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De la confianza absoluta en la Providencia Divina

jueves, noviembre 17, 2016 Posted by JDavidM


 
“Una vez, caminando con el Padre Visarión a orillas del Mar Muerto”, relataba un monje, “comencé a sentir una terrible sed”.
“—Padre, tengo mucha sed”, le dije.
“—Bebe un poco del mar”, me respondió sin más.
Atónito, me detuve y me quedé por un tiempo viéndole a los ojos. ¿Cómo beber de aquella agua, tan salada y sulfúrea? 
Entonces, notando mi desconcierto, el padre se arrodilló y se puso a orar. Al terminar, hizo la Señal de la Cruz sobre el agua del mar.
“—Ahora puedes beber”, me dijo con serenidad.
Obedeciendo sus palabras, me dirigí al mar y tomé un poco de agua con mis dos manos juntas. Y, sin pensarlo más, la bebí. ¡La repulsiva agua del Mar Muerto se había transformado en una fresca y dulce como la miel! Mi primera reacción, entonces, fue la de tomar mi cantimplora y agacharme para llenarla de aquel vivificante líquido.
“—¿Pero, qué haces?”, me preguntó el anciano padre.
“—Por si me da sed otra vez...”, le respondí.
Entonces, la mirada del padre se tornó seria, severa.
“—Dios, Quien está en este lugar, hombre de poca fe, estará también más adelante en nuestro camino”.

(Traducción libre, tomada del "Everghetinos")

Oración para cada hora del día, San Juan Crisóstomo. VIDEO

jueves, junio 04, 2015 Posted by JDavidM


Oración para cada hora de la noche, San Juan Crisóstomo. VIDEO

miércoles, junio 03, 2015 Posted by JDavidM






Sobre la oración que nace del corazón. P. Arsenie Papacioc.

sábado, enero 12, 2013 Posted by JDavidM


- Personalmente no prefiero tanto una rutina de oraciones. Desde luego que es útil, sobre todo porque ayuda a disciplinarse. Pero no se debe orar por rutina. Eso sí, hay que ser sistemáticos en el deseo de elevarnos espiritualmente... Para esto no es estrictamente necesario orar estructuradamente. Más bien, es necesaria una presencia continua de corazón, ese estado permanente de amor, de relación con Dios, que es la esencia de la oración. Porque también un silencio profundo es una oración profunda. Y una oración profunda significa un silencio profundo.

Si oras porque es tu obligación hacerlo, hazlo. Pero cuando se ora por obligación, al terminar, la persona siente que cumplió con su deber de orar de corazón y se queda sin nada de lo que debería permanecer luego de la oración. Por eso yo prefiero un continuo despertar espiritual. También por eso les digo que cualquier segundo puede ser un tiempo completo y cualquier suspiro puede ser toda una oración. Un suspiero no se hace así "Uff...", sino que lo diriges a Dios, como partiendo desde tu más profundo interior hacia Él. Así Dios se nos muestra. Porque Él no se muestra a las mentes más preparadas. "No todo el que diga 'Señor, Señor' entrará en Mi Reino!". cino que sólo aquel que tiene el corazón limpio, el que dirige permanentemente su corazón hacia Él. Entonces, una vida continua de presencia espiritual es clara señal de un hombre espiritual. Porque, si oras, estás siempre presente. La oración, digamos, "típica" (rutinaria) puedes apresurarte a terminarla en media hora, una hora, pero ¿y al final? No les digo que renuncien a este tipo de oración, pero que no sea éste el único trabajo espiritual, la única forma de orar que practiquen. Si lees una paráclesis, está muy bien, o si sigues algún otro libro de oraciones. Pero lo que, de hecho, debe saberse y entenderse, porque es algo casi indiscutido, es la presencia continua del corazón. Y así, ora. Porque así oraban los santos y muchos de ellos permanecían de rodillas hasta el amanecer. Eso no quiere decir que nosotros, por no ser como ellos, mejor no oremos. Pero se trata, insisto, de un estado de presencia continuo.

- Padre, ¿cualquier persona puede practicar la oración incesante?
- De cierta manera, todos pueden hacerlo. Pero la pregunta en sí sobre la oración o cualquier discusión de este tipo sobre la oración es nula, porque racionaliza las cosas. Quien quiera tener el don de la oración, que calle y que ore. Una oración  profunda es un silencio profundo.

(Orando así) Se constata un claridad inmediata, una liberación de las tentaciones, porque se pide la ayuda del Soberano de los cielos y de la tierra. El mundo debe acostumbrarse a la idea que Dios gobierna y hace cualquier cosa por el hombre. "Sin Mi no pueden hacer nada". Aún más, "No se mueve ni siquiera un cabello sin Mi voluntad". ¡Se dan cuenta de cuánto nos ama?

Permanezcan con perseverancia en la Iglesia, queridos mios! Y repitan esta pequeña oración de la mente y del corazón.  Es el poder del nombre de Quien tanto nos auxilia. En donde estén, en donde haya aflicción, oren, no desfallezcan.  Amen mucho! Cristo así nos lo manda!

Traducción libre del texto publicado en razbointrucuvant.ro

La oración verdadera nunca cesa. P. Roman Braga.

viernes, enero 04, 2013 Posted by JDavidM





- Padre, ¿Qué debemos hacer para amar mucho más a Dios, para sentirlo más cerca de nosotros?

 

- Debemos hablar con Él. Debes sentirlo en ti, no fuera de ti, en el exterior; debes sentirlo en tu interior, en tu corazón, porque nuestro corazón es infinito, ya que en él vive Cristo desde nuestro bautizo. Una persona tiene ciertas dimensiones infinitas, las de su personalidad; en lo profundo, la persona humana es eterna. En esta profanidad nuestra está Dios, de acuerdo a lo que repite tantas veces San Pablo “Ustedes son iglesia del Dios vivo”.

Entonces, no dirijamos nuestra oración a un rincón, porque Dios no es material o espacial como para ponerlo en un solo rincón y decir “¡Ahí está Dios!”.  Ensimísmate y dirige desde el corazón tu oración a Dios y así sentirás Su presencia. Hablar con Dios te ayuda a sentir la presencia de Dios. Cuéntale a Dios cuando tienes hambre, cuando tienes sed, dile a Dios que vas a viajar a tal lugar, habla con Él cuando vayas en camino, enséñale lo bellas que están las flores. Habla con Dios de todo, “Señor, ¿Qué hago? Fíjate que tengo que tengo que hacer esto y esto; tengo hambre, voy a ir a comer un pedazo de pan”; puede parecer cosa infantil, pero toda conversación con Dios se convierte en oración.

Porque, ¿Qué es la oración? Es una continua comunicación de la persona con Dios. Recuerden lo que dice San Pablo en la Carta a los Tesalonicenses: “Oren sin cesar”. ¿Cómo lograba él orar sin cesar, cuando todo el tiempo fue un hombre muy activo? Hizo tantas iglesias, escribió tantas epístolas, hizo tantas cosas… No podía, entonces, estar permanentemente de rodillas, orando.  Entonces, pensó lo siguiente: hay que sentir todo el tiempo la presencia de Dios, en el corazón. De hecho, los Santos Padres de la Iglesia así definen la oración: la oración es sentir la presencia de Dios. Orar no es solamente leer algo en un libro. Es algo que deben saber también los jóvenes. No se trata solo de hacer una oración por la mañana y, listo, se acabó por hoy. Alguna vez habrás pensado “¡Ah, no terminé de hacer mis oraciones!”. Pero la oración no se termina nunca. Habla con Dios como si fueras un niño, ¡porque somos los pequeños de Dios! Y este hablar infantil con Dios te traerá el sentimiento de la presencia íntima de Dios en tu corazón. Existe un refrán conocido entre monjes: “Si oras sólo cuando oras, entonces no oras en absoluto”. Si sientes la presencia de Dios en ti, entonces te encuentras en ese estado de oración. El individuo en sí se vuelve una oración, porque tiene ese estado de oración, no momentos de oración,… no momentos en los que ora y momentos en los que no. Eso sería terrible. Debemos sentir todo el tiempo la presencia de Dios en nosotros.

Cuando digas “¡Señor!” está seguro que Dios vuelve Su rostro hacia ti y espera a que le digas algo. Cuando estás ocupado, permanece atento a lo que haces. Cuando hables, piensa siempre lo que dices. Pero, si tienes tiempo, 2, 3, 4 minutos o incluso hablando con otras personas, puedes decir. ” ¡Señor Jesucristo, tennos en cuenta, ayúdanos!” O “¡Señor, Bendice a estas personas!”.

Traducción libre de un fragmento del texto publicado en www.putna.ro

Sobre la oración y sobre el amor a Dios y al prójimo. P. Arsenie Papacioc.

domingo, julio 08, 2012 Posted by JDavidM


Sobre la oración.
La oración no debe hacerse sólo en determinados momentos del día, sino debe ser un deseo y un hábito, debe ser permanente. No se trata sólo de los santos paráclesis (oraciones específicas a la Virgen) y de otras oraciones, que llevan a tomar determinadas posturas corporales como las postraciones y otras formas de piedad; se trata de elevar la mente hacia Dios, de pensar en Él de manera personal, incesante, sin ni siquiera decir nada, sino sólo darle desde tu corazón un sentimiento de amor y de respeto, incluso de temor. En todo caso, lo importante es mantener la mente y el corazón elevados al cielo, hacia la salvación. 

Así, la solidez espiritual hacia un estado permanente de oración, debe ser un propósito serio, porque es lo que lleva paz al corazón, una especie de alimento concentrado para éste, y el don de Dios le ayudará.

Dios es un Dios del corazón. Ora, entonces, sintiéndolo. El poder de la oración no radica en tal o cual palabra, sino en la forma en como se dice. Dios necesita sólo del corazón y con esto le basta, si éste permanece frente a Él con devoción. La oración incesante en esto consiste, en presentarnos con humildemente frente a Dios; nuestras oraciones leídas, después, no harán sino agregar más leña a ese fuego.

Vete a dormir y levántate con las preocupaciones de Cristo (no las tuyas), es decir, cómo piensa, qué piensa de cada uno de nosotros para lograr que nos salvemos, porque esta preocupación divina es incesante, sí, sin detenerse jamás. Cuando alguna necedad te atrapa o cuando buscas alejarte de tu prójimo, aunque este se haya equivocado contigo, en ese momento Jesus vuelve a crucificarse por tí.

Piensen siempre en el juicio final, qué respuesta daremos entonces!

No pierdan el tiempo! ¿Acaso saben ustedes qué valor tiene el tiempo perdido? Toda la felicidad eterna, con los ángeles, ciertamente está relacionada con este tiempo. Poco tiempo, pero vivido como se debe!


Sobre el amor
Amar a tu hermano porque es tu hermano, es un amor meramente humano, no místico, espiritual. Amar a tu prójimo, así como amas a tu hermano, éso es un amor místico.

El primer mandamiento  (y el más importante), "Amarás a Dios con toda tu alma y con toda tu mente...", es ciertamente el más grande, completado con otro que dice  "Amarás a tu prójimo como a ti mismo". Si este segundo mandamiento es similar con el primero, significa que nuestro prójimo tiene reflejos divinos, por gracia de Dios. Porque no puedes amar a Dios sin amar a tu semejante. 

Si no sientes amor por todo, entonces no amas en absoluto. Si no eres agradecido con tu prójimo, tampoco lo eres con Dios. Si reconoces a Dios en tu corazón, entonces, lo reconoces también en tus semejantes y  en lo que te rodea.

Por eso se ha dicho que amemos totalmente a nuestro prójimo, porque esta es la medida de tu amor por Dios, al Que no ves, pero Quien puede sentirse y vivirse en Su mandamiento: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo". Es decir, así como amas tu plenitud física y humana,  con la intensidad de sus necesidades propias, pero especialmente como amas tu plenitud espiritual (posible), para acercarte a Dios, así debes amar a tu semejante, a quien Dios hizo visible entre tú y Él, para que entiendas que amándole Dios reconoce tu verdadero amor hacia Él. Y para que veas y sientas que en este amor total hay una belleza inigualable, debes llenarte de la luz que Dios no da sino a aquellos corazones nobles, bondadosos y humildes. "El hombre se diviniza con su participación en la luz divina y no por medio de cierta transformación en un ser divino". Entonces, atrayendo a tu semejante, así como te atraes a tí mismo, con toda la fuerza de tu corazón, hacia Dios, intentarás entender la plenitud, la libertad y la armonía eterna.

Intenta descubrir en tí la fuerza dominante, para que puedas valorar y recibir en don el único tesoro que puede  hacer que los hombres se conozcan a sí mismos, el hombre y el Dios que le  ha hecho: la armonía.

Dios sólo a través del hombre se glorifica, incluso cuando podría aparecer cierta tentación que dice que difícilmente se podrá encontrar en el mundo a alguien que se haya liberado completamente del amor de sí mismo. Esto no anula para nada la lucha incesante por cumplir los mandamientos divinos, que no son nada utópico. El mandamiento nuevo, el más grande, el amor total, no tiene principio ni final.

El mundo fue creado por un Dios bueno. Las fuerzas del amor que vive en nosotros, nos vienen de Él. Si es que no te produce temor pensar en los tormentos eternos del infierno, teme y camba tu forma de vivir, hacia el amor de Dios. Él nos ama tanto, como para rechazarlo.


Traducción libre, tomada de: Arhimandrit Arsenie Papacioc. "Scrisori catre fii mei duhovnicesti". Manastirea Dervent. Constanta, Rumanía, 2001.

Sobre el amor a Dios, la oración y la perseverancia (extractos). San Juan de Kronstadt.

sábado, junio 30, 2012 Posted by JDavidM

S. Juan de Kronstadt (1829-1908)

El que es perseverante en el amor a sus amigos puede ser también perseverante en el amor a Dios y viceversa: quien es agradecido por el bien recibido de sus semejantes, así también será agradecido por las bondades divinas. Así también, quien ama a su semejante, podrá amar también a Dios y viceversa: quien no ama a su hermano, a quien puede ver, ¿Cómo podrá amar a Dios, a Quien no ve? (I Juan 4, 20). Quien honra con celo a sua padres, honrará también con celo y  podrá enaltecer como se debe a Dios (...) Nuestras relaciones aquí en el mundo son la muestra de nuestra relación con Dios. 

Ante todo busca vivir en simplicidad y bondad: éstas te librarán de numerosas aflicciones en la vida y serán la base de tu paz y felicidad interna. San Gregorio el Teólogo dice: "Me esfuerzo en alcanzar la simplicidad de corazón, de la cual depende la salvación, y la salvación es lo único que busco". Así, ¿ves que entre otros propósitos, la simplicidad te lleva a la salvación?


¿Qué hay más valioso que Tú, Señor? "Nada", me dicen mi mente y mi corazón. Tú eres mi Dios, Tú eres mi alegría. Y, entonces, ¿por qué suceden cosas raras con mi mente, como después de recibir Tus Santísimos y Vivificadores Sacramentos, cuando pronto empiezan a preocuparme asuntos inútiles,  al punto que mi corazón se aleja de Tí, Señor mío, oh Señor, y pareciera que dejara de amarte, poniendo en Tu lugar no sé qué nimiedad, como si ésta constituyera toda mi felicidad? ¿Por qué me aparecen contradicciones tan extrañas? Si para mí no hay nada más importante que Tu, porque si no Te pierdo, ¿cómo puedo guardarte en mí? !Oh, vileza del pecado! !Oh, cuerpo pecador! ¿Quién me librará de este cuerpo mortal? (Romanos 7, 24).


El Espíritu Santo se llama "Consolador", porque Él rebosa de consuelo celestial el corazón del hombre que conoce sus desvíos y pecados; Él viene a llenar de paz la mente. !Cuán deseado es ese consuelo!

 
 
Dios envía muchas veces, al corazón, cierto calor interior de fe y de amor, justo al final de nuestras oraciones. Por eso, debemos tener paciencia y no desesperanzarnos del poder de la oración al principio o a la mitad de ella, sino continuarla serenamente hasta terminarla. Llamen y se les abrirá. (Mateo 7, 7). 


En las santas iglesias hay un don maravilloso que viene de Dios: quien a ellas se acerca con un deseo espontáneo de orar, regresa como quien ha logrado una rica caza, gloriosa, con alegría y paz en el corazón, alabando a Dios.


Al orar, piensa con claridad en Dios y en tí mismo, es decir, recuerda Quién es Él y quién eres tú. Él es el Soberano Todopoderoso del cielo y de la tierra, de todo cuerpo y espíritu, mientras tú, comenzando con tu alma y terminando con tu mente y tu corazón, le pertences completamente a Dios. Más, cuando de un mal pensamiento llegas a una mala acción, entonces te vuelves completamente tuyo y te haces adversario de Dios...


La oración debe acompañarse necesariamente de fe, esperanza y amor; debes creer en Dios como el Creador de todo, debes tener esperanza en Él por Su bondad y debes amarle con todo tu corazón, como respuesta a su infinito amor hacia nosotros, siendo que Él nos amó primero (I Juan 4, 19).  También cuando lees las Sagradas Escrituras y los escritos de los Santos Padres, es necesario que tengas una fe humilde y amor.


No importa quién seas, recuerda siempre cuán cerca estás de la nada y de la pequeñez de tu ser. Todos los pueblos no son nada frente a Él, dice el profeta (Isaías 40, 17). Para ser algo, acércate con fe y con amor a Aquel de Quien viene todo, y sólo entonces serás algo (...) ¿Qué tienes tú que no hayas recibido? De hecho, ¿qué significa incluso tu vida individual, en el ensamble de esta vida general, sin fin? Nada. Es como un poco de vapor, aparece y se disipa rápidamente.  ¿Qué es su vida? Vapor son ustedes, que aparece en un momento y luego se desvanece. (Santiago 4, 14). Sólo Dios es El que es. De esta manera, busca con insistencia la Fuente de toda vida y permanece con Él, si quieres endulzarte con la vida verdadera, eterna, en el Cielo. Vive recordándote a tí mismo quién eres y preparándote para el final de tu vida. Porque para mí bueno es estar con Dios, poner en el Señor toda mi esperanza. (Salmo 72, 27).


Traducción libre tomada de: Sfantul Ioan de Kronstadt, "Cunoasterea de Dumnezeu si cunoasterea de sine, dobandite din experienta". Editura Sophia. Bucuresti, Rumania. 2010.

Sobre el ayuno y la oración. San Nectario de Egina. (extractos)

martes, marzo 20, 2012 Posted by JDavidM



"La verdadera oración es enfocada, incesante y hecha con el corazón lleno de arrepentimiento y la mente atenta. El vehículo de la oración es siempre la humildad, siendo que la oración es, asimismo, una manifestación de aquella. Porque, siendo conscientes de nuestra propia limitación, le pedimos fuerza a Dios. La oración nos une con Dios: es una conversación divina y una comunión espiritual con el Ser más bello y sublime.

La oración es alejarse de todo lo que nos ata al mundo y elevarnos al cielo. Por medio de la oración nos acercamos a Dios. La oración es, en verdad, una coraza celestial, y sólo ella puede resguardar a quienes le dedican su vida a Dios. La oración es el medicamento usual para sanar todos nuestras aflicciones, para abstenernos de pecar y para la redención de nuestras faltas. La oración es un tesoro invaluable, un esfuerzo meritorio, la base de toda serenidad, la raiz y madre de innumerables bendiciones.

Cualquier cristiano debería saber que si no eleva su alma y su corazón hacia Dios, por medio del ayuno y la oración cristiana -no farisea- no podrá llegar jamás al verdadero conocimiento de su estado de pecador y a la búsqueda con toda el alma del perdón de esas faltas. Debemos entender que sólo en la medida en que elevemos nuestra mente y nuestro corazón a Dios, llegaremos a conocer  nuestros pecados; y que nos elevamos a Dios en la medida en que nuestra alma se aligera y se ilumina con el ayuno y la oración.

La oración y el ayuno -cristiano- sirven como medios para conocernos a nosotros mismos y  a nuestro verdadero estado moral, así como para llegar a valorar cuáles son nuestros pecados y su verdadero carácter. Sin ayuno y oración nos faltan los medios para alcanzar ese conocimiento,  y no podremos llegar a tener una imagen real de nuestras faltas, un conocimiento pleno de ellas y el arrepentimiento por haberlas cometido, como camino hacia una verdadera y fructífera confesión. Además, ya que el ayuno y la oración cristiana son las únicas formas de preparar una verdadera confesión, debemos guardar con celo estos mandatos de la Iglesia, para no equivocarnos en el objetivo que nos hemos trazado: alcanzar el supremo bien (la salvación).

El ayuno es un mandamiento de la Iglesia, obligando al cristiano a guardarlo en determinados días. En relación a esto, Nuestro Señor Jesucristo nos enseña: "Cuando ayunen, no pongan cara triste, como los que dan espectáculo y aparentan palidez, para que todos noten sus ayunos. Yo se lo digo: ellos han recibido ya su premio. Cuando tú ayunes, lávate la cara y perfúmate el cabello. No son los hombres los que notarán tu ayuno, sino tu Padre que ve en lo secreto, y tu Padre que ve en lo secreto, te recompensará.” (Mateo 6, 17-18).

De las enseñanzas del Salvador realizamos, entonces: 
a)  Que el ayuno es agradable a Dios.
b)  Que el que ayuna para elevar su mente y su corazón hacia Dios, será recompensado por su esfuerzo, porque Él es el más generoso dador de bienes celestiales."


Traducción libre, tomada de: 
"Sfantul Nectarie de Eghina. Viata, minunile si scrierile". Constantin Cavarnos. 
Editura Bunavestire. Bacau (Rumanía), 2011.

Acatisto "Gracias a Dios por todo". Feliz Año Nuevo!

lunes, enero 02, 2012 Posted by JDavidM

La Liturgia del 1 de enero, en Neamt, Rumanía.



Oraciones de agradecimiento

Del Te Deum
Señor Jesucristo, Dios nuestro, Dios de toda misericordia y generosidad, Cuya bondad no tiene límites y Cuyo amor a los hombres es un abismo inconmensurable! Dirigiéndonos a Tu grandeza, temerosos y trémulos como siervos indignos, Te ofrecemos nuestro agradecimiento por las misericordias que nos has mostrado. Como el Señor, Rey y Benefactor, Te glorificamos, elogiamos, cantamos y honramos y, postrándonos, de nuevo agradecemos a Tu inefable misericordia. Te rogamos humildemente: como ahora aceptaste nuestros ruegos y los cumpliste, así en el futuro ayúdanos a prosperar en el amor hacia Ti y hacia nuestro prójimo; ayúdanos, también, a prosperar en todas las virtudes. Haznos meritorios de siempre agradecer y glorificarte, junto a Tu Eterno Padre y el SanTisimo, benévolo y consustancial Espíritu Tuyo. Amén.

La Gran Doxología
Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad a los hombres. Te alabamos, Te bendecimos, Te adoramos, Te glorificamos, Te damos gracias por Tú grande gloria, Señor, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso, Señor, Hijo unigénito Jesucristo y el Espíritu Santo; Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre, que quitas los pecados del mundo, ten piedad de nosotros. Tú que quitas los pecados del mundo, recibe nuestra oración. Tú que estás sentado a la diestra del Padre, ten piedad de nosotros. Porque sólo Tú eres santo, solo Tú eres Señor. Solo Tú, Jesucristo, eres alTisimo en la gloria de Dios Padre. Amen.
Día a día te bendeciré, y alabaré Tú nombre para siempre, y por los siglos.

Concede, Señor, guardarnos este día sin pecado. Bendito eres, Señor Dios de nuestros padres, y alabado y glorificado sea Tú nombre para siempre. Amén.
Sea con nosotros Tú misericordia, Señor, como hemos esperado en Ti.

Bendito seas, Señor, enséñame Tus caminos. (tres veces).

Señor, Tú has sido nuestro refugio de generación en generación. Dije, Señor, ten piedad de mí, sana mi alma, porque he pecado contra ti. Señor, a ti huyo, enseñame a hacer Tu voluntad, porque Tu eres mi Dios. Porque contigo esta la fuente de la vida; en Tu luz la luz veremos. Extiende Tu misericordia a los que Te conocen.

Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros. (tres veces).

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amen.

Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros.




Entrada al Monasterio Petru Voda.



Acatisto de Agradecimiento a Dios por todo
(Escrito por un sacerdote, Gregorio Petrov, en los años 40, en uno de los campos de concentración de Stalin, donde el autor probablemente murió).

Kontaquio 1
Incólume Rey de los siglos, que tienes en Tú mano todos los caminos de la vida humana, con la fuerza salvadora de Tú Providencia. Te agradecemos por las bondades conocidas y desconocidas, por la vida terrenal y por las alegrías celestiales de Tu Reino futuro. Sigue otorgando Tus misericordias a nosotros, que Te cantamos: ¡Gloria a Ti,  Señor por los siglos!

Ikos 1
Nací en este mundo como un niño débil y desvalido, pero Tu Ángel extendió sobre mí sus alas, protegiéndome desde mi cuna. Desde entonces Tu amor ilumina misteriosamente todos mis caminos, conduciéndome hacia la luz de la eternidad. Los dones de Tu providencia gloriosamente se muestran desde el primer día y hasta ahora. Agradezco y clamo junto con todos que Te conocieron: 
Gloria a Ti, que me llamaste a la vida;
Gloria a Ti, que me revelaste la belleza del universo;
Gloria a Ti, que abriste ante mí el cielo y la tierra como un libro eterno de la sabiduría; Gloria a Tu eternidad en medio del mundo temporal;
Gloria a Ti, por Tus bondades secretas y reveladas;
Gloria a Ti,  por cada paso de mi vida, cada instante de alegría;
¡Gloria a Ti, Señor, por los siglos!


Kontaquio 2
Señor, qué hermoso es ser Tu convidado: el viento perfumado, las montañas erguidas hacia el cielo, como espejos infinitos reflejan el oro de los rayos solares y de las nubes leves. Toda la naturaleza susurra misteriosamente, toda ella está llena de cariño, las aves y los animales llevan el sello de Tú amor. Bendita sea la madre tierra con su belleza pasajera, que despierta el anhelo de la patria eterna, donde en la belleza indestructible suena ¡Aleluya!

Ikos 2
Tú me hiciste entrar en esta vida como en un paraíso encantador. Vimos el cielo como una profunda copa azul, donde suenan los cantos de los pájaros; escuchamos el murmullo sereno del bosque y la dulce música de las aguas; comimos fragantes frutos y perfumada miel. ¡Qué bueno estar en Tú tierra, que alegría ser Tú huésped! 
Gloria a Ti,  por la fiesta de la vida;
Gloria a Ti,  por el perfume de los lirios y rosas;
Gloria a Ti,  por la dulce variedad de bayas y frutos;
Gloria a Ti,  por el brillo del rocío matinal;
Gloria a Ti,  por la sonrisa del luminoso despertar;
Gloria a Ti,  por la vida eterna, presagio de la celestial;
¡Gloria a Ti, Señor, por los siglos!


Kontaquio 3
Con la fuerza del Espíritu Santo respira cada flor, la quieta brisa del perfume, la suavidad del color, la belleza de lo grande en lo pequeño. Gloria y honor al Dios dador de vida, Quien extiende los prados como tapices floridos, corona a los campos con el oro de las espigas y azul de los azulejos, y las almas con la alegría de la contemplación. Alégrense y canten a El: ¡Aleluya!

Ikos 3
Qué bello Eres en el triunfo de la primavera. Cuando revive toda la creación y con mil voces clama a Ti. Tú eres la fuente de la vida y el Vencedor de la muerte. Bajo la luz de la luna y con el canto del ruiseñor están los valles y los bosques en su blanco ropaje nupcial. Toda la tierra es Tu novia, ella Te espera - a su Inmortal Prometido. Si Tú vistes al pasto así, ¡Cómo nos transfigurarás a nosotros en el futuro mundo de la resurrección! ¡Cómo se iluminarán nuestros cuerpos! ¡Cómo brillarán las almas! 
Gloria a Ti, que has extraído de la tierra oscura los diferentes colores, gustos y aromas; 
Gloria a Ti,  por la cordialidad y el cariño de toda la naturaleza;
Gloria a Ti,  por rodearnos con miles de Tus criaturas;
Gloria a Ti,  por la profundidad de Tu intelecto impreso en el mundo.
Gloria a Ti, con veneración beso la marca invisible de Tus pasos;
Gloria a Ti, que encendiste ante nosotros la luz de la vida eterna;
Gloria a Ti,  por la esperanza de la belleza inmortal;
¡Gloria a Ti, Señor, por los siglos!


Kontaquio 4
¡Cómo endulzas a los que piensan en Ti!, ¡Cuán vivificante y santa es Tú palabra! La conversación Contigo es mas blanda que la unción y más dulce que la colmena. La oración a Ti da alas y vivifica. ¡Qué trepidación llena entonces al corazón y cuán grande e inteligente se vuelve la naturaleza y toda la vida! Sin Ti todo es un vacío; en donde estás presente, está la riqueza del alma y fluye el arroyo del canto: ¡Aleluya!

Ikos 4
Cuando desciende el ocaso sobre la tierra, cuando reina la paz y el silencio del anochecer, yo veo Tu palacio bajo la forma de castillos luminosos en las sombras y rojez de las nubes. Fuego y púrpura, oro y azul, profetizan la indescriptible belleza de Tus moradas y llaman con solemnidad: ¡Vamos hacia el Padre!

Gloria a Ti, que derramas sobre el mundo una enorme paz;
Gloria a Ti,  en la hora calma del anochecer;
Gloria a Ti,  por el ultimo rayo del sol poniente;
Gloria a Ti,  por el reposo bendito del sueño;
Gloria a Ti,  por Tú benevolencia en la oscuridad, por la luz que entonces das a nuestro corazón;
Gloria a Ti,  por la emoción de las oraciones del alma acompañada de su ángel custodio;
Gloria a Ti,  por la promesa del despertar para la alegría del día eterno;
¡Gloria a Ti, Señor, por los siglos!


Kontaquio 5
No son temibles las tormentas de la vida al que en su corazón tiene encendida la lámpara de Tu fuego. Alrededor podrán estar las tinieblas, la tormenta y el aullar del viento, pero en su alma, la calma y la paz. ¡Allí esta Cristo! Y el corazón canta ¡Aleluya!

Ikos 5
Veo Tu cielo brillante de estrellas. ¡Cuán rico eres, cuánta luz tienes! Las luces lejanas me miran con sus rayos desde la eternidad. Soy tan pequeño e ínfimo, pero el Señor está conmigo, Su mano me protege siempre con amor. 
Gloria a Ti,  por Tus constantes cuidados;
Gloria a Ti,  por los providenciales encuentros con la gente;
Gloria a Ti,  por el amor de los familiares, por la fidelidad de los amigos;
Gloria a Ti,  por la mansedumbre de los animales, que me sirven;
Gloria a Ti,  por los momentos luminosos de mi vida;
Gloria a Ti,  por las luminosas alegrías del corazón;
Gloria a Ti,  por la felicidad de vivir, moverme y contemplar;
¡Gloria a Ti, Señor, por los siglos!


Kontaquio 6
¡Cuán inmenso y cercano te muestras en el poderoso movimiento de la tormenta! ¡Cómo se nota Tú mano fuerte en los brillantes relámpagos y cuán magnifica se muestra Tú grandeza! La voz del Señor se escucha sobre los campos y en el susurro del bosque, en el nacimiento de los truenos y lluvias, la voz del Señor se escucha en el agua que cae. Hay alabanzas a Ti en el fragor de los volcanes. Tú sacudes a la tierra como a un ropaje. Tú levantas las olas del mar hasta el cielo. Gloria a Ti, que haces humilde el orgullo humano, que penitente, clama: ¡Aleluya!

Ikos 6
Así como el relámpago ilumina el banquete de un palacio haciendo parecer pobres las lámparas que lo enriquecen, así repentinamente brillaste en mi alma, en los momentos de más grande alegría en mi vida. Y después del relámpago de Luz, ellas parecieran incoloras, oscuras y etéreas. El alma entonces corre en Tu búsqueda. 
Gloria a Ti,  por ser el límite del más alto sueño humano;
Gloria a Ti,  por nuestra insaciable sed del contacto Divino;
Gloria a Ti,  por inspirar a nuestra alma el eterno anhelo del cielo;
Gloria a Ti, que nos revestiste con Tus delicados rayos;
Gloria a Ti, que destruyes el poder de los espíritus de las tinieblas, que condenaste a la aniquilación a todo el mal;
Gloria a Ti,  por Tus revelaciones, por la felicidad de sentirte y vivir Contigo;
¡Gloria a Ti, Señor, por los siglos!


Kontaquio 7
Tu llamado se escucha en la divina combinación de los sonidos. Tú nos abres la antesala del futuro paraíso en el canto melódico, en tonos armónicos, en la altura de las bellezas musicales, en el brillo de la creación artística. Todo lo realmente hermoso, con un llamado poderoso eleva el alma hacia Ti y nos invita a  cantar con delicia: ¡Aleluya!

Ikos 7
Con la inspiración del Espíritu Santo Tú iluminas el pensamiento de los pintores, poetas, genios de la ciencia. Con la fuerza del conocimiento superior ellos llegan a entender proféticamente Tus leyes, descubriendo ante nosotros la profundidad de Tu sabiduría creadora. Sus obras, sin querer, hablan de Ti. ¡Oh, cuán grande eres en Tus criaturas, o cuán grande eres en el hombre! 
Gloria a Ti, que mostraste la inconcebible fuerza en las leyes del universo;
Gloria a Ti, toda la naturaleza está llena de Tus leyes;
Gloria a Ti,  por todo lo descubierto a nosotros por Tú benevolencia;
Gloria a Ti,  por lo que sabiamente nos revelaste;
Gloria a Ti,  por el genio de la mente humana;
Gloria a Ti,  por la fuerza vivificante del trabajo;
Gloria a Ti,  por las llamaradas de la inspiración;
¡Gloria a Ti, Señor, por los siglos!

Kontaquio 8
Cuán cercano estás en los días de la enfermedad. Tú mismo visitas a los enfermos. Tú mismo Te inclinas sobre el lecho de sufrimiento y el corazón conversa Contigo. Tú iluminas el alma con Tu paz en los momentos de aflicción y sufrimiento. Tú envías una inesperada ayuda. Tú das consuelo y eres el amor que pone a prueba y salva. Por eso, Te cantamos: ¡Aleluya!

Ikos 8
Siendo niño, Te llamé por primera vez y Tú escuchaste mi oración llenándome el alma con Tu paz. Entonces supe cuán bueno eres y entendí que son bienaventurados los que acuden a Ti. Comencé a llamarte una y otra vez y todavía te llamo.

Gloria a Ti,  que cumples mis buenos deseos;
Gloria a Ti,  que velas sobre mí, día y noche;
Gloria a Ti,  que sanas las penas y dolores con el beneficioso pasar del tiempo;
Gloria a Ti, ya que Contigo no hay pérdidas desesperadas,
Gloria a Ti, Tú das a todos la vida eterna;
Gloria a Ti, que otorgaste la inmortalidad a todo lo bueno y alto,
Gloria a Ti, porque nos prometiste el reencuentro con nuestros reposados;
¡Gloria a Ti, Señor, por los siglos!



Kontaquio 9
¿Por qué toda la naturaleza sonríe con misterio los días festivos? ¿Por qué, entonces, en el corazón se derrama una divina felicidad, que no puede ser comparada con nada terrenal y el mismo aire del templo y del altar se torna luminoso? Este es el soplo de Tú Gracia, éste es el reflejo de la luz de Tabor, cuando el cielo y la tierra gloriosamente cantan: ¡Aleluya!

Ikos 9
Cuando Tú me inspirabas para servir al prójimo e iluminabas mi alma con la humildad, entonces, uno de Tus infinitos rayos caía sobre mi corazón y éste se tornaba luminoso, como el hierro en el fuego. Yo veía Tu misteriosa e inalcanzable Imagen. 
Gloria a Ti, que transfiguras nuestra vida con las obras de bien;
Gloria a Ti, que fijaste una inexpresable dulzura en cada uno de Tus preceptos;
Gloria a Ti, que moras donde hay perfume de misericordia;
Gloria a Ti,  que nos envías derrotas y congojas para que seamos sensibles a los sufrimientos de los otros;
Gloria a Ti,  que pusiste una gran recompensa en el valor mismo del bien;
Gloria a Ti,  por aceptar los impulsos nobles de nuestra alma;
Gloria a Ti, que elevaste el amor por encima de todo lo terrenal y celestial,
¡Gloria a Ti, Señor, por los siglos!


Kontaquio 10
Aquello que se ha extinguido no puede ser reconstruido, pero Tú renuevas la conciencia de los que la han perdido. Tú devuelves la belleza a las almas, que la perdieron sin esperanza; Contigo no hay nada irreparable. Tú eres todo amor. Tú eres el Creador y dador de vida, por eso Te glorificamos con el cántico: ¡Aleluya!

Ikos 10
Dios mío, que conoces la caída del ángel orgulloso, sálvame con la fuerza de Tu Gracia, no permitas que me aleje de Ti; no me permitas olvidar  todos Tus dones y bondades, no me hagas dudar de Ti. Agudiza mi oído, para que en todos los momentos de mi vida, escuche Tú secreta voz, y clame a Ti, Omnipresente. 
Gloria a Ti,  por la providencial coincidencia de circunstancias; 
Gloria a Ti,  por los presentimientos benéficos;
Gloria a Ti,  por las indicaciones de la voz interna;
Gloria a Ti,  por las revelaciones en la vigilia y sueños;
Gloria a Ti,  por destruir nuestros proyectos inservibles;
Gloria a Ti,  que con los sufrimientos nos liberas de la embriaguez de las pasiones;
Gloria a Ti,  por la salvadora humillación de orgullo del corazón;
¡Gloria a Ti, Señor por los siglos!


Kontaquio 11
A través de la helada cadena de los siglos, percibo la tibieza de Tu Divina respiración, Tú ya estás cerca, la red del tiempo se disipó. Veo Tu Cruz, que sufriste por mi causa. Mi espíritu se prosterna en el polvo ante la Cruz: aquí está el triunfo del amor y de la salvación, aquí no cesa por los siglos la glorificación: ¡Aleluya!
Ikos 11
Bienaventurado el que va a participar en la cena de Tú Reino, pero Tú, ya en la tierra me hiciste comulgar de esa beatitud. Cuántas veces me ofreciste con Tu mano Divina, Tu Cuerpo y Sangre y yo, pecador, recibía a esta Santidad y sentía Tú amor inexpresable y sobrenatural. 
Gloria a Ti,  por la fuerza vivificante de la Gracia;
Gloria a Ti,  por edificar Tu Iglesia como refugio de paz para el mundo sufriente;
Gloria a Ti,  que nos haces renacer con el agua vivificante del Bautismo;
Gloria a Ti,  que devuelves al penitente la pureza de los lirios;
Gloria a Ti,  - pozo sin fondo del perdón;
Gloria a Ti,  por el cáliz de la vida, por el Pan de la alegría eterna;
Gloria a Ti, que nos elevaste al cielo;
¡Gloria a Ti, Señor, por los siglos!


Kontaquio 12
He visto muchas veces el reflejo de Tu gloria en los rostros de los que ya reposaron. ¡Cómo brillaban esos rostros, con una belleza y serenidad tan inmaterial! Era el triunfo de la felicidad y paz, del justo descanso por fin alcanzado. Silenciosamente, ellos ya clamaban a Ti. En la hora de mi muerte, ilumina también a mi alma, que clama: ¡Aleluya!

Ikos 12
¿Qué es mi alabanza ante Tu grandeza? No conozco el canto de querubines - es el privilegio de almas más elevadas. Pero sé cómo Te glorifica la naturaleza. He observado en invierno cómo, en el silencio de la noche, bajo la luz de la luna, toda la tierra oraba a Ti, vestida de blanco, brillando con los diamantes de la nieve. He visto como se alegraba por Ti el sol al levantarse y he oído los coros de pájaros cantando Tu gloria. He escuchado cómo el bosque susurra misteriosamente hacia Ti, cómo cantan los vientos, cómo murmuran las aguas, como hablan de Ti los grupos de estrellas en su ordenado movimiento en el espacio sin limite. ¿Qué es mi alabanza para Ti? La naturaleza te obedece, y yo no. Pero, mientras viva, con sólo ver Tu amor, te agradeceré, te oraré y clamaré: 
Gloria a Ti, que nos mostraste la luz;
Gloria a Ti,  que nos amas con amor profundo, inconmensurable, divino;
Gloria a Ti,  que nos cubres con la luz, con los grupos de ángeles y santos;
Gloria a Ti, Padre Santísimo, que nos llamas a heredar Tu Reino con la Sangre de Tu Hijo;
Gloria a Ti, Espíritu Santo, sol vivificador del mundo venidero;
Gloria a Ti,  por todo, oh Trinidad Divina;
¡Gloria a Ti, Señor, por los siglos!

Kontaquio 13
Oh, Bondadosísima y Vivificadora Trinidad, acepta nuestro agradecimiento por todas Tus misericordias hacia nosotros y haznos dignos de Tus benevolencias, para que, multiplicando los talentos que nos han sido confiados, entremos en la alegría eterna de nuestro Señor con la triunfal glorificación: ¡Aleluya!

Fuente: fatheralexander.org (con algunas correcciones ortográficas que me permití hacer).

Sobre la oración. Padre Joanicio (Ioanichie) Balan.

sábado, diciembre 03, 2011 Posted by JDavidM

 
  • Aprendamos a orar. Sobre todo, porque el que ora tiene todas las de ganar ante cualquier situación. El que sólo habla, pierde. El que habla mucho, pierde mucho.

  • Oren mucho más. Cuando un pueblo ora, aunque sea sólo el uno por ciento de ellos que oren, Dios se traduce en libertad para ese país.

  • Cuanto más ores, más eterno te volverás. ¿Quieres hacer algo por el bien de tu familia y de tu propio pueblo, en el que Dios te puso? Ora mucho más.

  • Empecemos con la oración. La teoría queda en segundo plano. No te preguntes cuántos libros has leído, ni te importe cuántos conozco yo. Yo sólo te pregunto: ¿Cuánto oras, hermano? Y dependiendo de tu respuesta te diré de dónde viene tu intranquilidad. Debemos regresar a la oración de nuestros papás. ¿Tuviste a tu mamá y a tus abuelitos en la casa? El día que aprendamos a orar como lo hacían nuestros abuelos, cambiará la situación en nuestro país. ¿No lo recuerdan, acaso? ¿Quién no lo sabe? La abuelita se ponía su velo en la cabeza, se arrodillaba y en medio de sus oraciones se secaba las lágrimas con la orilla del velo. Ella no sabía más que el Padre Nuestro y talvez otro par de oraciones, pero ¿Puedo comparar sus oraciones con las mías de hoy?

  • Primero oremos y luego ocupémonos del resto de nuestros asuntos diarios. Si no has orado suficientemente, no lograrás casi nada en el día. Ustedes mismos pueden comprobarlo; así me ha pasado a mí también. Por eso es bueno saber de memoria algunas oraciones: en caso de tener que viajar o si tengo que resolver algún asunto urgente, hago las oraciones que puedo y las termino con el Acatisto de la Anunciación a la Virgen, que los monjes sabemos de memoria, porque así es nuestro deber.  Con sólo esto, verás qué bien va todo en el día. Si haces sólo la mitad del Acatisto, lograrás sólo la mitad de tus propósitos de la jornada. Cuando lo terminas completo, pareciera que todas las puertas se abren... Oren mucho y veran cómo Dios arregla todo por medio de Sus ángeles. Porque si lo hiciéramos todo nosotros, ¿En dónde quedarían todos los ángeles de Dios? Todo consiste en saber agradecer y alabar a Dios. No es necesario pedirle todo lo que te falta. Hónrale y Él te dará lo que te es necesario. Sin esperarlo, te encontrarás "la mesa servida".
  • Cuando comiences a construir tu casa, cuando comiences a dar tus primeros pasos como familia nueva (después de casarte), cuando comiences a hacer algo de utilidad para tu familia o para los demás, no lo hagas sin antes no haber orado y ayunado. Un día, dos, tres, una semana, hasta el atardecer, como puedas y con la bendición de tu confesor.
  • La santificación del hombre comienza con la oración y termina con la oración. Comienza con el Padre Nuestro y termina con la Oración del Corazón o con la oración encendida que incluso trae lágrimas consigo..
  • Repite al menos 10 veces "Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten piedad de mí, pecador/a" para santificar tu boca.
  • Oren por la paz hasta que venga.
  • Sin oración nos sentimos crispados, enojados, con la mente nublada, incluso llenos de orgullo.
  • Permanecer en oración es lo mejor que puedes hacer, porque de ella viene todo lo demás.
  • Si has aprendido a orar, conoces ya toda la teología.



Fuente: www.razbointrucuvant.ro/2011/11/22/parintele-ioanichie-balan-marturisitorul-de-4-ani-in-vesnicie-cuvinte-de-folos-i-rugati-va-mai-mult-cine-vorbeste-mult-pagubeste-mult/
Foto: apologeticum.wordpress.com

Oración de San Isaac de Siria.

miércoles, noviembre 16, 2011 Posted by JDavidM


"Señor Jesucristo, Dios nuestro, Tú que lloraste por Lázaro con lágrimas de tristeza y  compasión, recibe también las lágrimas que brotan de mis ojos. Con Tus sufrimientos sana los míos, con Tus heridas cura las que me cubren, con Tu sangre limpia la mía y llena mi cuerpo con la unción del Tuyo, que es dador de vida. Que la hiel que te dieron a beber endulce la amargura con la que el enemigo me inunda. Que Tu cuerpo extendido en la cruz, extienda hacia Ti mi mente tan abatida por los demonios. Que Tu cabeza, que inclinaste en la cruz, levante la mía tan golpeada por mis adversarios. Que Tus santísimas manos, atravesadas por quienes no creían en Tí, para crucificarte, me lleven hacia Ti desde mi estado de perdicion, así como Tus santísimos labios nos prometieron. Que Tu rostro, golpeado y escupido, llene de luz el mio, tan lleno de faltas. Que Tu alma, que le diste al Padre cuando estabas en la cruz, me eleve hacia Ti a través de Tu don.

No tengo un corazón contrito para buscarte, no tengo el suficiente arrepentimiento y la humildad que retorna los hijos a su heredad, no tengo lágrimas sinceras, Señor. Mi mente se ha oscurecido con las cosas de este mundo y es incapaz de buscarte en su dolor. Mi corazón se ha enfriado después de tantas tentaciones y no consigue encenderse en lágrimas de amor por Ti. Sino tu, Señor Jesucristo Dios, manantial de todo lo bueno, dame un arrepentimiento sincero y un corazón humilde para salir, con toda el alma, en tu búsqueda, porque sin Ti me alejo de todo lo que es bueno.

Dame, igualmente, oh Bondadoso, el don de Tu Padre, quien antes de todos los siglos te hizo nacer de Su seno, para que renueve en mí la luz de Tu rostro. Te he abandonado, no me abandones, me  he alejado de Ti, sal en mi búsqueda. Llévame con Tu redil, hazme ser una de Tus ovejas elegidas. Llévame a pastar junto a ellas, en los verdes campos de Tus Misterios. Porque la limpia alma de Tus ovejas es tu morada y en ellas se ve la luz de Tus dones. Tu luz es consuelo y descanso para los que sufren por Ti en sus aflicciones y penas. Que esa luz me haga merecer a mí, indigno como soy, Tus dones y Tu amor a la humanidad, por los siglos de los siglos, Amén”.

9 de noviembre, San Nectario de Egina, milagroso y sanador.

miércoles, noviembre 09, 2011 Posted by JDavidM


 Oración por la sanación en la enfermedad
"Oh, santísimo y honradísimo, muy milagroso Nectario, recibe esta pequeña oración que te dirigimos como siervos inmerecedores, porque en Tí, como en un verdadero manantial de consuelo y pronto auxilio milagroso nos refugiamos, y dirigiendo nuestros ojos a la santidad de tu ícono, con lágrimas incontenibles te pedimos: Ve, oh Santo, nuestras aflicciones, nuestra pobreza y nuestra bajeza. Ve las heridas de nuestras almas y cuerpos.

Te pedimos, San Nectario, ven pronto en nuestro auxilio con tus incesantes y santísimas oraciones  y ayúdanos. No te olvides de nuestro dolor  y no nos ignores a nosotros, indignos y necesitados, porque sabemos, oh Santo de Dios, que aunque sufriste grandes injusticias por tu amor a Cristo, por medio de ellas recibiste el don de Dios y hoy puedes gozarte de estar en el Reino preparado para aquellos que han vivido en santidad, por lo que sabemos que quien a Ti acuda en busca de auxilio, orando con fe, no ha quedado sin ser atendido. Porque, ¿Quién ha pedido tu ayuda, oh milagroso y no le has aliviado su sufrimiento?


Tus milagros y tu auxilio nos han decidido, a quienes somos indignos, a llamarte en busca de tu amparo. Sabemos Jerarca elegido, de muchísimos milagros de sanación que has realizado, como un nuevo médico de los más necesitados. No conocemos ninguna enfermedad, ningún dolor que no puedas sanar, pero, aún más, se sabe que no sólo has curado enfermedades a las que los médicos consideraban incurables, sino que también has ayudado a muchísimos enfermos a fortalecerse en la fe y en la paciencia, recibiendo luego recompensa por ese sufrimiento.

Débil es nuestra fe, pero a Ti acudimos con esperanza  y con lágrimas. Arrodillándonos, te pedimos, oh Santo Jerarca Nectario, que intercedas por nosotros ante Jesucristo, Hijo de Dios, Aquel que nunca dejó de escuchar las oraciones que elevabas en tu propio sufrimiento, sino que siempre te escuchó, te fortaleció y te recibió en su morada celestial.

A Él pídele que también nosotros seamos ayudados y que nos muestre Su misericordia al escuchar tus oraciones, y que seamos también de la aflicción y el sufrimiento liberados, para seguir bendiciendo al Dios que es en Trinidad alabado, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén."

Fuente: "Acatistul Sfantului Nectarie" (en rumano).

Sobre la oración, San Efrén el Sirio.

lunes, noviembre 07, 2011 Posted by JDavidM



"... Muy bueno es orar permanentemente... así como dijo el Señor y luego también el Apóstol: "Oren sin cesar, dia y noche, todo el tiempo".  Y no sólo cuando entras en la iglesia, sino todo el tiempo, mientras trabajas, mientras duermes, mientras viajas, mientras comes, que no cese tu oración, porque no sabes cuándo vendrá Aquel que se llevará tu alma con Él. No esperes a que sea domingo o alguna festividad religiosa, no busques estar en un determinado lugar, sino como dijo el Profeta David: "En todo lugar está Su soberanía". Así, estando en la iglesia o en tu casa, trabajando en el campo, pastando los animales, trabajando en la casa, o visitando a alguien, no te alejes de la oración. Y cuando te sea posible, pónte de rodillas, y si no puedes, ora con tu mente, mañana, mediodía, tarde y noche. Si la oración precede tu trabajo diario y levantándote de tu lecho los primeros movimientos que hagas son dedicados a la oración, entonces el pecado no podrá entrar en tu alma. 
La oración es guardiana de toda sabiduría, es castigo del enojo, es humillación del orgullo, sanación de los malos recuerdos, derrota de la envida, corrección del paganismo. La oración es el poder de los cuerpos, protección de la casa, cimiento de las ciudades, fortaleza de los reinos, triunfo en las batallas, fundadora de la paz. La oración es el signo de la pureza, la fe de los matrimonios, compañera de los viajantes, de los que duermen custodio, fuerza de los que vigilan, multiplicadora de la cosecha de los campesinos, seguridad de los navegantes.
La oración es el auxilio de los enjuiciados, libertad de los oprimidos, buen corazón de los que están tristes, dulzura de los que se alegran, consuelo de los que lloran, fortaleza de las que dan a luz, corona de los casados, descanso de los que mueren. La oración es conversación con Dios, acompañamiento de ángeles, mensajera de bondades, derrota de la maldad, limpieza de los pecados. La oración de Jonásle hizo poder vivir en el vientre de una ballena, y a Ezequías volver del umbral de los muertos. En Babilonia, Elías "ató" los cielos y dejó de llover tres años y seis meses.

Podemos ver, hermanos, cuánto se puede lograr con la oración.  A lo largo de toda su vida, el hombre no podrá poseer algo más honorable que su oración. Nunca se alejen de ella. Al contrario, oremos, para que nuestro padecimiento no sea en vano, como dijo el Señor: "Cuando oren, aparten de ustedes lo que tengan contra el otro, porque así también el Padre de los cielos dejará de lado las faltas de ustedes". 

En vano oramos si tenemos algo contra alguien. Y nuevamente dice el Señor "Si al llevar tu ofrenda al altar te acuerdas que hay alguien ofendido contigo, ve a reconciliarte con esa persona y, al regresar, presenta tu ofrenda". Asimismo, está demostrado que, si tú no haces esto antes, todo lo que ofrendes no será tomado en cuenta. Más si sigues el mandamiento del Señor, entonces con confianza ora a Dios diciendo "Borra, Señor, todas mis deudas, así como yo he borrado las de mi hermano, siguiendo Tu mandamiento". 

Y te responderá El que tanto ama a la humanidad: "Si has borrado, borraré yo también. Si has perdonado, te perdono también tus faltas, porque tengo poder en la tierra para perdonar los pecados. Así, perdonen y serán perdonados". Con esto queda demostrado el amor de Dios hacia los hombres, su bondad sin límites.  Han oído, entonces, qué deben hacer para salvar sus almas". 

Gloria a nuestro Dios!.