viernes, 16 de mayo de 2014

Sobre el sistema educativo moderno (extracto)






Algo propio de las sociedades postmodernas contemporáneas, es la tendencia a huir de Dios. En tales sociedades cualquier mención a la presencia de Dios en el espacio público y en los corazones de las personas es puesto bajo un signo de interrogación, cuestionado, alejado y reemplazado con rapidez. La prisa y hasta el odio con el que todo esto se hace, da la impresión que (cualquier mención de Dios) constituye ya un delito...

Los arquitectos de la sociedad atea consideran un crimen la formación de los niños, en el ámbito familiar, en el espíritu de la fe cristiana. Así, el sistema educativo es un punto basal de una sociedad en la que se niega la existencia de Dios.

Un niño que escucha las palabras del Evangelio desde la más pequeña edad, tiene todas las posibilidades  de recibirlas y trabajarlas en su madurez. Pero el niño que no las conoce, tiene muchas más posibilidades de permanecer sin fe a lo largo de toda su vida. Porque una persona que crece a la luz de la Palabra de Dios difícilmente podrá ser engañado y seducido por las palabras de los demás – ideólogos que no buscan más que la muerte del hombre por medio de su propia glorificación. Mientras que un niño educado en la atmósfera cerrada de las ideologías modernas que niegan a Dios será una presa fácil cuando crezca.

(...)

Uno de los programas educativos más controversiales en la actualidad, es el de Quebec, Canadá, porque pretente reemplazar a Dios por medio de cierto indoctrinamiento sutil. El Ministerio de Educación de Quebec, sin debatirlo públicamente, impuso – comenzando en septiembre de 2008 – a todos los alumnos, desde la primaria hasta el diversificado, el nuevo “Curso de Ética y Cultura Religosa”, con la intención abierta de enseñar a los niños la “igualdad entre religiones”, el pluralismo, tolerancia, la multiculturalidad, para “facilitarles el desarrollo espiritual en búsqueda de su autorealización”.

Con otras palabras, el programa busca reemplazar la autoridad de los padres, con la del Estado, en lo que respecta a la educación religiosa de los pequeños, dejando la impresión que “ninguna religión es mejor que otra”, de manera que elegir una religión no sea algo distinto a elegir un producto en lugar de otro.

Así, en medio del escándalo originado por esa nueva visión del mundo, impuesta por el Estado no sólo a las escuelas públicas, sino también a las privadas, la mayoría de quienes debatieron tal medida, observaron que la única “religión” que promueve tal curso es el relativismo moral y religioso y el detrimento de la fe dominante en Quebec, el cristianismo. La intención de tal medida se observa claramente desde la forma en que tal curso fue organizado: el cristianismo fue emplazado junto a las más oscuras religiones paganas, mientras que Jesús fue situado junto a otros “grandes hombres”, como Buda, evidentemente con el fin de atacar en los niños la fe en Jesús como Hijo de Dios.

Uno de los autores del curso declaró abiertamente que la idea fundamental que se tomó en cuenta fue “sacudir cualquier identidad religiosa sólida que los niños pudieran tener”, para enseñarles la “divergencia y el desacuerdo”.

Una lectura más atenta de las ideas y estrategias de estos nuevos ideólogos, nos permitirá observar que aquellas no se diferencian en nada de las de los torturadores de la prisión de Pitesti (uno de los centros de tortura más crueles utilizados por el régimen comunista rumano, en el que se instauró el tristemente famoso sistema de “reeducación”, que consistía en reiterados tormentos psicológicos, n.n.), que buscaban, por diversos métodos de suplicio, provocar un “shock” en el individuo para arrancarle cualquier forma de fe en Dios, en la Iglesia y en la familia, todo para instaurar en él el odio de clase. También de “odio” se trata todo esto; el odio de los que propagan el ateismo y el relativismo moral y religioso contra el cristianismo. Pareciera que cambia sólo el método, aunque el fin es el mismo.

La “purificación” del lenguaje

Otro modo de sacar a Dios del corazón de los niños, junto a las formas tradicionales de concebir el mundo, fue puesta en práctica recientemente, en Gran Bretaña. El nuevo Oxford Junior Dictionary parece estar inspirado en un aforismo del filósofo aleman Friedrich Nietzsche, que enloqueció negando a Cristo: “No lograremos librarnos de Dios mientras sigamos creyendo en la gramática”.

En este sentido, en la última edición del mencionado diccionario, fueron extraídas ya muchas palabras, como: santo, obispo, monasterio, abad, salmo, pecado, diablo, emperador, monarca, imperio, junto a otras palabras que componen la riqueza del lenguaje sobre el mundo que nos rodea, tales como: castor, buey, pelícano, durazno, violeta, etc., para reemplazarlas con otras nuevas: blog, MP3, player, base de datos, celebridad, tolerancia, Unión Europea, debate, conflicto, emoción, biodegradable (así como lo cuenta el diario Daily Telegraph).

Esto no es más que el proyecto totalitario de cambiar las bases del mundo, por medio de la alteración del lenguaje, así como lo describe George Orwell en su famosa novela 1984. En la sociedad totalitaria descrita por Orwell, el Ministerio de la Verdad se ocupa con la alteración de la historia, re-escribiéndola permanentemente y cambiando la percepcion del mundo circundante por medio de la alteración y simplificación del lenguaje. El objetivo es reducir el bagaje lexical de tal manera que el lenguaje se convierta en slogan, mientras que los pensamientos de las personas, estereotipos. El proyecto totalitario descrito por Orwell no se diferencia en nada con lo que ya se ha puesto en práctica en Gran Bretaña. Se puede observar, en las palabras citadas, cómo el lenguaje es filtrado de las expresiones que pudieran remitir a realidades como Dios, la Iglesia, la tradición, y también de palabras que mantienen esa relación entre el hombre y su realidad, matizándola. El lenguaje se simplifica, no sólo cualitativamente, sino también cuantitativamente – el bagaje lexical contiene menos palabras – y la realidad a la que remite es, entonces, una estrictamente artificial: una creación del hombre, en la cual Dios y el mundo creado por Él para el hombre ya no tienen lugar.

Traducción libre del artículo escrito por Petru Molodet, en la revista Presa Ortodoxa, número 2, año 2009.

2 comentarios:

  1. Me ha gustado mucho el articulo. No es nuevo, que el estado quiera imponer su dominio sobre la sociedad y los individuos, en su afan por controlarlo todo y manipularlo a su antojo, pero la diferencia de lo que ahora es "nuevo" en esta manera habitual de querer controlar a las personas, lo "nuevo" de este mundo que nos ha tocado vivir, es que nadie es capaz de percibir dicho control, y dicho deseo de manipulacion por parte de los gobiernos, (y por extrapolación más amplia y concreta), por la masoneria, que mueve los hilos del poder y de los estados.

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  2. Aún estamos a tiempo. Aferraos a la Ortodoxía, único camino de salvación, y rezad por nuestros hermanos enfermos, los cuales, si conociesen los dones de Dios, abandonarían todo y arrepentidos seguirían a Jesucristo como maestro y salvador. Estamos en los últimos tiempos y nunca antes había estado todo tan tergiversado, pero aún hay esperanza.

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