Algo propio de
las sociedades postmodernas contemporáneas, es la tendencia a huir de Dios. En
tales sociedades cualquier mención a la presencia de Dios en el espacio público
y en los corazones de las personas es puesto bajo un signo de interrogación,
cuestionado, alejado y reemplazado con rapidez. La prisa y hasta el odio con el
que todo esto se hace, da la impresión que (cualquier mención de Dios)
constituye ya un delito...
Los arquitectos
de la sociedad atea consideran un crimen la formación de los niños, en el
ámbito familiar, en el espíritu de la fe cristiana. Así, el sistema educativo
es un punto basal de una sociedad en la que se niega la existencia de Dios.
Un niño que
escucha las palabras del Evangelio desde la más pequeña edad, tiene todas las
posibilidades de recibirlas y
trabajarlas en su madurez. Pero el niño que no las conoce, tiene muchas más
posibilidades de permanecer sin fe a lo largo de toda su vida. Porque una
persona que crece a la luz de la Palabra de Dios difícilmente podrá ser engañado
y seducido por las palabras de los demás – ideólogos que no buscan más que la
muerte del hombre por medio de su propia glorificación. Mientras que un niño
educado en la atmósfera cerrada de las ideologías modernas que niegan a Dios
será una presa fácil cuando crezca.
(...)
Uno de los
programas educativos más controversiales en la actualidad, es el de Quebec,
Canadá, porque pretente reemplazar a Dios por medio de cierto indoctrinamiento
sutil. El Ministerio de Educación de Quebec, sin debatirlo públicamente, impuso
– comenzando en septiembre de 2008 – a todos los alumnos, desde la primaria
hasta el diversificado, el nuevo “Curso de Ética y Cultura Religosa”, con la
intención abierta de enseñar a los niños la “igualdad entre religiones”, el
pluralismo, tolerancia, la multiculturalidad, para “facilitarles el desarrollo
espiritual en búsqueda de su autorealización”.
Con otras
palabras, el programa busca reemplazar la autoridad de los padres, con la del
Estado, en lo que respecta a la educación religiosa de los pequeños, dejando la
impresión que “ninguna religión es mejor que otra”, de manera que elegir una
religión no sea algo distinto a elegir un producto en lugar de otro.
Así, en medio
del escándalo originado por esa nueva visión del mundo, impuesta por el Estado
no sólo a las escuelas públicas, sino también a las privadas, la mayoría de
quienes debatieron tal medida, observaron que la única “religión” que promueve
tal curso es el relativismo moral y religioso y el detrimento de la fe
dominante en Quebec, el cristianismo. La intención de tal medida se observa
claramente desde la forma en que tal curso fue organizado: el cristianismo fue
emplazado junto a las más oscuras religiones paganas, mientras que Jesús fue
situado junto a otros “grandes hombres”, como Buda, evidentemente con el fin de
atacar en los niños la fe en Jesús como Hijo de Dios.
Uno de los
autores del curso declaró abiertamente que la idea fundamental que se tomó en
cuenta fue “sacudir cualquier identidad religiosa sólida que los niños pudieran
tener”, para enseñarles la “divergencia y el desacuerdo”.
Una lectura más
atenta de las ideas y estrategias de estos nuevos ideólogos, nos permitirá
observar que aquellas no se diferencian en nada de las de los torturadores de
la prisión de Pitesti (uno de los centros de tortura más crueles utilizados por
el régimen comunista rumano, en el que se instauró el tristemente famoso
sistema de “reeducación”, que consistía en reiterados tormentos psicológicos,
n.n.), que buscaban, por diversos métodos de suplicio, provocar un “shock” en
el individuo para arrancarle cualquier forma de fe en Dios, en la Iglesia y en
la familia, todo para instaurar en él el odio de clase. También de “odio” se
trata todo esto; el odio de los que propagan el ateismo y el relativismo moral
y religioso contra el cristianismo. Pareciera que cambia sólo el método, aunque
el fin es el mismo.
La
“purificación” del lenguaje
Otro modo de
sacar a Dios del corazón de los niños, junto a las formas tradicionales de
concebir el mundo, fue puesta en práctica recientemente, en Gran Bretaña. El
nuevo Oxford Junior Dictionary parece estar inspirado en un aforismo del
filósofo aleman Friedrich Nietzsche, que enloqueció negando a Cristo: “No
lograremos librarnos de Dios mientras sigamos creyendo en la gramática”.
En este sentido,
en la última edición del mencionado diccionario, fueron extraídas ya muchas
palabras, como: santo, obispo, monasterio, abad, salmo, pecado, diablo,
emperador, monarca, imperio, junto a otras palabras que componen la riqueza
del lenguaje sobre el mundo que nos rodea, tales como: castor, buey,
pelícano, durazno, violeta, etc., para reemplazarlas con otras nuevas: blog,
MP3, player, base de datos, celebridad, tolerancia, Unión Europea, debate,
conflicto, emoción, biodegradable (así como lo cuenta el diario Daily
Telegraph).
Esto no es más
que el proyecto totalitario de cambiar las bases del mundo, por medio de la
alteración del lenguaje, así como lo describe George Orwell en su famosa novela
1984. En la sociedad totalitaria descrita por Orwell, el Ministerio de
la Verdad se ocupa con la alteración de la historia, re-escribiéndola
permanentemente y cambiando la percepcion del mundo circundante por medio de la
alteración y simplificación del lenguaje. El objetivo es reducir el bagaje
lexical de tal manera que el lenguaje se convierta en slogan, mientras que los
pensamientos de las personas, estereotipos. El proyecto totalitario descrito
por Orwell no se diferencia en nada con lo que ya se ha puesto en práctica en
Gran Bretaña. Se puede observar, en las palabras citadas, cómo el lenguaje es
filtrado de las expresiones que pudieran remitir a realidades como Dios, la
Iglesia, la tradición, y también de palabras que mantienen esa relación entre
el hombre y su realidad, matizándola. El lenguaje se simplifica, no sólo
cualitativamente, sino también cuantitativamente – el bagaje lexical contiene
menos palabras – y la realidad a la que remite es, entonces, una estrictamente
artificial: una creación del hombre, en la cual Dios y el mundo creado por Él
para el hombre ya no tienen lugar.
Me ha gustado mucho el articulo. No es nuevo, que el estado quiera imponer su dominio sobre la sociedad y los individuos, en su afan por controlarlo todo y manipularlo a su antojo, pero la diferencia de lo que ahora es "nuevo" en esta manera habitual de querer controlar a las personas, lo "nuevo" de este mundo que nos ha tocado vivir, es que nadie es capaz de percibir dicho control, y dicho deseo de manipulacion por parte de los gobiernos, (y por extrapolación más amplia y concreta), por la masoneria, que mueve los hilos del poder y de los estados.
ResponderEliminarAún estamos a tiempo. Aferraos a la Ortodoxía, único camino de salvación, y rezad por nuestros hermanos enfermos, los cuales, si conociesen los dones de Dios, abandonarían todo y arrepentidos seguirían a Jesucristo como maestro y salvador. Estamos en los últimos tiempos y nunca antes había estado todo tan tergiversado, pero aún hay esperanza.
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