1 de octubre, festividad del Manto Protector de la Madre de Dios.

viernes, septiembre 30, 2011 Posted by JDavidM


La fiesta del Sagrado Manto Protector de la Virgen ha sido establecida para recordar la visión que tuvo San Andrés de Constantinopla, de la Madre de Dios que tapaba con Su omóforo (largo manto o pañuelo) a los cristianos en el templo de Vlaherna, durante el sitio de los enemigos de Constantinopla en el siglo X. Ese día, cerca de las cuatro de la mañana, el santo vislumbró a una majestuosa Mujer viniendo desde las Puertas Reales de la Iglesia apoyada por San Juan Bautista y San Juan Evangelista y precedida y seguida por muchos santos que entonaban himnos y canciones religiosas. San Andrés se acercó a su discípulo Epifanio y le preguntó si podía reconocer a la Reina del mundo. "La veo" — le contestó aquél. Mientras la observaban, Ella, arrodillada frente al ambón, rezó llorando por mucho tiempo. Después, se acercó al Altar y rezó por el pueblo ortodoxo. Al terminar las plegarias, descubrió Su cabeza quitándose el manto y lo extendió sobre todo el pueblo presente. La ciudad fue salvada. San Andrés era de origen eslavo y en los países de Europa del Este se respeta profundamente la fiesta del Sagrado Manto Protector de la Virgen y muchas iglesias la honran con su nombre.

Con información de fatheralexander.org

Sobre el Monasterio Durau, en breve.

jueves, septiembre 29, 2011 Posted by JDavidM

El Monasterio Durau está situado en la estación geográfica del mismo nombre, al este del monte Ceahlaul. Debido a su privilegiada ubicación en la Moldova rumana, el monasterio ha sido durante mucho tiempo un apreciado refugio hesicasta en el pais.


La iglesia actual del monasterio fue construida sobre una vieja ermita para monjas, de la que ya se tenían registros en el siglo XVII.  En 1959 el monasterio fue clausurado, siendo re-abierto como tal en 1989, y en 1991 recibió como primeros miembros de la nueva congregación a 20 monjas del Monasterio Varatec. Actualmente, el monasterio es dirigido por la "staretsa" (abadesa) Raisia Stavrofora.

Aquí, un video que muestra en pocos minutos la belleza del lugar.

El iconostasio.

lunes, septiembre 12, 2011 Posted by JDavidM


El iconostasio es una pared más o menos sin interrupciones que va desde la parte septentrional a la meridional del templo, y en la cual, en un orden delimitado, se colocan los iconos. Esta pared separa el santuario de la parte central del templo ortodoxo. En el iconostasio hay tres puertas. La puerta central, con dos hojas, recibe el nombre de puerta santa, y está prohibido que entre por ella nadie que no sea clérigo. A la derecha se encuentra la puerta meridional, llamada también puerta diaconal, y a la izquierda la puerta septentrional.


Los iconostasios no han estado siempre en la iglesia; en los primeros siglos, el santuario era visible para todos los que rezaban y la única separación consistía en una celosía. Aún hoy la puerta santa muchas veces está adornada por una celosía, y el iconostasio casi nunca llega hasta el techo. Esto es así para que la voz del sacerdote se pueda escuchar en todo el templo.





Contemplemos ahora los iconos. El iconostasio está adornado exclusivamente por diferentes filas de iconos.



La primera fila. Hay algunos momentos importantes; si se conocen, es sencillo comprender la difícil simbología del iconostasio. Cuando entras en un templo que no conoces, vale la pena mirar las imágenes de la fila de abajo: en ella se encuentran siempre los iconos más grandes.
Comencemos por la imagen exterior a la derecha. Es un icono propio del templo, y en él se destaca en honor de qué festividad o a cuál santo se dedica la iglesia en la que te encuentras. En este mismo lugar, a la izquierda, está “el icono del orden local”. Al verlo, sabrás cuál es el santo más venerado en tal lugar, ciudad o país.
Al acercarte a las puertas santas, verás sobre ellas los iconos, no muy grandes, de la Anunciación y de los cuatro evangelistas: Mateo, Marcos, Lucas y Juan. Sobre las puertas santas se encuentra “La Última Cena”: el símbolo del sacramento de la Eucaristía.
A la derecha de las puertas santas hay un gran icono del Salvador; a la izquierda, el icono de la Madre de Dios con el Niño en las manos. Sobre las puertas septentrional y meridional, los arcángeles Gabriel y Miguel.




La segunda fila
. Veamos los iconos de la siguiente fila. Si la fila más baja nos muestra los momentos más importantes de la enseñanza ortodoxa y las características de la veneración de los santos de aquel lugar, la segunda fila (también llamada orden de la Deesis) es más compleja: el número de iconos es mayor y su tamaño es más pequeño. Toda esta fila simboliza la oración de la Iglesia a Cristo, la súplica que se eleva ahora y que se concluirá en el momento del Juicio Final. En el centro de esta fila (directamente encima de las puertas santas y sobre el icono de la Última Cena) se encuentra el “Spas (Salvador) entre las potencias”. Cristo, sentado en el trono con el libro, está representado sobre el fondo de un cuadrado rojo con los ángulos prolongados (la tierra), de un círculo azul (el mundo espiritual) y de un rombo rojo (el mundo invisible). Esta imagen presenta a Cristo como juez severo de toda la creacción. A la derecha se encuentra la imagen de Juan el Precursor, que ha bautizado al Señor; a la izquierda, el icono de la Madre de Dios. No por casualidad la Virgen es intercesora. Se la representa en toda su estatura, mirando hacia la izquierda y llevando un rollo en la mano. A derecha e izquierda de estos iconos están las imágenes de los ángeles, profetas y santos más conocidos, que muestran con su vida la santa Iglesia de Cristo
.


La tercera fila
. Esta fila recibe también el nombre de “orden de las festividades” o fila histórica: nos muestra los acontecimientos de la historia evangelica. El primer icono de esta fila es la Natividad de la Santísima Virgen María; vienen después la Presentación de la Madre de Dios en el templo, la Anunciación, la Natividad de Cristo, la Presentación de Cristo en el templo, el Bautismo, la Trasfiguración, la Entrada en Jerusalén, la Crucifixión, la Resurrección, la Ascensión, la Venida del Espíritu Santo y la Asunción.


La cuarta fila. Si los iconos de la tercera fila son ilustraciones del Nuevo Testamento, los de la cuarta nos llevan a los tiempos de la Iglesia veterotestamentaria. Aquí están representados los profetas que predicaban lo que habría de suceder: la venida del Mesías, la aparición de la Virgen que dará a luz a Cristo. No por causalidad en el centro de esta fila se encuentra el icono de la Madre de Dios, “la Orante”, que muestra a la siempre pura Virgen con las manos alzadas hacia el cielo en postura de oración y con el Niño en su seno.


La quinta fila.
Esta fila se llama el “orden de los patriarcas”. Los iconos de esta fila nos remiten a los acontecimientos más primitivos en el orden del tiempo. Aquí se encuentran las imágenes de los antiguos padres, desde Adán hasta Moisés. En el centro de la fila se encuentra el icono de la “Santísima Trinidad veterotestamentaria”, símbolo del eterno acuerdo de la Trinidad con respecto al sacrificio del Dios-Verbo para la Redención del hombre tras la caída de éste.


La cima del iconostasio la coronan los iconos de la Crucifixión. Este esquema del iconostasio no se reproduce en todas las iglesias. En los tiempos de la antigua Rus, el iconostasio de cinco filas era el más comín, pero a veces la cantidad de filas podía reducirse hasta una con la necesaria imagen de la Última Cena sobre las puertas santas.


Tomado de orthodoxworld.ru

Sobre los íconos, en pocas palabras.

domingo, septiembre 11, 2011 Posted by JDavidM



Cuando entramos en una Santa Iglesia, lo primero que nos llama la atención son los íconos que vemos ahí adentro.

¿Qué son los Santos Íconos? Son las representaciones o imágenes por las que nos son mostrados los rostros o apariencia de personas que han vivido en santidad a través de los siglos, representándose también momentos de importancia en ha historia del cristianismo.

¿Qué se representa en los Santos Íconos? Usualmente se representa la imagen de Nuestro Salvador Jesucristo, la de la Virgen María, la de los Santos Apóstoles, la de los Padres de la Iglesia, de los ángeles y arcángeles, etc.


  Los santos íconos nos enfatizan también algunos eventos de importancia en la historia del cristianismo, como la Natividad de Jesús, su Bautizo, su Crucificción, su Ascención, su Resurrección, la Última Cena, la Anunciación a la Virgen, el Descenso del Espíritu Santo en Pentecostés, los milagros hechos por Nuestro Señor Jesucristo, etc.


 En la Santa Iglesia, además de los íconos que se ven en las paredes, encontramos también otro grupo de imágenes, en un soporte vertical, usualmente de madera, ricamente ornamentado, frente al Santo Altar. Estos íconos forman lo que se llama Iconostasis.

¿Cómo honramos a los íconos? Nosotros veneramos los íconos inclinándonos frente a ellos, haciéndonos la Señal de la Cruz y besándolos con respeto, devoción y fe.


Honrando así a los íconos, no significa que estamos venerando el material del que están hechos, el objeto en sí (madera, papel, tela, metal y pintura), sino que recordamos a las santas personas que ahí son representadas. Porque así nos enseñan los Santos Padres de la Iglesia, afirmando que el honor que se rinde frente a los íconos, se eleva a aquellos que ahi son retratados.



Nosotros, los cristianos ortodoxos, colocamos con amor distintos íconos en nuestra casa y siempre, al orar, lo hacemos frente a ellos, pidiendo la intercesión de todos los santos para que nuestra oración sea recibida por Nuestro Dios.


Traducido de "Rugaciuni si poezi pentru copii"

Sobre el ecumenismo, entrevista con Arsenie Papacioc.

sábado, septiembre 10, 2011 Posted by JDavidM


Extractos de una entrevista hecha hace varios meses al recientemente fallecido Archimandrita Arsenie Papacioc, en la que explicaba su oposición al actual pensamiento ecumenista:


Padre, hay unas palabras dichas por Nuestro Salvador, “En la Casa del Padre, muchas moradas hay”.
- Esas palabras no se refieren a la “Verdad” en sí, sino a cómo debe vivirse la Verdad.

¿Esto quiere decir que hay una morada pequeña para protestantes, una para católicos, etc?
- Estas “moradas” son consideradas de acuerdo al grado de vivencia, de plenitud en la Verdad: no se refiere a otra cosa, porque, si hubieran más “moradas”, hasta los adventistas intentarían hacerse un lugar… ¿por qué no? (…) se harían un lugarcito todos los de cualquier religión,


Padre, ¿Qué quiso decir Jesús con las palabras “Padre Santo, guárdalos en tu nombre a los que me has dado, para que sean uno, como nosotros”? Porque, a menudo los diálogos ecuménicos se basan en esas palabras.
- Nosotros, los ortodoxos, somos ya uno con la Verdad. “Uno”, lo demás son especulaciones. “Uno” en Verdad, Cristo-Verdad.


Es decir, la Iglesia Ortodoxa
- Sí, la Iglesia Ortodoxa. ¡(El mismo) Cristo fue quien nos enseñó todo! Fuimos uno y hemos permanecido uno con Él. No hemos cambiado nada de lo dicho por Él. Por tanto, (se puede afirmar que) Cristo es ortodoxo.


¿Se puede afirmar, sobre la Iglesia Ortodoxa y la Iglesia Católica, que son iglesias hermanas?.
- Escucha: es inútil; repetimos siempre lo mismo. Somos hermanos, pero no en Verdad. “Aprecio mucho a Platón, pero me es mucho más querida la Verdad”. Únicamente en la Verdad existe unidad; si no es en la Verdad, no es unidad…

¿Se pueden casar ortodoxos con católicos o con protestantes?
- No es recomendable. (En dichos casos) es recomendable que el novio o la novia pase a ser parte de la Iglesia Ortodoxa.


¿Pueden participar los clérigos ortodoxos en la Liturgia católica, aún sea para hacer algunas oraciones?
- No es recomendable.






Padre, en el tema del ecumenismo se habla de una nueva mentalidad, de un nuevo hombre ecuménico que debe ser un cristiano tolerante, receptivo a respetar las tradiciones de cada quien. ¿Qué recomienda Usted a los teólogos ortodoxos que entran en contacto con los que se han separado de la Iglesia, en discusiones teológicas?
- Yo creo que están influenciados entonces cuando dicen que debemos ser maleables y no fanáticos, pero no se trata de ningún fanatismo. Defender la Verdad significa heroísmo (…)
Esta es la Verdad, la respetamos desde hace miles de años, ellos (los cismáticos) también la respetaron algunos cientos de años y luego se alejaron de la verdad salvífica. Ahora, aunque nos duela y lo sintamos mucho, no podemos estar del lado de ellos.


Pero, ¿Cómo cómo manifestarles nuestro amor, porque, si les llamamos cismáticos o herejes, se enojan?
- El amor perdona todo, pero se alegra sólo con la Verdad. ¡En eso consiste el amor! El amor no significa “tomémonos un cafecito juntos y listo, nuevamente somos unidad”. El amor lo cree todo, lo olvida todo, pero se goza sólo en la Verdad. ¡Es ciertamente muy lindo ese pasaje de Corintios 13!


Se habla también de una “vida ecuménica”, de “vocación ecuménica”, del “calendario ecuménico”, de “ceremonia ecuménica”, de la “vocación ecuménica”, de oración, cultura, visitas, bibliotecas… existe incluso un Instituto Ecuménico “San Nicolás”, que es un instituto ortodoxo, pero que propaga la idea del ecumenismo. ¿Qué cree Usted que diría al respecto el mismo San Nicolás?
- Sé qué diría San Nicolás, es más, todos saben qué diría San Nicolás. ¿Cuál es el propósito al mezclar todos esos conceptos, para que digamos que es una religión? Todos esos “juegos de luces”, se hacen con un fin. No son los verdaderos ortodoxos los que organizan ese tipo de cosas…


Traducción libre. Fuente: razbointrucuvant.ro

9 de septiembre, Santos Joaquín y Ana.

jueves, septiembre 08, 2011 Posted by JDavidM



Al día siguiente del nacimiento de la Purísima Virgen María, la Iglesia conmemora el día de sus padres — justos Joaquín y Ana. Joaquín provenía del rey David. Muchos descendientes de David vivían con la esperanza de que en la familia iba a nacer el Mesías, porque Dios le prometió a David que en su generación iba a nacer el Salvador del mundo. Ana descendía por parte de padre del sacerdote Aarón y por parte de madre del ramal de Judas.

Los esposos pasaron toda su vida en la ciudad de Galilea , Nazareth. Sobresalían por su vida virtuosa y buenas obras. Su mayor pena era la falta de hijos.. Sin embargo como lo dicen las profecías, Joaquín llevó sus ofrendas al templo de Jerusalén, pero el sumo pontífice se negó a recibirlo, acusando la ley, que no permite recibir ofrendas de personas que no dejasen descendencia en Israel. Muy duro fue soportar en el templo esta ofensa a los esposos, donde esperaban encontrar alivio para sus penas. Pero ellos a pesar de su edad madura, sin rencor continuaban pidiendo a Dios, hacer un milagro y enviarles un niño.
Al fin el Señor oyó sus oraciones y envió al arcángel Gabriel para avisar a Ana que ella iba a concebir un niño. Y realmente prontamente Ana concibió y nació una niña. Alegrándose los padres La llamaron María. De esta forma el generoso Dios gratificó la fe y paciencia de los esposos y les dio una Hija, quien trajo la bendición a todo el género humano!

Tres años educaron en su casa a su Hija, cumpliendo la promesa de ofrecerla a Dios, la enviaron al templo de Jerusalén. Allí había un hogar para niños huérfanos, quedando María allí para vivir y estudiar. Prontamente Joaquín falleció a los 80 años, Ana comenzó a habitar cerca del templo y así visitaba a su Hija durante unos dos años.

Tropario: Siendo bienaventurados, justos fueron, niña bienaventurada naciere de Joaquín y Ana. Con ello hoy nos resplandecemos, festejando con alegría, en la iglesia de Dios, su bendito recuerdo, elevando nuestro destino salvador de la casa de David, bendiciendo a Dios.

Tomado de ortodoxia.com

8 de septiembre, Natividad de la Virgen María.

miércoles, septiembre 07, 2011 Posted by JDavidM



En la montañosa provincia del norte de Jerusalén, en la pendiente de una de las montañas cerca del valle Esdrelón, se ubicaba Nazaret. Era un pueblito pequeño, que históricamente no sobresalía en nada, por lo cual los hebreos se referían a él hasta con cierto desprecio, diciendo: "¿Podrá haber algo bueno de Nazaret?"

En este pueblito vivía la piadosa pareja, Joaquín y Ana, a quiénes el Señor eligió como antecesores del Salvador del mundo. Joaquín provenía de la casa del rey David, y Ana — era de la clase sacerdotal. La sobrina de Ana, la justa Elizabet, después fue la madre de Juan el Bautista y era prima hermana de la futura Virgen María.

El justo Joaquín era un hombre que estaba en una acomodada situación económica, y tenía mucha cantidad de ganado. A pesar de la abundancia, toda la vida de esta justa pareja, estaba impregnada por el espíritu de un devoto amor a Dios y por la caridad hacia el prójimo. Por estas cualidades ellos gozaban del respeto y el amor de todos. Los mortificaba, sin embargo, una pena: no tenían descendencia, lo cual entre los hebreos se consideraba como indicio de castigo Divino. Ellos pedían incesantemente a Dios que les enviare un hijo para su alegría, aunque hacia la vejez tenían ya poca esperanza de ello. Joaquín estaba muy apesadumbrado por la falta de hijos y una vez, trayendo sus ofrendas a Dios, escuchó de cierto Rabí un duro reproche: "¿Por qué razón quieres ofrecer tus dones a Dios antes que otros? ¡Pues tú no eres digno, por no tener descendencia (ser estéril)!" Por causa de tan grande aflicción el justo Joaquín se alejó al desierto para ayunar y rezar.

Al conocer esto, la justa Ana, considerándose a si misma culpable por la falta de descendencia, se angustió también y comenzó a orar a Dios todavía con mayor fervor, para que Él la escuchara y le mandara un niño. En uno de estos estados de oración, se le apareció un Ángel de Dios y le dijo: "Tu oración ha sido escuchada por Dios, y tu concebirás y de ti nacerá una hija bendita, superior a todas las hijas de la tierra. Por causa de Ella se bendecirán todas las razas de la tierra. Ponle por nombre María."

Habiendo escuchado estas dichosas palabras, la justa Ana inclinándose ante el Ángel le dijo: "¡Vive el Señor Mi Dios! ¡Si realmente naciera de mí un niño, lo entregaré al Señor para que esté a Su servicio! ¡Que Lo sirva, glorificando Su nombre durante toda su vida!"

Ese mismo Ángel del Señor se le apareció también al justo Joaquín, diciéndole: "Dios aceptó tus oraciones con benevolencia. Tu esposa Ana concebirá y alumbrará una hija, por Quien todo el mundo se regocijará. He aquí también la señal de la veracidad de mis palabras: ve a Jerusalén, y allí encontrarás a tu esposa en las puertas doradas."

San Joaquín se dirigió sin demora a Jerusalén, llevando consigo presentes para ofrecerlos a Dios, y también para los sacerdotes.

Llegado a Jerusalén, encontró a su esposa Ana, como lo predijo el Ángel, y relataron el uno al otro, todo lo que les fue anunciado, y, después de pasar un tiempo más en Jerusalén regresaron a su casa, en Nazaret. Pasado el tiempo establecido de su embarazo, la justa Ana dio a luz una hija, a la Cual llamó María, como lo ordenó el Ángel.

Después de pasado un año, Joaquín organizó un banquete, para el cual invitó a los sacerdotes, ancianos y a todos sus conocidos. Durante el banquete alzó a su Bendita Hija y, mostrándola a todos, pidió a los sacerdotes que La bendijeran.

La concepción por santa Ana se festeja por la Iglesia el nueve de Diciembre, llamando esta concepción como gloriosa y santa. Pero sin embargo la Iglesia Ortodoxa no acepta esta concepción como aspermática e inmaculada, como lo enseña la iglesia católica romana, que en el siglo 19 promulgó el dogma de la "Concepción inmaculada." Entre los católicos se expresaban objeciones, dirigidas contra esta enseñanza, porque en el concilio de Tridensk se le consideraba solo como una opinión. Más en el año 1854 el Papa Pío IX elevó esta opinión de la concepción inmaculada de la Virgen María al grado de un dogma, no teniendo para ello datos algunos ni en las Sagradas Escrituras, ni en las enseñanzas de los Santos Padres de la Iglesia.

La iglesia Ortodoxa solo acepta como inmaculado el nacimiento de nuestro Señor Jesucristo, ya que Él fue dado a luz milagrosamente — del Espíritu Santo y la Virgen María.

La Virgen María por su parte, nació por medios naturales y, aunque Ella personalmente era sin pecado, pero sin embargo, como todos, tenía la naturaleza dañada por el pecado original, por lo cual Ella misma necesitaba ser redimida. Según las palabras de San Ambrosio: "de todas los nacidos por mujeres, es completamente Santo solo nuestro Señor Jesucristo, Quien por un especial, nuevo modo de inmaculado nacimiento, no experimentó la corrupción terrenal."

En la literatura teológica ortodoxa hay muchos tratados, orientados en contra de la inmaculada concepción de la Virgen María por Santa Ana. Vamos a mencionar solo la opinión del protopresbítero Y. M. Skvortsov, profesor de la Academia Espiritual de Kiev que dice: "El Evangelio atestigua que el Espíritu Santo bajó sobre la Santa Virgen y la cubrió, y en consecuencia de ello, lo nacido de Ella era — santo, perfectamente limpio, sin pecado. ¿Era por ello necesario que la Virgen naciera ella Misma sin defecto? No fue por causa, de que Ella era santa desde su nacimiento, sino por que el Espíritu Santo descendió sobre Ella y la purificó. La Tradición testifica, que era necesaria para la Madre de Dios la preparación en el Templo desde los tres años de edad. El pecado original no podía desarrollarse en Ella. Su educación en el templo y la oración purificaban toda Su alma. Su completa santificación sucedió en el día de la Anunciación. ¿Mas cómo pudo haberse limpiado el pecado original, si aún no se había ejecutado la redención? Este es el misterio del Bendito Fruto de la Mujer, preparado desde los siglos. La Gracia del Espíritu Santo pudo haber colocado todo el ser de la Madre de Dios, en tal altura de humildad y devoción en el momento de la concepción del Hijo de Dios, que en ella no intervino nada humanamente defectuoso."


Troparion Tono 4: Tu nacimiento oh Madre de Dios Virgen, anunció la alegría a todo el universo. Porque de Ti resplandeció el sol de verdad, Cristo nuestro Dios, destruyendo la maldición, Él nos concedió la bendición y destruyendo la muerte, nos otorgó la vida eterna.

Kondaquion Tono 4: Joaquín y Ana fueron liberados del reproche de la esterilidad, Adán y Eva de la corrupción de la muerte, oh Purísima, por Tu santa Natividad, por eso Tu pueblo celebra este acontecimiento, por haber sido redimido de la culpa del pecado, celebra exclamándote: la estéril da a luz a la Madre de Dios, nutridora de nuestra vida.



El nacimiento de la Madre de Dios es para nosotros un día especialmente gozoso, porque con él se hizo realidad toda una serie de importantísimas profecías y pronósticos del Antiguo Testamento. Precisamente a Ella Dios La eligió para que fuera Aquella Virgen, Quien de acuerdo a las predicciones de Isaías, tenía que concebir sin semilla del Espíritu Santo y dar a luz al Hijo-Emanuel, destinado a salvar al género humano de la maldición y muerte que pendían sobre él. Ella se convirtió en la misteriosa "escalera" que unió al Cielo con la tierra, vista en sueños por el patriarca Jacob (Hechos 28:12). Ella se hizo también "la puerta cerrada" quien según la visión del profeta Ezequiel (Ez. 44:2) traspasó el Señor Dios de Israel para visitar y liberar a su gente. Es también Ella la creación de la casa de la sabiduría de Dios (Prov. 9:1), que alumbra a todo hombre, que viene a este mundo (Juan 1:9), y que disipa las tinieblas de la incredulidad y el extravío.

En una palabra, el nacimiento de la Santísima Virgen María es para nosotros el comienzo del cumplimiento de todas las promesas Divinas, con las cuales vivió y se consoló la humanidad durante muchos milenios, — la manifestación al mundo de Aquel misterio oculto por siglos y generaciones, que estaba preparado desde la eternidad para la salvación y gloria del caído género humano.

Es por eso, que esta celebración, como enseña San Andrés de Creta es, "el principio de las festividades y sirve como puerta hacia la gracia y la verdad." San Juan Damasceno dijo: "el día de la natividad de la Madre de Dios es festividad de alegría universal, pues a través de Ella se renovó todo el género humano, y la aflicción de la madre Eva se convirtió en alegría."

Además de la fiesta de la Anunciación, la Iglesia Ortodoxa celebra otras tres fiestas mayores de la Santísima Virgen María, la Theotokos. La primera de estas fiestas es la de su nacimiento, la cual se celebra el día 8 de septiembre.

El relato del nacimiento de María no se encuentra en la Biblia. El relato tradicional de este acontecimiento se encuentra en los escritos apócrifos que no forman parte de las escrituras del Nuevo Testamento.

La enseñanza tradicional que se celebra en los himnos y versos de la liturgia de la fiesta es que Joaquín y Ana eran una piadosa pareja judía, fieles de la Antigua Alianza y seguidores de la Ley Mosaica. Figuran entre el “resto santo” en Israel, que esperaban todavía la venida del prometido Mesías. La pareja era bastante mayor de edad, y no tenían hijos. Rogaban fervorosamente al Señor que les diera hijos, ya que entre los judíos la esterilidad era un signo de la falta del favor divino. En respuesta a sus oraciones, como recompensa a su constante fidelidad a Dios, la anciana pareja fue bendecida con una hija quien estaba destinada, debido a su propia bondad y santidad personal, a llegar a ser la Madre del Mesías, el Cristo; la Madre del Dios Encarnado.


Tu nacimiento, oh Madre de Dios, anunció el gozo a todo el universo. Porque de ti resplandeció el Sol de Justicia, Cristo Dios Nuestro. Porque aniquilando la maldición, nos concedió la bendición; y destruyendo la muerte, nos otorgó la vida eterna. (Tropario)

Por tu nacimiento, oh Virgen purísima, Joaquín y Ana fueron librados de la esterilidad; Adán y Eva fueron librados de la corrupción de la muerte. Y nosotros, tu pueblo, librados del sello del pecado. Te celebramos cantando: La mujer estéril da a luz la Madre de Dios, aquella que alimenta nuestra vida. (Kontakion)

El hecho de que no haya evidencia bíblica respecto al nacimiento de María no tiene importancia en cuanto al significado de la fiesta. Aun si los hechos tras la fiesta como se celebra en la Iglesia sean cuestionables desde un punto de vista histórico, su significado divino “por nosotros y para nuestra salvación” es bastante claro. Era necesario que alguien nacido de carne y sangre humana fuera espiritualmente capaz de ser la Madre de Cristo Dios, y ella debía nacer en este mundo, hija de dos personas espiritualmente preparados para ser sus padres.

La fiesta de la Natividad de la Theotokos, por lo tanto, es una glorificación del nacimiento de María, de la persona de María misma, y de la santidad de sus padres. Es también la celebración de la primera preparación de la salvación del mundo. Pues María es el “Recipiente de la Luz”, el “Libro de la Palabra de la Vida”, la “Puerta del Sol Naciente”, el “Trono de Sabiduría”.


Los versos de la fiesta están llenos de títulos como los que hemos citado arriba. Son inspirados por el mensaje de la Biblia, tanto del Antiguo Testamento como del Nuevo. Las lecturas bíblicas indicadas para la fiesta expresan esto mismo.

En el oficio de Vísperas, las tres lecturas tomadas del Antiguo Testamento son “mariológicas” en su interpretación neotestamentaria. Es así entonces, que se comprende que la escalera de Jacob que une el cielo con la tierra y el lugar que es llamado “la Casa de Dios” y la “Puerta del Cielo” (Génesis 28,10-17) simbolizan la unión divino-humana, la cual se realiza del modo más perfecto y más completo, tanto en lo espiritual como en lo físico, en la persona de María la Theotokos, la Progenitora de Dios. También simboliza a María la visión del Templo con la “puerta al Oriente” perpetuamente cerrada y llena de “la gloria del Señor”. Se refiere a ella en los himnos como “el templo vivo de Dios lleno de la divina gloria”. (Ezequiel 43,27-44,4) María es también comparada a la “casa” que la Sabiduría Divina construyó para sí, según la lectura de Proverbios 9, 1-11.


La lectura del Santo Evangelio que se lee en el oficio de Matutinos es la misma que se lee en todas las fiestas de María, el famosa Magnificat del Evangelio según San Lucas en que María dice: “Engrandece mi alma al Señor; Y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador. Porque ha mirado la bajeza de su sierva; pues he aquí, desde ahora me dirán bienaventurada todas las generaciones.” (Lucas 1,47-48)

La lectura de la Epístola para la Divina Liturgia es el conocido pasaje acerca de la venida del Hijo de Dios en “forma de siervo, hecho semejante a los hombres” (Filipenses 2,5-11). La lectura del Evangelio, que es él que siempre se lee en la Divina Liturgia en fiestas de la Theotokos, cuenta el diálogo entre Jesús y Marta (Lucas 10,38-42) después del relato de la mujer en la multitud quien glorifica a la Madre de Jesús. El propio Señor responde que aquella misma bienaventuranza que recibe su madre es para todos “los que oyen la palabra de Dios, y la guardan.” (Lucas 11, 27-28)

Entonces, en la fiesta de la Natividad de la Theotokos, tal como en todas las celebraciones litúrgicas de la Madre de Cristo Dios, proclamamos y festejamos lo siguiente: que, mediante la bondad y amor de Dios para con la humanidad, cada cristiano recibe lo que recibe María, la “gran misericordia” que se concede a todos los seres humanos por el nacimiento de Cristo de la Virgen.


Tomado de iglesiaortodoxa.cl

La veneración de la Cruz en la Iglesia Ortodoxa

domingo, septiembre 04, 2011 Posted by JDavidM


"Cruz, custodia de todo el universo; Cruz, belleza de la Iglesia; Cruz, cetro de los zares; Cruz, confirmación de los fieles; Cruz, gloria de los ángeles y herida de los demonios" (svetilen a la Cruz). En la Iglesia Ortodoxa la Cruz ocupa un lugar especial. Tres veces en el año se oficia en honor a la Cruz: el 14 de septiembre, día de la Exaltación de la Cruz, durante la tercera semana de la Gran Cuaresma y el 1 de agosto, día de la Procesión de la Cruz.

Al final de los matutinos el obispo o el sacerdote sacan la cruz al centro de la Iglesia para que sea venerada por los fieles. "Ante Tu Cruz nos prosternamos ¡oh, Soberano! y glorificamos Tu Santa Resurrección."


La Cruz es el fundamento de toda la vida de la Iglesia. Al construirse un templo primero se bendice el lugar donde esta previsto erigir el nuevo templo. La bendición la realiza un obispo o un sacerdote. Los cimientos del templo se hacen en forma de cruz, de círculo (símbolo d e la eternidad) o de nave(símbolo de la Iglesia). El edificio del templo se corona con una o varias cruces. Una cruz simboliza a Cristo; tres, a la Santísima Trinidad; cinco, a Cristo y los cuatro evangelistas; trece, a Cristo y los apóstoles. La cruz se alza sobre el templo encima de la cúpula como símbolo de nuestro triunfo y victoria. San Juan Crisóstomo dice: "La Cruz está en todos lados y resplandece más que el sol."

Acerca de la veneración de la Cruz escribieron muchos escritores de la Iglesia y teólogos: los apologetas Tertuliano, Minucio, Felix, Octaviano; teólogos, tanto orientales como occidentales, San Teodoro Estudita, Gamartolio y otros.

Los Concilios quinto y sexto de Trulla del año 629 prohibieron representar cruces en el piso de los templos para que no se pisotee y profane la Cruz.

Durante la herejía iconoclasta algunos herejes afirmaban que la veneración del madero de la Cruz es idolatría. En defensa de la Cruz se alzaron la reina Irene y el Patriarca Tarasio. En el VII Concilio Ecuménico en Nicea en el año 787, fue condenada la herejía iconoclasta . En ese mismo Concilio se determino que la veneración de la Cruz tiene el mismo significado que la confesión del Salvador.

Pero aun así, la herejía iconoclasta no fue derrotada por completo. La emperatriz Teodora, siguiendo a Irene, se pronunció nuevamente en defensa de la veneración de la Cruz y de los santos iconos. En el concilio local de Constantinopla del año 842, presidido por el Patriarca Metodio fue confirmada la santidad del 7 Concilio Ecuménico y la veneración de los santos iconos. En honor a ello se estableció la fiesta del Triunfo de la Ortodoxia. En la Iglesia Ortodoxa esta festividad se conmemora el primer domingo de la Gran Cuaresma hasta hoy día.


La Cruz es una realidad, en toda su plenitud, actual y concreta de la Iglesia. Los textos litúrgicos proclaman: "la invencible, incomprensible fuerza de la Sagrada y Vivificante Cruz..." La Divina Liturgia comienza con la exclamación del sacerdote del nombre de Dios en sus tres Personas: "Bendito sea el Reino, del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo." En ese momento el sacerdote hace la señal de la cruz con el Evangelio sobre el altar. Durante el oficio el sacerdote bendice haciendo la señal de la cruz. El obispo persigna al pueblo con el dikirios y trikirios, bendiciéndole en el nombre de Cristo en Sus dos naturalezas y en el nombre de Dios en Sus tres Personas. Cuando se canta el Trisagio, el obispo hace la señal de la cruz con el dikirios sobre el Evangelio. Ello significa que bendice el Evangelio y señala el misterio de la Cruz que se relata en él y con la cual se bendecirán los Santos Dones en el momento de la transubstanciación. Al final del canto del Trisagio, el obispo bendice al pueblo con la cruz y el dikirios, lo que recuerda el misterio de la redención realizada por Cristo en Sus dos naturalezas sobre la Cruz. En la Liturgia la Cruz tiene un significado especial, ya que la transubstanciación ocurre durante la bendición de los Santos Dones con la señal de la Cruz.

Durante el oficio, el sacerdote o el obispo, más de una vez bendicen a los fieles con la mano, con los dedos colocados de manera tal que recuerden las dos primeras letras del nombre de Jesucristo. Al finalizar la Liturgia, el sacerdote pronuncia la despedida con la Cruz en la mano y de la misma manera dice el sermón. Después de la despedida los fieles besan la Cruz y saludan a su padre espiritual y el santo templo donde oraron. Al salir de este santo lugar los fieles se paran de frente al altar y se persignan.


La Cruz es la fuerza divina de todos los sacramentos. Cuando el sacerdote santifica el agua durante el bautismo hace la señal de la cruz y bendice el agua diciendo: "Que se destruyan, bajo la imagen de Tu Cruz, todas las fuerzas adversas." Al bautizado se le coloca una cruz con las siguientes palabras: "El que quiera seguirme, niéguese a si mismo, tome su cruz y sígame" (Mc. 8:34). Ello le recuerda al recién bautizado que él es un seguidor de Cristo quién murió en la Cruz. El que oficia el sacramento del bautismo unge al bautizado con óleo, luego con mirra haciendo la señal de la cruz en su cuerpo. Los cabellos de la cabeza del bautizado también se cortan en forma de cruz.

Los comulgantes se acercan a tomar la Santa Comunión con los brazos puestos en forma de cruz sobre su pecho. Este momento recuerda la Mística Cena y la muerte de Cristo en la Cruz.


Durante el sacramento del matrimonio el sacerdote bendice tres veces a los novios con la señal de la cruz diciendo: "Señor, Dios nuestro, con gloria y honor, corónales." Este momento es la esencia del sacramento.

El sacramento del arrepentimiento se realiza cuando el sacerdote pronuncia la oración de absolución y hace la señal de la cruz sobre el penitente; ésto santifica el sacramento.

Durante la unción con óleo el, o los sacerdotes ungen al enfermo con óleo santificado y hacen la señal de la cruz sobre su cuerpo. Durante el entierro, el sacerdote que oficia el funeral coloca una cruz sobre el pecho del difunto, si es un sacerdote o un obispo se l e ponen además de la cruz, el Evangelio. Al final del funeral el sacerdote hace la señal de la cruz sobre el cuerpo del difunto habiéndole rociado con agua bendita. Este es el momento de la despedida del padre espiritual con el difunto.


Toda la vida diaria del cristiano está custodiada por la señal de la cruz. Los primeros cristianos se bautizaban persignándose. El Santo Apóstol Juan antes de su entierro dibujó una cruz sobre su cabeza con la mano. En las actas de San Afri se relata que cierta vez un pagano les dijo a San Narquis y a su diácono: "Sé que son cristianos ya que con frecuencia signan su frente con la cruz."

Ya en tiempos de los apóstoles se comenzaba todo acto con la señal de la cruz. Al entrar al templo, los cristianos se persignaban. Hacían lo mismo al comenzar y al finalizar las oraciones. El sacerdote se persignaba al comenzar el sermón. Con la señal de la cruz se comenzaba cualquier oficio de la Iglesia: la bendición, la santificación, etc. Tertuliano escribe que los cristianos se persignaban durante todas sus ocupaciones, ante cada movimiento: cuando salían o volvían a su casa, cuando se vestían y se calzaban, al sentarse a la mesa, al encender las lámparas, al comenzar una conversación, al acostarse, etc. Se signaban siempre con la mano derecha aunque de distinta manera, al principio lo hacían con un dedo signando la frente, la boca y el pecho. Esto se llamaba la pequeña cruz. Luego se persignaban tocando con la mano la frente, el pecho, el hombro derecho y después el izquierdo. Con el tiempo comenzaron a poner tres dedos juntos al persignarse, con lo que recordaban la Santísima Trinidad, y los dos dedos restantes los apretaban contra la palma como símbolo de las dos naturalezas de Cristo. Los ortodoxos mantuvieron esta forma de persignarse hasta nuestros días.


En el mundo cristiano, la cruz es símbolo de verdad, honestidad y respeto. Los cristianos colocaban el signo de la cruz en documentos, cuando firmaban cualquier papel importante. Los analfabetos, en lugar de su apellido podían dibujar tres pequeñas cruces sobre el papel, y dicha 'firma' era reconocida. Los obispos y archimandritas hasta hoy día colocan una cruz antes de su nombre al firmar un papel. Los hombres de estado y los militares que sobresalían durante la guerra, eran condecorados con Cruces.

La vestimenta de los monjes incluye el 'analavo' o 'paraman,' "que se coloca sobre los hombros en forma de cruz. Esto significa que los monjes llevan sobre si el signo de la cruz. ¿Cuál es la cruz del monje? La completa mortificación, es decir, que el hombre murió para todo lo mundano, ello ocurre en el monje por su fe en Cristo" (de Abba Doroteo, del editor).

Es difícil enumerar todos los casos en que la cruz actúa sobre nuestra vida. Pero hay una significación más de la cruz que es especialmente importante para el cristiano. Hasta que se cumpla el tiempo y aparezca la Cruz, "la señal del Hijo del Hombre en los cielos" (Mt. 24:30),todos los cristianos, la Iglesia que lucha, estamos llamados a seguir a Cristo en su camino de la Cruz. El Señor dijo: "El que quisiere venir en pos de mi, niéguese a si mismo, tome su cruz y sígame" (Mc. 8:34). Para seguir a Cristo, tomemos nuestra cruz, es decir, nuestras desgracias, nuestros sufrimientos y tribulaciones, nuestras tragedias familiares, nuestros esfuerzos de fe y las negaciones de nuestro ser. El beato Agustín dice: "Toda la vida del cristiano que vive de acuerdo con el Evangelio, implica su cruz y sufrimientos." "Tomar la cruz - escribe el obispo Ignati Brianchaninov - significa la sumisión voluntaria y devota al juicio de Dios ante todas las aflicciones que nos envíe o que permite la providencia de Dios."


De este modo, tomemos nuestra cruz y vayamos en pos de Cristo, en pos de Cristo al Golgota. Si morimos con Cristo también resucitaremos con El; si sufrimos con Cristo también nos glorificaremos con El. ¡Debemos tener un poco de paciencia aquí, entonces reinaremos eternamente!

¡Oh, Tres veces bendito madero de la Cruz! muéstranos el camino para la salvación de nuestra vida.



Tomado de fatheralexander.org