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Sobre la educación de los hijos desde el vientre materno.

sábado, septiembre 04, 2010 Posted by JDavidM




La edicación de los hijos comienza desde el momento de su concepción. El embrión puede escuchar y sentir en el vientre de la madre. Sí, escucha y ve a través de los ojos de la mamá. Percibe sus movimientos y sentimientos, aunque su mente aún no esté desarrollada. Si se ensombrece el rostro de la mamá, también su pequeño rostro se ensombrece. Si se enoja la mamá, también él se enoja. Todo lo que siente la mamá - tristeza, dolor, miedo, desasosiego - lo vive también él. Si la mamá no desea el bebé, si no lo ama, él lo siente y así se hiere su pequeña alma y esta herida le acompaña toda la vida. Lo mismo sucede con los sentimientos santos de la mamá: cuando está feliz, cuanto siente paz, amor por su hijito, todo esto se lo transmite sutilmente, como ocurre con los que ya han nacido.

Por eso, es necesario que la mamá ore mucho a lo largo de su embarazo y que ame a su bebé, que acaricie su vientre, que lea salmos, que cante troparios, que intente vivir una vida santa. Esto no solamente será útil para ella, sino que también constituye un sacrificio de amor por su bebé, para que también él se santifique, para que desde el inicio adquiera rasgos santos

Has visto qué delicado es, para la mujer, llevar en su vientre un bebé? Cuánta responsabilidad y, a la vez, cuánto honor!


Padre Porfirio Bairaktaris

San Juan Crisóstomo, sobre la educación de los hijos.

lunes, agosto 30, 2010 Posted by JDavidM




Si de por sí ya tenemos una gran responsabilidad cuando se habla de ayudar a los demás, porque se dice "Que cada uno piense no en sí mismo, sino en los demás" (I Corintios, 10, 24), es aún mucho más grande la responsabilidad que tenemos en relación a nuestros hijos. ¿No te los envié - nos pide cuentas Dios - y no los tuviste desde el comienzo? ¿No te nombré guía, protector, maestro y tutor de ellos? ¿No te dí poder sobre ellos? ¿No te mandé que los formaras y educaras de la forma debida, desde que eran pequeños? ¿Qué perdón esperas recibir, si los dejaste tomar el camino equivocado y se perdieron? ¿Qué más puedes decir? ¿Que es difícil y algunas veces a penas podías enfrentar la situación?
Debías pensarlo antes, cuando el niño es obediente y escucha con un corazón amoroso. Entonces debías haberlo educado con atención, para acostumbrarlo como es debido, para corregirle cualquier debilidad. Cuando ese trabajo era más fácil, entonces debías haber cortado la maleza, entonces, cuando era pequeño y los problemas no eran difíciles de resolver, problemas que de no haber sido descuidados, no hubieran llegado a complicarse.


Nuestros hijos son un gran tesoro. Tengamos, entonces, mucho cuidado con ellos y hagamos todo lo posible por no perderlos, porque el astuto está atento a engañarlos. ¿Qué hacemos hoy por ellos? Precisamente lo que no debemos.
Cuando se trata de nuestros bienes materiales, cuidamos ponerlos en manos de quien consideramos confiable y honorable. No mostramos, aún así, la misma preocupación por lo más precioso que tenemos, nuestros niños. No buscamos para nuestro hijo un buen pedagogo que no lo deje apartarse de la sabiduría. Y, sin embargo, nuestros hijos son siempre nuestro haber más importante y por ellos hacemos todo lo que hacemos. Por los bienes que les vamos a dejar nos desvivimos, pero por ellos mismos, no. ¿Ves qué forma retorcida de ver las cosas tenemos? Cuida el alma de tu hijo y el resto vendrá por sí mismo. Si el alma no es buena, entonces ningún bien le será útil. Pero, si el alma ha sido fortalecida con la fe, llena de virtud y limpia, entonces ni siquiera la pobreza le podrá afectar.

(Extraído y traducido de, "Parinti, copii si cresterea lor", San Juan Crisóstomo (Ioan Gura de Aur, en rumano). Editura Panaghia. Suceava. Fotografía de Cristina Nichitus, en el Monasterio Petru Voda, Rumanía)