30 de junio. conmemoración de los Santos Doce Apóstoles.

jueves, junio 30, 2011 Posted by JDavidM



Nuestra Santa Iglesia recuerda hoy a los doce Apóstoles de Nuestro Señor Jesucristo, como aquellos que se dedicaron a divulgar, en diferentes partes del mundo, la fe cristiana y a anunciar a Cristo Dios, llamando a todos los pueblos a la salvación. Ellos fueron llamados al apostolado por el mismísimo Señor y fueron testigos de su Pasión y Resurrección, para luego dar fe de ellas a la humanidad.

De esta manera, San Pedro Apóstol, primero entre iguales, se llamaba Simón antes de ser llamado por el Señor. Él comenzó a divulgar el Evangelio, al principio, en Judea, luego en Antioquia, en Capadocia, en Asia, Bitinia, Galacia y, según la tradición de la Iglesia, estuvo también en Roma. Finalmente fue crucificado por el emperador Nerón, cabeza abajo.

El Santo Apóstol Andrés, "el llamado primero", era hermano de San Pedro. Según la tradición, se dedicó a evangelizar la fe en Cristo en todos los países junto al Mar Negro y en Dobrogea, y luego regresó a Tracia, partiendo posteriormente hacia Grecia. En Patras fue martirizado en una cruz con forma de "X", la "Cruz de San Andrés".

El Apóstol Santiago, hijo de Zebedeo, fue llamado por el Señor "hijo del trueno", igual que a su hermano, San Juan Evangelista. Junto a este último y con Pedro, fue testigo de la Transfiguración del Señor, en el Monte Tabor. Después de la Ascensión del Señor, estuvo en Jerusalém y en Judea anunciando la palabra de Dios y fue asesinado por orden de Herodes Agripa.

El Apóstol San Juan Evangelista, llamádo también "El Teólogo", fue el apóstol más amado por Jesús, y quien, en la última cena estuvo al lado del Señor y, junto a la Cruz, estuvo con la Santísima Virgen, siendo entonces nombrado hijo de Ella. Se dedicó a divulgar el Evangelio en Éfeso y en toda Asia, escribiendo también el cuarto Evangelio, el Apocalipsis y tres epístolas del Nuevo Testamento. Murió siendo anciano en Éfeso.

El Santo Apóstol Felipe era de Betsaida de Galilea, ciudad de Pedro y Andrés. Él llevo a Natanael a conocer a Jesús y evangelizó en parte de Asia junto a su hermana Miriam, muriendo como mártir en Hierópolis de Frigia.

El Santo Apóstol Bartolomé evangelizó durante un tiempo en Asia junto al Apóstol Felipe (se le identifica también como el mismo Natanael mencionado arriba)y luego de la muerte de aquel, viajó hasta la India, en donde se dedicó a predicar el Evangelio escrito por Mateo. Luego, estuvo en Armenia la Grande y en Albania, siendo martirizado ahí.

El Apóstol Santo Tomás, es aquel al que se le llamaba "El gemelo" y quién pidió tocar las heridas del Señor para creer en su Resurrección. Llevó la luz del Evangelio a la India, en donde murió dando testimonio de la fe.

El Santo Apóstol Mateo, que se llamaba Leví antes de convertirse al cristianismo, fue el primero en dedicarse a escribir las enseñanzas del Señor, logrando así el primer Evangelio, en hebreo, que luego traduciría al griego. Estuvo en Etiopía anunciando la Buena Nueva y la tradición dice que el apóstol murió martirizado en Etiopía.

El Apóstol Santiago, hijo de Alfeo, evangelizó en distintos países de Oriente, entonces dedicados a la adoración idólatra. Murió como mártir, divulgando el Evangelio, llamando "semilla divina" a aquellos que se convirtieron por su palabra.

El Apóstol San Judas Tadeo fue el encargado de divulgar al Señor en Judea, Galilea, Samaria, Arabia, Siria y Mesopotamia. Siendo martirizado con un trozo de madera en las cercanías de Aratat, entregó su alma el Señor dando testimonio de su fe.

San Simón el Cananeo o el Zelote, fue el Apóstol del Señor que predicó en Mauritania, en África y en Bretaña. Fue crucificado en territorio caucásico, cerca del Mar Negro.

El Santo Apóstol Pablo, último llamado por el Señor, fue quién llevó el Evangelio ante pueblos y emperadores, de Jerusalém hasta Roma. Fue muerto en tiempo de Nerón. Con justicia es celebrado por la Iglesia junto al Apóstol Pedro, como el incansable predicador del Señor.

El Santo Apóstol Matías, fue el elegido para sustituir a Judas Iscariote. Su labor evangelizadora tuvo como escenario Capadocia y Etiopía. Ahí encontró la muerte como mártir del Señor.


Tomado y traducido de "Proloagele", volumul II. Editura Bunavestire. Bacau (Rumanía), 1999.

29 de junio. Santos Pedro y Pablo.

miércoles, junio 29, 2011 Posted by JDavidM


San Pedro

El Apóstol San Pedro, anteriormente llamado Simón era hijo del pescador Jonás en Betsaida de Galilea y hermano del Apóstol San Andrés, "el primer llamado", el cual lo condujo a Cristo.

San Pedro era casado y tenía su casa en Cafarnaún. Llamado por nuestro Salvador Jesucristo, mientras pescaba en el lago de Genisaret, él siempre demostró una especial devoción y decisión, por lo que se hizo digno de un especial acercamiento al Señor, al igual que los Apóstoles Santiago (Jacobo) y San Juan el Teólogo.

Fuerte y espiritualmente ferviente, en verdad, ocupó un influyente lugar entre los Apóstoles de Cristo. Fue el primero que confesó con decisión al Señor Jesús como a Cristo (Mesías), y por ello fue digno de ser llamado Piedra (Pedro). Sobre esta fe de piedra de Pedro el Señor prometió edificar Su Iglesia, contra la cual no prevalecerán las puertas del infierno. El Apóstol San Pedro, lavó con lágrimas amargas de arrepentimiento su triple negación del Señor en la víspera de Su crucifixión. En consecuencia, luego de su Resurrección, el Señor nuevamente lo rehabilitó en la dignidad de Apóstol, tres veces de acuerdo al número de negaciones, y le encomendó cuidar Su rebaño de corderos y ovejas. De acuerdo a la tradición, el Apóstol Pedro cada mañana comenzaba a llorar amargadamente al escuchar el canto del gallo, pues se acordaba de su cobarde renuncia hacia Cristo.

El apóstol Pedro fue el primero en contribuir a la difusión y al fortalecimiento de la Iglesia de Cristo luego del descenso del Espíritu Santo, el día de Pentecostés, al pronunciar un firme sermón ante la gente convirtió 3000 almas hacia Cristo. Poco tiempo después curó a un tullido de nacimiento; y con un segundo sermón convirtió hacia la Fe a 5000 hebreos más. La fuerza espiritual que procedía del apóstol San Pedro era tan intensa, que hasta su sombra, al caer sobre los enfermos yacentes en las calles, curaba (Hechos 5:15). El libro de los Hechos desde el primer capítulo hasta el duodécimo narra su actividad apostólica.

El nieto de Herodes el Grande, Herodes Agripa I, después del año 42, d. C., restableció las persecuciones contra los cristianos. Él asesinó al Apóstol Santiago (Jacobo), Hijo de Zebedeo, y encerró al apóstol Pedro en una prisión. Los cristianos rezaban fervientemente por el Apóstol Pedro al advertir el castigo. Durante la noche ocurrió un milagro: a la celda de Pedro descendió el Angel del Señor, las esposas de San Pedro cayeron, y él salió de su celda sin ser advertido.

Luego de esta milagrosa liberación, el libro de los Hechos lo recuerda sólo una vez más al narrar el concilio de los Apóstoles. Otros testimonios sobre él fueron conservados por la tradición de la Iglesia. Se sabe que él difundía el Evangelio por las orillas del Mar Mediterráneo, en Antioquía, (donde ordenó al obispo Evodio). El Apóstol Pedro evangelizaba en el Asia Menor a los judíos y prosélitos (paganos convertidos al judaísmo), luego en Egipto, donde ordenó a Marcos en el primer obispo de la Iglesia de Alejandría. De aquí él fue a evangelizar a Grecia, Corinto, luego a Roma, España, Cartagena y Bretaña. De acuerdo a la Tradición, el Apóstol Marcos escribió su Evangelio para los cristianos romanos de las palabras del Apóstol Pedro. Entre los libros del Nuevo Testamento hay dos epístolas católicas (universales) del Apóstol Pedro.

La primer Epístola católica del Apóstol Pedro está dedicada a los advenedizos de la diáspora en el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia, provincias de Asia Menor. El motivo del escrito de San Pedro fue el deseo de fortalecer a sus hermanos ante la aparición de diferencias en éstas comunidades y persecuciones, por parte de los enemigos de la Cruz de Cristo. Entre los cristianos también surgieron enemigos internos, los falsos maestros. En ausencia del Apóstol Pablo comenzaron a deformar su enseñanza sobre la libertad cristiana y a amparar todo desenfreno moral.

La segunda epístola Católica fue escrita para los cristianos del Asia Menor. En esta segunda carta el Apóstol Pedro puso especial énfasis en advertir a los fieles sobre los falsos maestros libertinos.

Estas falsas enseñanzas coinciden con aquellas que fueron refutadas por el Apóstol Pablo en sus cartas a Timoteo y Tito, y también al Apóstol San Judas en su Epístola Católica. Las falsas enseñanzas de los herejes amenazaban la moral y la fe cristiana. En aquel tiempo se difundió rápidamente la herejía gnóstica que absorbió elementos del judaísmo, del cristianismo y diversas enseñanzas paganas. Esta epístola fue escrita poco tiempo antes de ser martirizado el Apóstol Pedro: "Sé que pronto deberé dejar mi templo (cuerpo), según nuestro Señor Jesucristo me lo ha revelado."

Hacia el final de sus días el Apóstol Pedro estuvo nuevamente en Roma, donde fue martirizado en el año 67 mediante la crucifixión cabeza abajo. Este acontecimiento fue descripto artísticamente por Enrique Sinquevich en el libro "Quo Vadis," que quiere decir "Adonde vas Señor."



El Apóstol Pablo

El Santo Apóstol Pablo inicialmente era llamado por su nombre hebreo Saulo, pertenecía a la estirpe de Benjamín y nació en la ciudad de Tarso, Cilicia, (Asia Menor), que era conocida por su academia y por la instrucción de sus habitantes. Pablo tenía los derechos de la ciudadanía romana, pues era nativo de ésta ciudad, descendiente de judíos, liberados de la esclavitud por ciudadanos romanos. Pablo recibió su educación primaria en Tarso, y evidentemente allí conoció la cultura pagana, ya que en su carta y discursos se advierte claramente las huellas del conocimiento de los escritores paganos.

Su educación posterior la recibió en Jerusalén; en la entonces prestigiosa academia rabínica con el conocido maestro Gamaliel, quien era considerado un conocedor de la Ley, y a pesar de pertenecer al partido fariseo, era un libre pensador y amante de la sabiduría griega. Aquí según la costumbre adoptada por los hebreos, el joven Saulo aprendió el arte de construir tiendas, lo que posteriormente le ayudó a ganar el alimento con su propio esfuerzo.

Saulo, por lo visto se preparaba para el deber de rabino (instrucción religiosa), después de completar su educación, él se reveló como un fuerte defensor de la tradición farisea y perseguidor de la fe de Cristo. Puede ser que por la designación del Sanedrín, él fue testigo del martirio de San Esteban, luego recibió el poder de perseguir oficialmente a los cristianos aun fuera de las fronteras de Palestina, en Damasco.

El Señor al ver en Saulo un "instrumento elegido" para Él, camino hacia Damasco milagrosamente lo llamó al servicio apostólico. Saulo yendo por el camino fue iluminado por una luz resplandeciente; a causa de la que cayó sobre la tierra.

De la luz surgió una vos: "Saulo, Saulo porqué me persigues?" A la pregunta de Saulo "¿Quién eres?" - El Señor contestó " Yo soy Jesús a quien tu persigues." El Señor encomendó a Saulo ir a Damasco; donde se le indicará qué hacer después. Los acompañantes de Saulo escucharon la voz de Cristo, pero no vieron la luz, conducido de la mano hacia Damasco, Saulo, privado de la vista, fue instruido en la fe, y al tercer día bautizado por Ananias. Cuando fue sumergido en el agua recuperó la vista. Desde este momento se hizo un confesor celoso de la enseñanza, que antes perseguía. Por un tiempo se fue a Arabia, luego retornó a Damasco para enseñar acerca de Cristo. La ferocidad de los judíos, indignados por su conversión a Cristo, lo obligaron a huir a Jerusalén, donde él se unió a la comunidad de los fieles y conoció a los apóstoles. A causa del atentado contra su vida por parte de los judíos helenistas, debió regresar a su Tarso natal. En el año 47 él fue llamado a Antioquía por Bernabé para enseñar, y luego se encaminó junto a él a Jerusalén donde trajo ayuda a los necesitados.

Pronto, al regresar de Jerusalén, por mandato del "Espíritu Santo," Saulo junto a Bernabé se dirigió en su primer viaje apostólico, que duró entre los años 45 y 51. Los apóstoles atravesaron toda la isla de Chipre. Saulo es llamado Pablo luego que convierte a la Fe al procónsul Sergio Pablo.

Durante el transcurso del viaje misionero de Pablo y Bernabé fueron fundadas las comunidades cristianas del Asia Menor: Antioquía de Psidia, Iconio, Listra y Derbé. En el año 51 el Apóstol San Pablo participó en el Concilio Apostólico en Jerusalén, en el que fervientemente se opuso a que los paganos convertidos al cristianismo observen las costumbres de la Ley de Moisés.

Al volver a Antioquía, al Apóstol Pablo acompañado por Silas inició su segundo viaje apostólico. Primero, él visitó las Iglesias del Asia Menor fundadas anteriormente y luego se trasladó a Macedonia, donde estableció Filipos, Tesalónica, y Berea. En Listra San Pablo sumó a Timoteo, su amado discípulo, entre sus acompañantes, y desde Troade continuó su viaje junto al Evangelista Lucas. Desde Macedonia San Pablo pasó a Grecia donde enseñó en Atenas y en Corinto, permaneciendo en ésta última ciudad un año y medio. Desde aquí envió dos apóstoles a los Corintios.

El segundo viaje se extendió entre el año 51 y 54. Después San Pablo fue a Jerusalén visitando en el camino a Efeso y Cesarea, y desde Jerusalén llegó a Antioquía. Luego de una corta estadía en Antioquía, el Apóstol Pablo inició su tercer viaje apostólico (56-58), visitando primero como era su costumbre a las Iglesias del Asia Menor establecidos en primer término; luego se detuvo en Efeso, donde en el transcurso de dos años se ocupó diariamente de la enseñanza en la escuela de Tirano. Aquí él escribió su epístola a los gàlatas (debido al recrudecimiento de la doctrina judaica) y la primer epístola a los Corintios (como consecuencia de los desórdenes y respuesta a la carta, que los Corintios le enviaron). El alzamiento popular instigado por el platero Demetrio contra Pablo, obligó al Apóstol a dejar Efeso y dirigirse a Macedonia, y finalmente a Jerusalén.

En Jerusalén a causa del tumulto iniciado contra él, el Apóstol Pablo fue tomado prisionero por las autoridades romanos y fue recluido (preso) primero por el procónsul Felix y luego por su sucesor Festo. Esto ocurrió en el año 59 y dos años después, el Apóstol Pablo, como ciudadano romano, por su propio deseo fue enviado a Roma para ser enjuiciado por el Cesar. Al sufrir un naufragio en la Isla de Malta el Apóstol arribó a Roma recién en el verano 62, allí se benefició de la gran condescendencia de las autoridades romanas y enseñó libremente.

En Roma el Apóstol Pablo escribió sus epístolas a los Filipenses (en agradecimiento por el envío de dinero junto a Epafrodito), a los Colocences, a los Efesios y a Filemón habitante de Colosas (a causa de la huida de su esclavo Onesimo). Estas tres cartas fueron escritas en el año 63 y enviadas con Tiquico. Enseguida desde Roma escribió su carta a los hebreos de Palestina. El siguiente destino del Apóstol Pablo no se conoce con exactitud. Algunos consideran que él se quedó en Roma y por mandato de Nerón fue martirizado en el año 64. Pero existen fundamentos para suponer, que luego de su reclusión de dos años, y la defensa de su obra ante el senado y el emperador, el Apóstol Pablo fue liberado, y que nuevamente viajó al Oriente.

Sobre ello se pueden encontrar señales en sus epístolas Pastorales a Timoteo y Tito. Habiendo pasado mucho tiempo en la isla Creta, él dejó allí a su discípulo Tito para la ordenación de por todas las ciudades como atestigua la ordenación de Tito como obispo de Creta por él realizada. Posteriormente en su carta a Tito el apóstol Pablo lo instruye en como debe cumplir sus obligaciones de obispo. A través de ésta epístola se advierte que él proponía pasar aquel invierno en Nicopolis, cerca su Tarso natal.

En la primavera del año 65 visitó el resto de las Iglesias del Asia Menor y en Mileto dejó al enfermo Trafimov a causa de que ocurrió un tumulto contra el apóstol en Jerusalén, lo que le trajo en consecuencia la reclusión. Se ignora si el Apóstol pasó por Efeso, ya que él decía que los presbíteros de Efeso no verán más su rostro. Pero por lo visto, en aquél tiempo él ordenó a Timoteo como obispo para Efeso. Más adelante el Apóstol pasó por Troada y llegó a Macedonia. Allí él escuchó sobre el recrudecimiento de las falsas doctrinas en Efeso, y escribió su primer carta a Timoteo. Luego de estar un tiempo en Corinto se encontró en el camino con el Apóstol Pedro. Ambos continuaron su viaje a través de Dalmacia e Italia. Llegando a Roma, deja al Apóstol Pedro, y continúa solo en el año 66 hacia el occidente llegando a España.

Después de su regreso a Roma fue nuevamente encarcelado hasta su muerte. Según la tradición, al volver a Roma, él enseñó en la corte del Emperador Nerón y convirtió a su amada concubina a la Fe de Cristo. Por ello él fue enjuiciado, y si bien por la misericordia de Dios fue liberado, como él mismo expresó, de la garra de los leones, (es decir de ser comido por los leones en el circo) fue recluido en la prisión.

Luego de nueve meses de prisión él fue decapitado, como ciudadano romano cerca de Roma en el año 67, después de Cristo, en el doceavo año del reinado de Nerón. Desde una visión general de la vida del Apóstol Pablo se aprecia que ella se divide tajantemente en dos mitades. Hasta su conversión en Cristo, San Pablo, todavía Savlo, fue un severo fariseo, observante de la ley moicea y de las tradiciones patriarcales, que pensaba justificarse por las obras de la Ley y su celo en la Fe de los patriarcas, aproximándose al fanatismo.

Luego de su conversión, él se hizo Apóstol de Cristo, totalmente entregado a la obra del anuncio evangélico, feliz de su llamado, pero consiente de sus debilidades para la realización de este gran servicio, y adjudicando todas las obras y merecimiento a la Gracia de Dios. Toda la vida del Apóstol hasta su conversión, según su profundo convencimiento fue un error, un pecado que lo condujo hacia la condenación.

Sólo la todopoderosa Gracia Divina pudo ponerlo en el camino de la salvación. Desde aquél momento el Apóstol Pablo trata de ser digno del llamado Divino. Él es consiente que no hay y no puede haber discurso u otro merecimiento ante Dios: todo es obra de su misericordia. El Apóstol Pablo escribió catorce epístolas que constituyen la enseñanza sistemática del cristianismo.

Éstas epístolas, gracias a su amplio conocimiento y agudeza, sobresalen por su originalidad. El Apóstol Pablo se esforzó mucho, como el Apóstol Pedro, en difundir la fe de Cristo y con justicia es venerado como "columna" de la Iglesia y apóstol primado. ¡Que el Señor salve nuestras almas por las oraciones de los Apóstoles San Pedro y San Pablo!


Tomado de www.fatheralexander.org

Sobre la oración. San Siluán de Athos.

jueves, junio 23, 2011 Posted by JDavidM




No es posible que el alma que ama al Señor no ore, porque es atraída hacia Él por medio de la gracia conocida en la oración.
Para orar nos han sido dadas las iglesias; en las iglesias los servicios litúrgicos son realizados por medio de determinados libros. Si no tienes a mano alguna iglesia o uno de esos libros de oraciones, tu propia oración interior está, de todas formas, siempre y en cualquier lugar contigo. En las iglesias se realizan los servicios divinos y ahi está el Espíritu Santo, pero la mejor iglesia de Dios es el alma, y para aquel que ora con el alma, todo el mundo es una iglesia; más esta virtud no está en todos.
Muchos oran con los labios y les gusta leer oraciones en libros, y esto es algo bueno, porque Dios recibe su oración y les muestra su misericordia. Pero si al orar de esta manera la persona tiene sus pensamientos en otra parte, el Señor no escucha esa oración.
El que ora por costumbre no permite que la oración haga cambios en él. Pero el que ora con su corazón, en éste sí se cambian muchas cosas; es una lucha con el enemigo, una lucha consigo mismo, con sus aflicciones, una lucha con los demás y en todo esto debe tener valentía.
Pide consejo de quienes te puedan guiar a través de su propia experiencia en la oración. Ora con humildad al Señor y por tu humildad el Señor te escuchará.
Si nuestra oración es agradable al Señor, el Espíritu de Dios da testimonio de esto en el alma.