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Un Himno a la Pequeña Bondad

miércoles, agosto 24, 2011 Posted by JDavidM



Muchas personas piensan que cumplir con la voluntad de Dios es muy difícil. En realidad es fácil. Sólo hay que prestar atención a las cosas que nos parecen insignificantes, a esas "pequeñeces", y tratar de evitar el mal cuando estamos haciendo estas cosas. Este camino es el más sencillo, el camino más derecho, el que nos lleva a la entrada del mundo espiritual y al acercamiento con Dios. El hombre, por lo general, piensa que el Creador reclama de él acciones heroicas, que el Evangelio condiciona a la persona a un estado de renunciación permanente, a la destrucción de la personalidad. Esto lo asusta tanto que empieza a temer por acercarse a Dios, se esconde de Él, ni siquiera trata de conocer Su Palabra. Piensa el hombre, "Si no puedo hacer cosas grandes para Dios, mejor me quedaré fuera del mundo espiritual, no pensaré mas sobre la vida eterna entonces, y así llevaré una vida mas 'normal'."

Al entrar en la vida espiritual, una persona se puede hipnotizar. Piensa, en sus adentros, que hay que hacer una 'gran cosa' o no hacer nada... y así termina en no hacer nada, ni para Dios, ni para la salvación de su propia alma. Es raro, pero cuanto más afán pone la persona a lo que no vale la pena en la vida, menos desea ser justo, correcto, y leal a Dios en esas mismas pequeñeces. Y entre tanto, es por medio de la correcta actitud en las pequeñeces que debe pasar cada persona que desea acercarse a Dios.

"El que quiere acercarse..." Acá se suma toda la dificultad en llevar una vida religiosa. Muchas veces la persona quiere entrar al reino de Dios de repente, milagrosamente, o por el derecho adquirido después del cumplimiento de una acción heroica. Pero, ni la una, ni la otra manera son las correctas para alcanzar el Reino de Dios. Uno entra a la presencia de Dios en algún modo maravilloso, mientras que ignora las obligaciones que nos trae, en este mundo, ese mismo Reino de Dios. Y no se pueden comprar los tesoros del Reino por medio de una acción heroica. Sin embargo, obras buenas, obras santas, sí que son necesarias para cultivar una vida elevada; tambien una voluntad buena y un corazón puro.

"Y cualquiera que dé a uno de estos pequeñitos solamente un vaso de agua fresca, porque es discípulo, de cierto os digo que no perderá su recompensa" (Mat. 10:42). Este dicho del Señor contiene la mas elevada expresión de esas pequeñeces:"Un vaso de agua" ¡no es mucho...!

En cada intercambio tiene que haber, sin falta, un buen espíritu. Este espíritu se llama Cristo, manifiesto o escondido.

"Porque es discípulo" — este es el primer escalón en la relación con la otra persona en el nombre del mismo Cristo. Mucha gente, que no conoce por ahora el Señor y la maravillosa relación con Su Nombre, tienen todavia, entre ellos, ésta desinteresada y mera relación humana, que los acerca de poco a poco al Espíritu de Cristo.

En realidad, la pequeña bondad es más necesaria para la humanidad que el mayor bien. La gente se puede arreglar sin el mayor bien, pero sin la pequeña bondad, es imposible. El mayor bien es solo un techo, que reposa sobre las paredes hechas de los ladrillos de la pequeña bondad. Este bien, menudo, cotidiano, se le ha entregado al hombre. El Creador asumió la responsabilidad del mayor bien. El que cumple con lo bueno, en lo pequeño, es utilizado por Dios para crear el mayor bien. Dios, siendo el Creador, de la nada hizo todo; por eso le coresponde a Él hacer el mayor bien.

El hombre, actuando en lo cotidiano, haciendo con cimpleza esas "pequeñeces",empieza a acostumbrarse al bien; se empieza a dedicar con todo su corazón. De esta manera, respirando el aire de lo bueno, echa raices en la tierra de ese mismo bien. Las raíces de la vida humana se adaptan fácilmente a este suelo y enseguida ya no puede vivir sin el. Así se salva el hombre: de lo pequeño nace lo grande. "El que es fiel en lo poco, también es fiel en mucho"(Lucas 16:10)


Se invierte mucho tiempo y recursos discutiendo cuestiones grandes, teóricas, culpando a unos y a otros por la muerte de otro u otros...

Satisfácete con no matar la dignidad de tu hermano, ni con tus palabras, ni por insinuación, ni con tus actos. No te enojes por tonterias "...el que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio..." (Mateo 5:22).

Si te encuentras con dificultad para rezar de noche, entonces por la mañana, mientras estás yendo al trabajo, intenta decir el "Padre Nuestro." Deja que las palabras de esta oración entren en tu corazón; y en la noche, antes de dormir abandónate, con sinceridad, en las manos de Dios. Esto es muy fácil.


¡Y dale el vaso de agua fria a cualquiera que lo necesite! ¡Ofrece un vaso lleno de amistad a quien le falte!

¡Maravilloso camino de obras pequeñas, te canto un himno! Amigos, rodéense con estas pequeñas obras de lo bueno; con esta pequeña cadena de pensamientos, palabras, y hechos elevados. Dejen al lado lo grande. Dios preparó y derramó este amor pequeño por todos lados y lo da gratis, como el agua y el aire.



Arzobispo Juan (Shahovskoy)

Otro texto sobre la compasión que agrada a Dios.

domingo, julio 03, 2011 Posted by JDavidM


(Palabras de Everghitinos sobre la piedad)
"Fui a visitar, alguna vez, al anciano José, en Enat. Y ahí econtré también al sabio Sofronio. Y, he aquí que alguien que también estaba de visita, proveniente de Aila, quería darle al anciano tres monedas, diciendo: "Recibe esto, venerable padre, para que ores por mi barco, que ha partido ya hacia Etiopía con todo su cargamento". Más el anciano no le puso ninguna atención. Entonces, Sofronio le dijo: "Recíbelas, padre y dáselas a algún hermano que tenga necesidad". El anciano respondió: "Es una verguenza doble, hijo, tomar lo que no necesito y con mis manos podar espinas ajenas. Si pudiera, podaría las espinas de mi alma. Porque está escrito, que si has de sembrar, que lo hagas con tus propias semillas. Porque aquellas ajenas, más amargas son que la maleza. Y, aún más, hijo, ni siquiera es algo que te ayude espiritualmente".

Dijo entonces Sofronio: "Pero, ¿Por mucho que uno haga ayudando al otro, no es tomado en cuenta por Dios?" Respondió entonces el anciano: "Hijo, son muchas las particularidades y el objetivo de la compasión. Porque hay quien ayuda a los demás, esperando que así Dios le bendiga su casa, y Díos así lo hace. Otro, ayuda a los demás, encomendando la protección de su embarcación, y Dios protege ese barco. Otro, pensando en sus hijos, y Dios así lo hace, los protege. Otro, lo hace para ser elogiado, y Dios le elogia. Y Dios no abandona a ninguno, sino que les da lo que le piden, para que su alma no sufra por este motivo. Pero todos estos, lejos están de su verdadera recompensa. Porque, según la finalidad con la que ayudaron al otro, así ya les pagó Dios, por lo que ya no les es deudor con nada cuando les llegue el momento de partir de este mundo. Entonces, tú que quieres ayudar al otro, hazlo en primer lugar pensando en la salvación de tu alma y, cualquier cosa que además necesites, te la dará Dios igualmente. Porque está escrito que Dios te dé según tu propio corazón. Y, otra vez, busquen en primer lugar el Reino de Dios y su justicia, es decir, las cosas del alma, y lo demás vendrá por añadidura. Porque hay algunos que, creyendo que hacen caridad, lo único que consiguen es enojar a Dios".

Ante esto, Sofronio dijo: "Explícanos, por favor, maestro, lo que acabas de decir". Entonces aquel respondió: "Dios mandó que las primeras dentre las semillas a sembrar, los primeros frutos recibidos, los primogénitos de los animales, se le lleven a Él, para la bendición de todos los demás y para el perdón de los pecados. Se le ofrezcan a Él, incluso, los primogénitos de entre los hijos. Pero los ricos hacen lo contrario. Todo lo bueno se lo quedan para ellos y, aquello que no necesitan para nada, es lo que dan a los pobres y a sus semejantes. Es decir, consumen el mejor vino y el que ya empieza a adquirir gusto a vinagre, o que ya no sirve, se lo dan a las viudas y a los pobres. Los mejores frutos los comen ellos, y los que ya empiezan a podrirse, lo dan de limosna. Lo mismo con la ropa: compran y visten de los mejores vestidos, y los que ya están gastados y viejos, los arrojan a la bolsa de los que "lleguen a pedir". Incluso con los hijos sucede lo mismo, porque los mejor crecidos los preparan para el casamiento, haciendo de esto un objetivo de vida, más los hijos que han crecido enfermos o incapacitados, los llevan a los monasterios para que Dios los cuide. Por todo esto, lo que estas personas ofrezcan a Dios, no es bien recibido por Él.

Debemos recordar que Caín, llevando su ofrenda, no sólo no satisfizo a Dios, sino que incluso lo enojó. Porque, si entre nosotros como humanos buscamos ofrecernos, de entre todo lo que nos parece que es lo mejor para así honrarnos, con mucha más razón es nuestro deber ofrecérselo a Dios, Creador nuestro del que hemos recibido todo. Si queremos agradarle a través de nuestra piedad, obligados estamos a ofrecerle lo mejor de lo que tenemos (...) Así como el sacrificio de Noé, siendo ofrenda de humo, satisfizo al Señor, también así la ofrenda que en apariencia es buena, puede no ser agradable al Señor. Como el caso de la ofrenda e incienso de los hebreos, a los que Dios les dijo a través del profeta: "Vuestro incienso me es desagradable".

Esto fue lo que nos dijo el anciano José. Y nosotros, guardandos sus palabras, comenzamos a salir del lugar, y entonces nos dijo todavía: "Hijos, el sábado próximo, vengan nuevamente a visitarme, porque necesito que me ayuden con algo". Y así hicieron; arribando a las tres, lo encontraron ya muerto. Y, luego de enterrarlo, regresaron cada uno a su lugar de origen, agradeciéndole a Dios haberlos hecho merecedores de cuidar de un santo como aquel.
Gloria a Dios, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, Amén!"


Traducción libre de un texto publicado e "Proloagele". Vol. II. Editura Bunavestire. Bacau, 1999. Pág. 878.

Pasos para el día a día en la fe. La cotidianeidad del cristiano.

sábado, septiembre 11, 2010 Posted by JDavidM




Acostúmbrate a levantarte temprano y en un horario especifico. Apenas te despiertes, eleva tus pensamientos a Dios, persígnate y agradécele el paso de la noche y sus misericordias hacia ti. Pídele que Él dirija tus pensamientos, deseos y sentidos, para que todo lo que digas y hagas sea de su agrado.

Mientras te vistes, recuerda que estás ante la presencia de Dios y del Angel Guardián. Pídele a Nuestro Señor Jesucristo que te vista con el ropaje de la salvación.

Después de higienizarte reza por la mañana arrodillándote, concentrándote y humildemente, como corresponde ante la mirada del Todopoderoso. Pídele tener fe, esperanza y amor y además fuerza para recibir serenamente, lo que te traerá el nuevo día con sus complicaciones. Pídele que bendiga tus sacrificios y que te ayude a realizar tu tarea, eludiendo el pecado.

Si puedes lee algo de la Biblia, especialmente del Nuevo Testamento o los Salmos. Lee con el deseo de recibir la iluminación espiritual inclinando tu corazón hacia la humildad. Lee un poco, después medita, luego sigue leyendo, atendiendo a lo que Dios le inculca a tu corazón. Esfuérzate aunque sea un cuarto de hora para meditar sobre las verdades de la fe y sobre lo que has leído de provechoso para tu alma.

Siempre agradece a Dios el no haber perecido en los pecados, y que Él se preocupa por tí y siempre te lleva hacia el Reino de los cielos.

Predispónete cada mañana de tal manera como si recién te hubieses decidido a ser Cristiano y vivir según los mandamientos de Dios.

Comenzando tus tareas procura realizar todo para Gloria de Dios.

No inicies ningún trabajo sin oración, porque lo que realizamos sin oración termina siendo innecesario o perjudicial. Son ciertas las palabras de Dios: "Sin Mi no puedes hacer nada." Trata de parecerte al Salvador quien se esforzó, ayudando a José‚ y a su purísima Madre.

Todos tus esfuerzos hazlos con bondad en el alma esperanzado la ayuda de Dios. Es bueno repetir constantemente la oración: "Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten piedad de mi pecador."

Si tus esfuerzos se realizan con éxito, agradécele a Dios, y si no son satisfactorios, entrégate a la voluntad de Dios, pues Él piensa en nosotros y encamina todo hacia lo mejor.

Todo lo difícil tómalo, para el perdón de los pecados con espíritu de obediencia y mansedumbre.

Reza antes de comer, para que Dios bendiga la comida y la bebida y después de comer agradécele y ruega no perder los bienes espirituales. Es bueno levantarse de la mesa sin haberse saciado totalmente. Los miércoles y viernes ayuna siguiendo el ejemplo de los primero cristianos.

No guardes todo para tí, teniendo comida y ropa: sé feliz con eso pareciéndote a Jesucristo que se humilló por nosotros.

Trata de ser agradable a Dios en todo, para que tu conciencia no te haga padecer remordimientos. Minuciosamente controla tus pensamientos, sentimientos y los movimientos de tu corazón recordando que Dios te observa en todo lugar
Elude hasta los pecados menores, para no caer en los mas grandes. Cualquier pensamiento especialmente el impuro , que te aleja de Dios inmediatamente expúlsalo de tu corazón, como a una chispa de fuego que cae sobre tu vestimenta. Si no quieres que los malos pensamientos te acosen, recibe con tranquilidad la humillación de la gente.

No hables en exceso, recordando que por cada palabra daremos explicaciones a Dios. Mejor es escuchar que hablar, ya que con las palabras es fácil caer en el pecado. No seas curioso en las novedades pues, ellas distraen el espíritu. No juzgues a nadie y piensa que tú eres el peor. Quien juzga a alguien se carga con sus pecados. Mejor reza por el pecador para que Dios por sus sendas lo enderece.

Si alguien no te hace caso contigo, no entres en discusión con él, pero si su actitud perjudica a otros, entonces toma las medidas necesarias, porque el bien común es mas importante que el bien personal.

Nunca discutas ni te justifiques, se humilde, silencioso y pacífico, toma todo con paciencia como nuestro Señor Jesucristo. El no te asignará una cruz superior a tus fuerzas y te ayudará a llevarla.

Pídele a Dios la gracia de realizar sus santísimos mandamientos lo mejor posible, a pesar de que te parezcan difíciles. Habiendo realizado algo bueno no esperes recompensa sino tentaciones, porque es durante las tentaciones cuando se pone a prueba el amor a Dios. No pienses en lograr una virtud sin sufrir pena. En las tentaciones no te desalientes y dirigiéndote a Dios reza con oraciones breves "Señor, ayúdame...ilumíneme...no me dejes...ampárame" El Señor permite las tentaciones y al mismo tiempo da fuerzas para vencerlas.

Pídele a Dios que elimine de ti todo lo que alimenta el amor propio, aunque para ti sea amargo. Evita ser frío, dubitativo, suspicaz, falso, competidor, abatido... Debes que ser franco y sencillo en el trato con el prójimo. Con humildad recibe las ordenes de otros a pesar de que tu seas más inteligente y tengas mayor experiencia.

Lo que no deseas para ti, no se lo hagas a otro, y haz a otros lo que quieres para ti. Sé amable con quien te visita, sé humilde y juicioso, y cuando las circunstancias lo requieran, sé ciego y sordo.

En los momentos de debilidad no te olvides de rezar y hacer buenas obras. Todo lo que hagas en nombre de Jesucristo, por mas pequeño que sea, se transforma en bueno.

Si quieres tener paz, entrégate a Dios. No tendrás paz espiritual hasta que no te tranquilices en Dios y queriéndolo a el únicamente.

De tanto en tanto retírate en soledad, como hacía Jesucristo - para concentrarte en la oración y elevar los pensamientos hacia Dios. Medita sobre el amor infinito de Jesucristo, de sus sufrimientos y muerte, de su resurrección, de su segunda venida y del Juicio Final...

Asiste a la Iglesia frecuentemente. Confiésate y comulga, con los santísimos misterios. Así estarás con Dios lo cual es un bien grandísimo. En la confesión arrepiéntete sinceramente de todos tus pecados pues el pecado que no se confiesa conduce a la muerte

Los domingos conságralos a la entrega y a la misericordia: visita a un enfermo, consuela al que sufre. Quien ayuda a otra persona a volver a Dios recibirá una gran recompensa en este y en el mundo venidero. Aconseja a tus amigos, que lean literatura religiosa y que participen en reuniones sobre temas espirituales.

Que el Señor Jesucristo sea tu maestro en todo. Constantemente dirige tus pensamientos a Dios y pregúntale cómo hubiera procedido él.

Antes de dormir reza sincera y fervientemente y medita sobre los pecados cometidos durante ese día. Debes arrepentirte con dolor en el corazón y lágrimas en los ojos para no repetir los mismos pecados. Cuando te acuestas, persígnate, besa la cruz y encomiéndate a Dios, tu Buen Pastor, pensando que tal vez esa noche deberás presentarte ante Él.

Acuérdate del amor de Dios hacia ti y ámalo con todo tu corazón, alma y pensamiento.

Si te comportas como lo indican estas reglas piadosas, alcanzaras la vida bienaventurada en el reino de la luz eterna .

Que la gracia de nuestro Señor Jesucristo este contigo. Amen.


("Reglas para una vida piadosa". Arzobispo P. de Kostroma)


Además, una recomendación para escuchar este fin de semana:
http://www.youtube.com/watch?v=o_IjlSg6Jy0