- Aprendamos a orar. Sobre todo, porque el que ora tiene todas las de ganar ante cualquier situación. El que sólo habla, pierde. El que habla mucho, pierde mucho.
- Oren mucho más. Cuando un pueblo ora, aunque sea sólo el uno por ciento de ellos que oren, Dios se traduce en libertad para ese país.
- Cuanto más ores, más eterno te volverás. ¿Quieres hacer algo por el bien de tu familia y de tu propio pueblo, en el que Dios te puso? Ora mucho más.
- Empecemos con la oración. La teoría queda en segundo plano. No te preguntes cuántos libros has leído, ni te importe cuántos conozco yo. Yo sólo te pregunto: ¿Cuánto oras, hermano? Y dependiendo de tu respuesta te diré de dónde viene tu intranquilidad. Debemos regresar a la oración de nuestros papás. ¿Tuviste a tu mamá y a tus abuelitos en la casa? El día que aprendamos a orar como lo hacían nuestros abuelos, cambiará la situación en nuestro país. ¿No lo recuerdan, acaso? ¿Quién no lo sabe? La abuelita se ponía su velo en la cabeza, se arrodillaba y en medio de sus oraciones se secaba las lágrimas con la orilla del velo. Ella no sabía más que el Padre Nuestro y talvez otro par de oraciones, pero ¿Puedo comparar sus oraciones con las mías de hoy?
- Primero oremos y luego ocupémonos del resto de nuestros asuntos diarios. Si no has orado suficientemente, no lograrás casi nada en el día. Ustedes mismos pueden comprobarlo; así me ha pasado a mí también. Por eso es bueno saber de memoria algunas oraciones: en caso de tener que viajar o si tengo que resolver algún asunto urgente, hago las oraciones que puedo y las termino con el Acatisto de la Anunciación a la Virgen, que los monjes sabemos de memoria, porque así es nuestro deber. Con sólo esto, verás qué bien va todo en el día. Si haces sólo la mitad del Acatisto, lograrás sólo la mitad de tus propósitos de la jornada. Cuando lo terminas completo, pareciera que todas las puertas se abren... Oren mucho y veran cómo Dios arregla todo por medio de Sus ángeles. Porque si lo hiciéramos todo nosotros, ¿En dónde quedarían todos los ángeles de Dios? Todo consiste en saber agradecer y alabar a Dios. No es necesario pedirle todo lo que te falta. Hónrale y Él te dará lo que te es necesario. Sin esperarlo, te encontrarás "la mesa servida".
- Cuando comiences a construir tu casa, cuando comiences a dar tus primeros pasos como familia nueva (después de casarte), cuando comiences a hacer algo de utilidad para tu familia o para los demás, no lo hagas sin antes no haber orado y ayunado. Un día, dos, tres, una semana, hasta el atardecer, como puedas y con la bendición de tu confesor.
- La santificación del hombre comienza con la oración y termina con la oración. Comienza con el Padre Nuestro y termina con la Oración del Corazón o con la oración encendida que incluso trae lágrimas consigo..
- Repite al menos 10 veces "Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten piedad de mí, pecador/a" para santificar tu boca.
- Oren por la paz hasta que venga.
- Sin oración nos sentimos crispados, enojados, con la mente nublada, incluso llenos de orgullo.
- Permanecer en oración es lo mejor que puedes hacer, porque de ella viene todo lo demás.
- Si has aprendido a orar, conoces ya toda la teología.
Fuente: www.razbointrucuvant.ro/2011/11/22/parintele-ioanichie-balan-marturisitorul-de-4-ani-in-vesnicie-cuvinte-de-folos-i-rugati-va-mai-mult-cine-vorbeste-mult-pagubeste-mult/
Foto: apologeticum.wordpress.com
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