor, se confirma que tu Amor es cierto. Pero todo Amor, tiene sus raices en Cristo. Si se prescinde de Cristo, entonces tu Amor no puede tomar profundidad, y se queda en un Amor que podria haber crecido más y no lo ha hecho. ¿pero que puedo yo decir sobre el amor, si en este escrito se ha dicho ya tantas cosas tan bellas? Solo puedo agradecer a la persona que traduce estos textos, para animarle a que siga haciendo su trabajo tan bien hecho como lo esta haciendo. Muchas Gracias.
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