El Gran Cisma de 1054, parte II.

jueves, agosto 19, 2010 Posted by JDavidM




Por supuesto que estas pretensiones de los papas crearon tensiones entre Occidente y Oriente. Pero no era solamente eso. Los griegos acusaron a los occidentales de promover algunas prácticas no-canónicas: el celibato obligatorio para los miembros del clero, el consumo de carne de animales estrangulados y de su sangre, ayuno en sábados, consumo de alimentos de origen animal en los sábados y domingos de la cuaresma, introducción de la “misa” romana, más corta, en lugar de la Liturgia ortodoxa, la representación del Redentor con la forma de un cordero, y especialmente la doctrina sobre que el Espíritu Santo proviene “del Padre y del Hijo”, impuesta por el imperio carolingio.

También existió una disputa sobre las provincias de Italia del Sur (Calabria), Sicilia y Creta, que fueron trasladadas por el emperador León III “el Isaurio” bajo jurisdicción de Constantinopla, porque fue acusado del Papa de hereje, y territorios que el Papa pretendía permanentemente.

Otro foco de conflicto entre Oriente y Occidente era el hecho de que la mayor parte de países eslavos, aún estando a punto de adoptar el cristianismo, tenían ciertas dudas frente a las presiones políticas y religiosas que venían de parte de los dos imperios rivales: Bizancio y el Imperio Franco.

El Papa Juan VIII entendió el peligro que representaba para la unidad cristiana la actitud de sus predecesores e inmediatamente le dio la razón a los griegos en el problema del lenguaje litúrgico y en lo relativo al “Filioque”. Emisarios suyos enviados a Constantinopla condenaron junto a la Iglesia Oriental la famosa adición “y del Hijo” hecha al Credo. El Sínodo de los años 879-880 representa un modelo de la forma en la que la Iglesia Ortodoxa entiende la unidad de los cristianos: unidad en la fe, de la cual el primado romano puede ser un testigo.
No obstante, los dos pueblos, griego y romano, con predisposiciones e inclinaciones diferentes, especialmente en cuanto al idioma, cultura y civilización, arriban al siglo IX sin entenderse; se veían incluso con recelo y resentimiento.
El “papismo” se involucró también en las discusiones propias de Constantinopla sobre quién debía ocupar el sillón patriarcal, incrementando así el resentimiento de Oriente en contra de Occidente. Así, en el año 933, el emperador Romano I Lecapeno colocó a su hijo Teofilacto en la patriarquía, apartando al venerable Trifón. Para que este “movimiento” pareciera canónico, creyó adecuado dirigirse a la Iglesia de Roma, rogándole al Papa Juan XI que reconociera al nuevo patriarca. El Papa no tardó en satisfacer el deseo del emperador. Después de la muerte de Teofilacto, los patriarcas siguientes no quisieron plegarse a los intereses de Roma, haciendo más pronunciados los desacuerdos ya existentes.
En el año 1014, el emperador Enrique II de los germanos, visitó Roma para ser coronado por el Papa Benedicto VIII y además obtuvo que la ceremonia de coronación se realizara bajo el rito germánico, es decir, con la Liturgia modificada por el “Filioque”. Como consecuencia, bajo órdenes del Patriarca Sergio II, el nombre del Papa fue borrado de los dípticos de las iglesias de Constantinopla. Es decir, entonces, que desde los inicios del siglo XI la comunión entre las dos “romas” ya se había roto. Ese estado de fuerte tensión instalada entre Oriente y Occidente, llevaron a que el emperador Constantino Monómaco convocara un sínodo en Constantinopla.
Pero en el siglo XI, a diferenceia de los siglos anteriores, cuando las tensiones entre Roma y Constantinopla tendían a atenuarse constantemente, la situación adquirió incluso un tinte trágico, porque debido a una mutua ignorancia, Oriente y Occidente perdieron el criterio común que alguna vez les hizo entenderse. Para unos, el trono de Roma era el criterio único de la verdad, para los otros, el Espíritu de la Verdad descansaba sobre la Iglesia completa y se expresaba por medio de los sínodos.
El Papa Leon IX aceptó la propuesta del emperador Constantino Monómaco y envió, a principios de enero del año 1054, una delegación específica a Constantinopla, encabezada por el Cardenal Humberto de Silva. Desafortunadamente, aquél era un hombre orgulloso y engreído, que no podía soportar a los griegos – como ejemplo, podemos mencionar los epítetos injuriosos de “perro sucio, muérdete la lengua” dirigidos a Nicetas Stetathos, “stárets” del Monetario Studion, que había escrito algunas cartas en desacuerdo con los latinos – de muestra claramente el odio del cardenal de Silva en contra de los griegos; incluso, estudiosos católicos se han admirado de cómo pudo el Papa enviar a Constantinopla a alguien así de arrogante y prepotente.
El emperador recibió la delegación con honores, lo que incrementó el orgullo de los delegados romanos. El cardenal de Silva y los otros fueron hospedados en el Monasterio Studion de Constantinopla. El Patriarca Miguel Cerulario, sabiendo que no se podía esperar nada bueno de parte de los delegados latinos, les comunicó que todos los asuntos y malos entendidos eclesiales serían discutidos en sínodo (además, se dudaba de la autenticidad de las cartas oficiales de los delegados romanos, toda vez que el Papa en aquellos momentos era prisionero de los normandos y no podía, parece, firmar documentos oficiales).
Frente a las reticencias del Patriarcado bizantino, el cardenal Humberto de Silva redactó un acta de excomunión, misma que colocó sobre la Santa Mesa de la Iglesia de Santa Sofía, acta en la que aducía acusaciones graves en contra de los griegos, siendo la más absurda la que mencionaba que los griegos habían extraído del Credo la enseñanza que “el Espíritu Santo proviene también del Hijo” – Filioque – cuando cualquiera sabe que la Santa escritura, los Santos Padres de la Iglesia y los Sínodos ecuménicos hablan minuciosamente únicamente de la procedencia del Espíritu Santo de una sola fuente, Dios Padre, y no de dos orígenes, del Padre y del Hijo.


(Extraído y traducido de "Călăuză în Credinţa Ortodoxă". Por el Archimandrita Cleopa Ilie. Editura Mănăstirea Sihăstria. Rumanía, 2007. Páginas 21-33)

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