lunes, 25 de octubre de 2010

Sobre la humildad.



Quiero postear algunos textos que he ido leyendo y que considero que son de mucha importancia y utilidad para todo cristiano. El primero de ellos, escrito por uno de los más importantes padres espirituales de Rumanía:

"La paciencia es el eje en el que nos movemos! La paciencia es parte de la humildad; cuando la persona es más agradecida, más feliz, más satisfecha, más reconciliada con los demás, entonces construye su destino a través de la paciencia. Puede ser que la paciencia venga no tanto de la voluntad, sino de la necesidad! Pero esta experiencia, la de saber ser paciente, te hace poco a poco más fuerte, más creyente, crea tu personalidad.

La humildad es el ropaje divino y el orgullo el ropaje del maligno. Nosotros nos parecemos, entonces, al ropaje que elegimos entre esos dos. Y es muy interesante que, aunque la humildad y el orgullo suelen estar muy lejos uno de otro, la persona puede en un momentito resbalar de la primera al segundo.

La humildad es mi des-composición total, de mi propio egoismo, de mi individualismo! Yo no vivo más, sino Cristo vive en mí. Aquel que fue prototipo de humildad y blandeza.
(...) Porque no el que habla es el que gana, el que conquista, sino aquel que no pierde los ideales de la vida, la salvación. Incluso, aunque seas humilde, aunque seas sencillo, debes ir por el camino de la verdad, que nos lleva a la eternidad. Sí, el camino, la verdad y la vida!

La humildad es una virtud, la más alta, podría decir, en nuestro mundo cristiano ortodoxo y el vacío de humildad en el mundo se ve por todas partes, desde aquellos que conducen el mundo, hasta el último de los individuos; pero (...) humildad no es equivalente a falta de dignidad, falta de personalidad, de tal forma que puedan llevarte "de aquí para allá". Debemos, entonces, hacer una diferencia entre la humildad que ofrecemos ante Dios y aquella que ofrecemos ante los hombres. Humildad no significa que todos puedan pasar sobre mí.

Esto significa humilad, cuando yo me humillo y muero por una verdad dada por Cristo, porque Cristo fue humilde, aunque también digno. Cuando tuvo necesidad de ser severo, lo fue. Cuando le fue preguntado "¿Quién eres Tú? ¿En dónde está la verdad?", el Salvador permaneció callado pero luego supo demostrar y responder por medio de su pasión.
(...)
La humildad es una autoevaluación correcta de la dimensión del hombre en este universo. La humildad unida a la paciencia mueven montañas; así de fuertes pueden volverse para cualquier cristiano."

P. Iustin Parvu.

(El texto anterior lo extraje de "Părintele Iustin Pârvu. Viaţa şi învăţăturile unui mărturisitor", de Graţia Lungu Constantineanu. Rumanía, 2008. De las páginas 556 a 559. La foto es un original hecho por Cristina Nichitus).

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