Breve introducción a los íconos (Parte I).

martes, octubre 25, 2011 Posted by JDavidM


La palabra icono proviene del griego: “Eikon” que significa imagen. En la historia del arte se reserva éste término para una clase de pintura, de género sagrado, hecha sobre una plancha de madera con una técnica especial y de acuerdo con una tradición secular. En él se representan histórica y fidedignamente los acontecimientos sagrados. Se pinta a Cristo, a la Virgen María, ángeles, santos y otros temas religiosos. En ellos se refleja la imagen de un hombre purificado, deificado, revestido de la belleza incorruptible del Reino de Dios, de una persona humana que ha llegado a ser un icono viviente de Dios.

El icono es la Palabra de Dios plasmada en pintura; hace misteriosamente presente a la persona que representa y la realidad de esta presencia se basa en el parecido con su prototipo.

El icono significa para nosotros una guía para una comprensión mas profunda del Misterio cristiano y para la oración mediante la contemplación. “Belleza divina”, “Canal de gracia”, “Visión de lo invisible”, “Ventana a la eternidad”, el icono deja una luz: la de un Reino a tener siempre en el corazón.

Para los ortodoxos, la función fundamental de un icono no es la didáctica, es decir, la enseñanza religiosa global fácilmente comprensible para todos, sino que el icono es un sacramental, es decir, un signo de gracia, no como los sacramentos que son eficaces en virtud de la institución de Cristo, sino por el poder y la oración de la Iglesia. Por lo tanto es una ayuda para la vida espiritual del cristiano que los usa con fe y respeto. La Iglesia bendice la imagen para que tenga una fuerza expresiva en la Gracia y la presencia que comunica. Si la imagen es auténtica, tiene que ser bella, expresiva y teológicamente exacta para que pueda representar el misterio o la imagen de una persona.

Es casi imposible entender el icono fuera del medio en que fue creado, o sea, el ámbito de la Iglesia. El punto de partida para comprender el icono se encuentra en el fundamento de la Iglesia. Ese fundamento es la Santísima Trinidad. La Santísima Trinidad es el fundamento para la vida de la Iglesia, para su orden canónico, para el carácter de su pensamiento teológico, para su espiritualidad y para su creación artística. 

“El Hijo y el Espíritu Santo, enviados del Padre, revelan la Santísima Trinidad; no de una manera abstracta, como un conocimiento intelectual, sino como una regla de vida” (L. Ouspenskyj). Gen. 18, 1-2: "Se le apareció Dios en la encina de Mambré estando él sentado a la puerta de su tienda en lo más caluroso del día. Levantó los ojos y vio que había tres individuos parados a su vera" (revelación de Dios uno y trino).  Lc.3, 23: "Al comenzar su ministerio, Jesús tenía unos treinta años. Se creía que era hijo de José" (revelación de su humanidad). Lc. 9, 29: "Y mientras oraba, el aspecto de su rostro se mudó y sus vestidos eran de una blancura fulgurante" (revelación de su divinidad).

San Juan en su primera epístola dice: “Pues tres son los que dan testimonio: el Espíritu, el agua y la sangre, y los tres convergen en lo mismo” (1 Jn. 5, 7). Según el texto de la Vulgata: “Pues tres son los que dan testimonio ( en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo y estos tres son uno; y tres son los que dan testimonio en la tierra: el Espíritu, el agua y la sangre y estos tres son uno)”.


Para la teología ortodoxa el punto de partida para confesar la Santísima Trinidad es la Persona (Hipóstasis), misterio esencial de la Revelación Cristiana, poseedora de naturaleza divina en su plenitud.  La importancia de la Persona cabe tanto para la teología del icono como para el icono mismo. Porque en la Persona del “Uno” Encarnado se basa la veneración de los iconos. La Persona de Dios hecho Hombre es el único camino que conduce al Prototipo del icono “Yo soy el Camino..." (Jn.14, 6).


Fuente: orthodoxworld.ru

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