La amistad es el amor que un alma sincera tiene
hacia otra alma sincera La amistad es santa, pura, inocente, fiel, permanente, franca,
temeraria, verdadera, eterna. La amistad es una virtud, porque vive en el
“ethos” y en la buena educación del alma sana; porque no le atrae nada más que
la virtud y ama la virtud, abrazándola y permaneciendo con ella para siempre.
La amistad, como virtud, se deja atraer de quienes le son semejantes y descansa
en las virtudes que le acompañan. La amistad es el vínculo entre almas
semejantes. Es parte del alma justa, que se une en un amor muy fuerte de
quienes le son queridos, uniendo en una misma realidad, las almas que por su
naturaleza tendían a estar separadas. La amistad tiene una presencia constante,
que no hace concesiones. La amistad es un cierto modo de placer moral que
endulza el alma. La amistad lo sufre todo, por la compasión y la solidaridad.
Aristóteles alguna vez dijo:
“La amistad es un alma
que habita en dos cuerpos”.
La amistad es más fuerte que el amor que nace de la
consanguinidad. Porque el amor hacia la familia es fruto de la necesidad,
mientras que la amistad es una libre elección. La amistad impone la devoción a
lo que los amigos consideran santo y puro en la forma de vivir, integridad en lo
que se refiere a los principios morales, fidelidad en el carácter,
perseverancia en las decisiones, sinceridad en las palabras, valor para
defender lo correcto y útil, y para decir la verdad. La amistad es lo que
sostiene en el mundo el bienestar y felicidad de dos personas buenas, porque la
amistad no puede aparecer si no es entre personas buenas.
Platón dice:
“La
amistad es armonía de pensamiento, en relación a lo que es bueno y justo, es
elegir el mismo modo de vida, el mismo modo de pensar sobre la opción de vida,
es la unidad de pensamiento sobre la forma de vivir en convivencia, en respeto,
compartiendo tanto lo bueno como lo malo”.
Existen tres clases de amistad: de acuerdo a la
virtud, por interés y por costumbre;
desde luego, la mejor de estas es la que busca una unión en la virtud,
porque es el amor más perseverante, siendo que su base es, precisamente, la
virtud.
Perfil del
amigo
El amigo es una persona buena, con un alma honesta,
quien todo lo piensa de manera correcta, al que le gusta la virtud, íntegro en
sus convicciones morales, fiel al amor,
sincero en sus palabras, perseverante en su espíritu, digno consejero,
valiente, amante de la verdad y de la justicia. El amigo se asemeja en todo a
la otra persona con quien comparte esa amistad, sabe que la alegría de su amigo
es también la suya sintiendo como propia la tristeza del otro también; teniendo
una sensibilidad especial, siente el estado de ánimo de su amigo y sabe
entenderlo, de manera que puede percibirlo antes de que aquel lo comparta; así,
el amigo sabe cómo ayudar al otro antes de que éste se lo pida y le tiende su
mano pensarlo dos veces cuando es necesario. En una amistad, los amigos de los
amigos también se conocen y se respetan; de igual manera, se conocen los
adversarios y los amigos saben cómo defenderse de ellos, sin importarles
arriesgarse por proteger al otro. En su
propio cuerpo habita el alma de su amigo. Es un buen consejero, dice siempre
algo útil y se preocupa del honor y reputación de su amigo; lo que para su
amigo es santo, también lo es para él y respeta lo que para el amigo es digno
de honrarse. El amigo verdadero es un manto poderoso y quien lo encuentra,
encuentra un tesoro. El amigo es lo más valioso que existe. El amigo verdadero
es una riqueza inmensa, un mar de honor más grande que cualquier cosa que
pudiera alcanzarse, porque no existe medida para describir su belleza. El
amigo, tanto en las penas como en las alegrías del otro, sigue siendo amigo,
sigue siendo el mismo. El amigo verdadero honra lo que es merecedor de honra y
señala con prontitud lo que le parece incorrecto.
Dijo Eurípides:
“Los amigos no poseen nada propio, sino que
todo para ellos es de propiedad común. No hay nada mejor que un amigo sincero.
Su consejo es más poderoso que cualquier medicamento, sanando el alma herida y
triste del otro amigo; sus palabras son remedio dador de vida. El amigo bueno
puede hacer bien, tanto al alma, como al
cuerpo del otro amigo. El amigo bueno se ofrece a sí mismo para llenar lo que
le falta al otro y entonces, cuando él es quien recibe ayuda, se muestra
siempre agradecido; pero, cuando el otro se equivoca, intenta corregir
completamente ese error. El amigo llega a ser pensamiento, sentimiento y ojos
del otro amigo. El amigo es la personificación de la virtud. Por esto, es
imposible que en el amigo exista la más mínima maldad”.
San Gregorio el Teólogo dice también:
“El amigo creyente es un tesoro
del alma, un jardín fragante, un manantial seguro que se abre por momentos para
compartir con él; no puedes llamar amigo sino sólo a quien es bueno en verdad y
quien ha construido contigo la amistad, basándose en la virtud”.
Traducción libre. Puede consultarse en: Sfantul
Nectarie din Eghina, “Cunoaste-te pe tine insuti sau Despre virtute“, Editura Sophia, 2012.