21 de noviembre, Presentación de la Virgen Maria en el templo.
La segunda gran fiesta de la Virgen María es la celebración de su presentación como niña en el Templo de Jerusalén, que se festeja el día 21 de noviembre. Tal como la fiesta de su nacimiento, esta fiesta de María carece de evidencias bíblicas e históricas directas. No obstante, al igual que su Natividad, es una fiesta llena de importante significado espiritual para el creyente cristiano.
Los textos de esta celebración cuentan cómo María fue llevada como niña pequeña al templo por sus padres Joaquín y Ana, a fin de continuar allí su educación con las vírgenes consagradas al servicio del Señor hasta que fueran desposadas en matrimonio. Según la Tradición de la Iglesia, la Virgen fue recibida solemnemente en el templo por la comunidad del templo, encabezada por el sacerdote Zacarías, el padre de San Juan Bautista. La tradición agrega que fue conducida al “santo de los santos” para ser “alimentada” allí por los ángeles, y de devenir “Santa y bendita entre todas” por Dios, para que a la vez ella llegara a ser el santuario y templo vivo del Divino Niño que habría de nacer de ella.
Sin duda, los versos del Salmo 45, que se emplean extensamente en los oficios de la fiesta, fueron una gran inspiración para la celebración de la consagración de María al servicio de Dios, en el Templo de Jerusalén.
Oye, hija, y mira, e inclina tu oído; Olvida tu pueblo, y la casa de tu padre; Y deseará el rey tu hermosura; E inclínate a él, porque él es tu señor.
Toda gloriosa es el hija del rey en su morada; de brocado de oro es su vestido. Con vestidos bordados será llevada al rey; Vírgenes irán en pos de ella, compañeras suyas serán traídas a ti. Serán traídas con alegría y gozo; Entrarán en el palacio del rey.
En lugar de tus padres serán tus hijos, A quienes harás príncipes en toda la tierra. Haré perpetua la
memoria de tu nombre en todas las generaciones, Por lo cual te alabarán los pueblos eternamente y para siempre. (Salmo 45, 10-17)
La Iglesia Ortodoxa considera estas palabras del salmo como una profecía directamente relacionada con María. Según el Evangelio de San Lucas que se lee en la Vigilia de cada una de sus fiestas, María misma pronuncia las siguientes palabras:
Engrandece mi alma al Señor; y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador. Porque ha mirado la bajeza de su sierva; Pues he aquí, desde ahora me dirán bienaventurada todas las generaciones. Porque
me ha hecho grandes cosas el Poderoso; Santo es su nombre, Y su misericordia es de generación en generación a los que le teman. (Lucas 1,47-50)
El tema principal de la fiesta de la Presentación de María en el Templo, que se repite varias veces en los oficios litúrgicos, es que ella entra al Templo para llegar a ser ella misma el templo viviente de Dios. De esta manera inaugura el Nuevo Testamento en que se cumplen las profecías de antaño que “la morada de Dios está con el hombre” y que el ser humano es la única morada posible de la Presencia Divina. (Ezequiel 37, 27; Juan 14, 15-23; Hechos 7, 47; II Corintios 6, 11; Efesios 2, 18-22; I Pedro 2, 4; Apocalipsis 22, 1-4)
Hoy es el preludio de la buena voluntad de Dios y es el principio de la predicación salvadora a la humanidad. La Virgen se presenta claramente en el templo de Dios y preanuncia Cristo a todos.
Aclamemos con voz potente diciendo: ¡Salve, tú que eres el cumplimiento del plan redentor del Creador! (Tropario)
El Templo purísimo del Salvador, Preciosa Morada y Virgen, Sagrado Tesoro de la Gloria de Dios, es presentado hoy a la casa del Señor, trayendo consigo la gracia del Espíritu Divino, que los ángeles de Dios alaban. ¡Verdaderamente Ella es la Morada de los Cielos! (Kontakion)
En el oficio de Vísperas, se lee el capítulo cuarenta del libro del Éxodo acerca de la edificación del templo, junto a pasajes del Primer Libro de Reyes y de la Profecía de Ezequiel. Cada una de estas lecturas finaliza con exactamente las mismas palabras: “pues la gloria del Señor ha llenado la morada del Señor Dios Todopoderoso.” (Éxodo 40,35; I Reyes 8,11; Ezequiel 44,4)
Nuevamente en esta fiesta, se interpretan las lecturas tomadas del Antiguo Testamento como símbolos de la Madre de Dios. Esta “gloria del Señor” es lo que “llena” la Madre de Dios y a todos aquellos que “oyen la palabra de Dios y la guardan”, como proclama el Evangelio de la Divina Liturgia para la fiesta. (Lucas 11,27-28) La Epístola designada para la Divina Liturgia proclama exactamente el mismo tema. (Hebreos 9,1-7)
Así, la fiesta de la Entrada, o la Presentación, de la Theotokos en el Templo, es la que celebra el fin del “Templo de piedra” en Jerusalén como la morada de Dios. Cuando la niña María entra al templo, la época del templo llega a su fin, y se revela el “preludio de la buena voluntad de Dios”. En este festejo celebramos, en la persona de la Madre de Cristo Dios, que nosotros también somos templo y morada del Señor.
Porque vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios dijo: Habitaré y andaré entre ellos, y seré su Dios, y ellos serán mi pueblo. (II Cor. 6, 16; Isaías 52, 11)
Tomado de iglesiaortodoxa.cl
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