Sobre la unicidad de la Iglesia.

miércoles, agosto 17, 2011 Posted by JDavidM


Habiendo nacido en los días de los apóstoles, la Iglesia de Cristo, en su camino histórico absorbe dentro si a hombres de muchos pueblos, creciendo paulatinamente de fuerza en fuerza, "a la medida de la edad de la plenitud de Cristo" (Efes. 4:13).


Como de una semilla pequeña crece un poderoso árbol y como de un niño resulta un hombre adulto y maduro, así también la Iglesia de Cristo, que constaba en su principio con doce pescadores, actualmente llegó a su pleno desarrollo transformándose en un hermoso, frondoso y profusamente ramificado árbol (Mat. 13:32), con enseñanzas bien desarrolladas, liturgia, simbólica, cánones y reglas que abarcan a todas las facetas de su vida y de la vida de cada uno de los creyentes por separado. Los cánones de la Iglesia, son leyes imprescindibles de su actividad vital, semejantes a las leyes, que posee el viviente organismo del cuerpo humano.


Como Cristo no puede tener varios "cuerpos," asimismo la Iglesia de Cristo puede sólo ser única y una. Pero en la actualidad nos encontramos con el hecho de la existencia de numerosas asociaciones cristianas que pretenden el nombre de "iglesia." Los católicos y protestantes de distintas orientaciones, y bautistas, y adventistas, y pentecostales y hasta los seguidores de cultos más aberrantes - todos insisten en la veracidad de sus enseñanzas.


Una de las causas de la fragmentación del cristianismo como de cualquier otra idea original, se puede ver en la segunda ley de la termodinámica, según la cual, cada sistema físico tiende a aumentar su entropía - o sea tiende hacia el máximo desorden. Pero como Cristo fundó la Iglesia justamente para la salvación de los hombres, sin duda alguna que en la fragmentación del cristianismo el papel mas activo y rector siempre lo jugo el maligno - este eterno enemigo de Dios y de los hombres.

Al llamar al diablo "mentiroso y padre de la mentira" (Juan 8:44), Cristo indicó el método principal que este usa, - o sea la mentira! Realmente, para separar a un número mayor de hombres de la Iglesia, aquel en primer término trata de inspirarle a los hombres ideas religiosas falsas es decir - herejías. El hombre seducido por alguna idea nueva, la toma como una revelación divida y a sí mismo - como un enviado de Dios y comienza a difundir su enseñanza nefasta con gran dedicación y sacrificio. Lo hace para "mejorar," "purificar," o "completar" las enseñanzas del cristianismo. Y cuando la Iglesia rechaza esta enseñanza herética, entonces los autodenominados profetas, se separan de ella, apartan cierto número de creyentes y crean sus iglesias, que anuncian como verdaderas, mientras a la Iglesia de Cristo, tildan como la que - se aparto del rumbo y no entendió la enseñanza de Cristo.


Así desde los tiempos apostólicos y hasta nuestros días, aparecían y continúan surgiendo las más variadas herejías. Al principio apareció el arrianismo, el monofisismo, la iconoclásia, luego de la verdadera Iglesia se separó el catolicismo romano, del cual luego se separaron el protestantismo y reforma, y de estos últimos, como cuerno de la abundancia fluyeron las innumerables sectas contemporáneas. Y además, estas últimas, en realidad, repiten las antiguas herejías condenadas por los Concilios, sólo dándoles una nueva fraseología.


A los hombres, firmemente fieles a la enseñanza verdadera, el maligno trata de arrancar de la Iglesia por medio de cismas eclesiásticos y discordias parroquiales. Nuevamente inspira con astucia a los hombres causas "aparentemente buenas," para corregir carencias o mejorar las condiciones planteadas. El mal reside no tanto en tales o cuales costumbres o manifestaciones externas, que no siempre pueden ser del todo adecuadas, y por lo tanto siempre mejorables, sino mas por que los hombres comienzan a pelearse uno con el otro y como resultado se fragmentan en grupos hostiles.

¿Pero como puede un creyente común evaluar correctamente toda esta multitud de iglesias, denominaciones y cultos?


Para encontrar la respuesta a esta pregunta, hay que entender que la Iglesia verdadera debe proceder desde los tiempos apostólicos, conservar las enseñanzas apostólicas, las tradicionales y un hilo no interrumpido de sucesión apostólica que pasa de obispo a obispo. La Iglesia, como todo organismo viviente, se desarrolla y crece pero al mismo tiempo ella debe conservar la unicidad e identidad de su naturaleza Divino-humana.


En el Credo decimos: "Creo en la Iglesia única, santa, católica y apostólica." Esta creencia presupone la unidad de la Iglesia, como la unidad de todo organismo vivo, donde todo está unido en forma muy estrecha o sea: la unicidad de enseñanza de la fe, la vida litúrgica y el orden canónico. Todo esto asegura la relación de los creyentes en lo importante - el sacramento de la Comunión y las oraciones. En este tipo de relación se encontraban las antiguas Iglesias Ortodoxas, que representaban, en realidad, una sola Iglesia en distintas personas, como reflejando la Trinidad de la naturaleza Divina.


Algunos, promueven la teoría, que otrora la única Iglesia de Cristo se "dividió" en partes de ortodoxos, católicos, protestantes, etc. y que cada una de esta parte o "iglesia cristiana" guarda en sí partes de la verdad y representa con eso como "fragmentos" de otrora única Iglesia Apostólica. Por eso todas ellas deben ahora unirse, primero en un "diálogo de amor," luego en la oración y por ultimo en la Eucaristía. Ante esto cada "iglesia" conservará su enseñanza o sea en realidad la herejía. Ante esta manera de plantear el problema de la unidad, se ignora el hecho que la verdadera Iglesia, fundada por los apóstoles, existe en nuestros días y según la promesa de Cristo, existirá hasta el fin del mundo (Mat. 16:18). Si es así, lo correcto sería para los que se apartaron, volver a ella.

¡La Iglesia no es una sociedad humana, sino el Cuerpo de Cristo! Si hablásemos sobre la colaboración entre los hombres solamente en lo terrenal, en un plano práctico, aquí por supuesto, los hombres tienen derecho a unirse según mutuo acuerdo. Pero si hablamos de la unión en la Iglesia, todo lo humano debe ser separado a un costado . Hay que volver completamente a Cristo, aceptar su enseñanza en la plenitud, sin correcciones ni modernismo, hay que reconstruir aquella estructura eclesiástica que habían fundado Sus apóstoles.


Como Cristo no puede tener varios "cuerpos" así no pueden existir varias iglesias verdaderas paralelas, ya que la Iglesia - Cuerpo de Cristo, es indivisible como todo organismo vivo. Por eso, nunca hubo, y en principio, no puede haber divisiones de la Iglesia. Hubo solamente y hay apartamientos heréticos y cismáticos de ella! Por eso las reglas (cánones) antiguas de la Iglesia firmemente prohiben cualquier tipo de relación de oración con los que se apartaron es decir con los herejes, hasta que ellos, a través del arrepentimiento, vuelvan a la Iglesia.


¡Sólo en la Ortodoxia, como en el real Cuerpo de Cristo, esta predestinada la salvación para cada hombre! Quién verdaderamente ama a Dios, sin duda desea estar unido a Él. ¡Este amor es la esencia del cristianismo! Aquellos, quienes sinceramente aman a Cristo, su amor los deberá conducir hacia la verdadera Iglesia!


Y cuando algunos "sabios" actuales afirman que hacia Dios llevan diversos caminos como hacia la cima de la montaña llevan diversos senderos, hay que recordar que Aquél Quién que se ofreció a Sí Mismo como los únicos Camino, Verdad y Vida, es el Hijo de Dios - Dios-hombre. Mientras todos quienes enseñan otra cosa y llevan a los humanos por otros caminos - "son ladrones y asaltantes" (Juan 10:8).







Obispo Alexander Mileant


Tomado de fatheralexander.org

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